Mentiras, exabruptos y maldita pobreza

Por Luis María Serroels
Especial para ANALISIS DIGITAL

Si Sergio Urribarri basa una parte importante de su inusitado crecimiento financiero en actividades agrícolas, sería un gesto muy generoso que les confíe su estrategia a muchos productores caídos en el desaliento, para no padecer quebrantos. En 2008 –cuando estalló el conflicto con el campo por la equivocada Resolución 125 por la que el poder K recibió un duro revés en el Congreso-, el ex mandatario se alineó sin retaceos con la postura de CFK contra los chacareros y hasta reemplazó a un ministro de lujo (el empresario avícola Héctor Mota) quien se acercó a las rutas a dialogar con la dirigencia rural en medio del diferendo. ¿Su pecado mortal fue ir a escucharlos?

Las explicaciones que ensaya Urribarri frente a las sospechas, aderezadas con duros términos para con sus denunciantes, se debilitan en tanto más que la documentada legitimidad de una propiedad, importa la limpieza del origen de los fondos empleados para su adquisición. La última edición de la Revista ANALISIS (jueves 11 de agosto), abunda en referencias y da detalles de procedimientos judiciales-policiales efectuados contra personas a las que se menciona como presuntos partícipes en maniobras dolosas que la justicia deberá confirmar o desestimar.

Mientras tanto, el conjunto de misiles verbales que surcan el firmamento político, dejan espacio para reflexionar sobre el cómo y el cuánto suelen incrementarse los capitales de los funcionarios, muchas veces renuentes a actualizar sus declaraciones juradas en tiempo y forma. Además, cuando alguien al que se supone responsable de un acto de mala fe sale a responder sobre otros asuntos en los que no ha sido aludido, sólo acrecienta las dudas.

El híper kirchnerista Mariano Recalde –quien dejó a Aerolíneas Argentinas en un deplorable estado financiero-, se preguntó “¿en qué gobierno no hubo corrupción?”. Cualquier juez que avale semejante alegato, debería ser despedido. Y su padre, el diputado nacional del Frente para la Victoria Héctor Recalde, con un muy peregrino argumento señaló que “el gobierno kirchnerista no fue corrupto, sino que tuvo personas corruptas” (dejó de lado que cada día siguen brotando delincuentes como hormigueros, que robaron para la corona y que desde la cúspide del poder jamás se sancionó a nadie teniendo ante los ojos pruebas incontrastables de la corrupción).

Entre las diferentes plumas que conformaron el informe especial del quincenario –y que permiten una aproximación a la realidad del problema que ha alcanzado difusión nacional-, elegimos la nota Bordet bajo fuego (página 8), donde se aborda la actitud del mandatario que –dice- “salió a defender a su mentor, y puso en peligro la integridad de su imagen”. No otra cosa es lo que el mundillo político opina. Y esto es lo que plantea interrogantes. Es que el gobernador exhibe nivel intelectual, visión política e inclinación al diálogo, condiciones suficientes para asegurar una limpieza funcional desprovista de cualquier atadura, priorizando sus responsabilidades ante una compleja coyuntura.

Pero en un recuadro (página 9), se reproducen frases atribuidas a Urribarri bajo el título Frases célebres del dedo mayor. De allí seleccionamos algunas que resultan verdaderamente insólitas.

Una de ellas, “Yo opté por Bordet para que estuviera en mi lugar”, suena a pase de factura, pero quienes optaron por él en las urnas no necesitaban del aval urribarrista. Otra expresión reza que “a Bordet lo veo bien tratando de cerrar con el gobierno nacional la restitución de los fondos de coparticipación que entregó Moine en el ‘92”.

El 12 de agosto de 1992 se hizo el acuerdo con todas las provincias que debieron ceder un 15 por ciento de la recaudación y ello fue ratificado el 17 de setiembre del mismo año por Ley Nº 24.130. No es ocioso recordar que entre los gobernadores firmantes se hallaba el de Santa Cruz, Néstor Kirchner.

Urribarri jamás planteó la devolución de esos recursos por temor a la ira de los Kirchner y su “valentía”, como la de muchos gobernadores, recién afloró tras el fallo de la Corte Suprema que favoreció a Córdoba, Santa Fe y San Luis. El ex mandatario llegó a criticar a José Manuel de la Sota por acudir a la Justicia.

Y otras de las célebres aserciones urribarristas reproducidas en el artículo, señalan que “muchos no entendieron que con mi sueño presidencial, Entre Ríos se iba a convertir en la mejor provincia del país” (quien no entendió fue la presidente cuando finalmente escogió a Daniel Scioli como candidato). Y hay otra afirmación tan incomprensible como irrealista: “Lo que está ausente hoy es el ritmo de obra que había en mi gestión, porque el gobierno anterior nos ayudaba a nosotros como nunca nos ayudó ningún otro gobierno”. Parece que aspectos secretos de la ayuda vía Julio De Vido y José López –con la complicidad de empresarios de la construcción que hoy investiga la justicia- no han llegado a conocimiento del ayudado. En un contexto en el cual los que pagaron groseros sobreprecios lo terminaron reconociendo, las palabras huelgan.

Tuvo gran repercusión la reflexión del ex senador nacional Héctor Maya donde habla de un “pacto de impunidad político-judicial que se ve con los encubrimientos recíprocos de sobresueldos, contratos y toda una maraña de corruptela”. ¿Alguien le responderá?

No podemos dejar de lado una referencia ante la dolorosa revelación hecha por el Barómetro de la Deuda Social Argentina, en un durísimo informe donde da cuenta de que existen en el país 1.400.000 nuevos pobres. En el actual gobierno hay quienes siempre le adjudicaron gran credibilidad a la tarea de la UCA en torno de los índices de pobreza. Paradojas del destino: quienes siempre defendieron estos datos periódicos hoy ya tienen algún sapo para tragarse. Y quienes desde el kirchnerismo los desacreditaban sistemáticamente, hoy se estarán relamiéndose y frotando las manos. Pero nadie tendrá autoridad para inculparse recíprocamente.

El índice de indigencia pasó de 5,3 de diciembre al 6,2 por ciento finalizado el primer trimestre de este año. La misma medición muestra que el índice de pobreza creció del 29 al 32,6 por ciento, lo cual significa que 1.400.000 habitantes (léase seres humanos) cayeron en la pobreza. Y ello marca que casi un tercio de la población argentina se halla en esa situación.

Cualquier explicación técnica que busque justificar este fenómeno será vana, porque los estómagos nada entienden de teorías económicas, galimatías financieros ni reglas inflacionarias. Porque el día a día mostrando barrigas silbadoras, resulta el más triste, inapelable y estridente idioma de la indigencia. “El hombre es un lobo para el hombre” escribió el filósofo inglés Thomas Hobbes.

La Iglesia condena el hambre sin retaceos. En el Documento Final de la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunido en Puebla (Méjico) en 1979, aparece formulado en forma explícita el principio teológico de la opción preferencial por los pobres. Ricos cada vez más ricos y pobres cada vez más pobres, es la mayor y más desdorosa mácula que la humanidad va exhibiendo. Cada nuevo desposeído es una bofetada en nuestro rostro.

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