
Por Gabriel Michi (*)
El extraño recorrido de la política internacional de Donald Trump acaba de protagonizar una nueva curva. De aquellos elogios cruzados del presidente de los EE.UU. con su par ruso, Vladimir Putin, se pasó a un escenario de amenazas y distanciamientos que se vuelve muy peligroso. No sólo por quiénes son los líderes en cuestión -con personalidades de muy pocas pulgas- sino por una historia de enfrentamientos que se tensionó al máximo después de la Segunda Guerra Mundial, durante toda la Guerra Fría y que sólo empezó a aflojar tras la caída del Muro de Berlín y la debacle de la Unión Soviética. Pero el juego de desconfianzas mutuas siguieron, así como las alianzas distintivas de unos y otros también se mantuvieron en el tiempo.
Cuando Trump regresó a la Casa Blanca en enero de 2025 pareció haber retomado un camino de "buenas relaciones" que ya había empezado a cursar en su primer mandato (2017-2021) mostró señales de que pretendía dar un giro importante en la posición de los EE.UU. con respecto a la guerra entre Rusia y Ucrania, cortando la ayuda y hasta humillando en público al presidente Volodymyr Zelensky y tendiendo puentes de acuerdos con Putin; incluso insinuando la posibilidad de aceptar que éste se quede con los más de 100.000 kilómetros cuadrados que tomó en territorio ucraniano desde el inicio del conflicto en febrero de 2022.
Esa curva en la política internacional sorprendió a muchos y dejó en una situación muy incómoda (y llena de temores) a los aliados europeos de Ucrania, que se preocuparon por la posibilidad de que cese el apoyo militar de la principal potencia del Mundo. Pero ahora una nueva curva de Trump vuelve a descolocar a todos: en las últimas horas lanzó una serie de críticas y amenazas contra la Federación rusa y contra Putin en particular que plantean nuevos interrogantes hacia el futuro. Interrogantes que desembocan todos en el temor a una escalada muy peligrosa. Así, del amor al odio, sin escalas. Al estilo Trump.
En las últimas horas la CNN difundió un audio en el que supuestamente el presidente de los Estados Unidos amenazaba a Putin con "hacer mierda a Moscú" si atacaba a Ucrania. Según la señal de noticias Trump habría comentado en una reunión: "A Putin le dije: 'Si entras en Ucrania, voy a bombardear y hacer mierda a Moscú. Te digo que no tengo elección'", y afirmó que el mandatario ruso no le creía. "Pero me creyó un 10%", aseguró el republicano a los donantes de su campaña que lo escuchaban, mientras repetía que si él hubiera sido presidente en lugar de Joe Biden en ese momento, la invasión a Ucrania no habría comenzado. Si bien ese mensaje subido de tono no es de ahora, se conoce en un contexto donde las tensiones entre ambos líderes están al límite. De hecho este martes 8 de julio Trump señaló en una reunión de gabinete: “No estoy contento con él (Putin), puedo decirles eso ahora mismo. Esto está matando a mucha gente”.
Quizás el dato más llamativo de la nueva alocución "trumpista" es el reconocimiento implícito a un fracaso suyo frente a la omnipotencia que siempre manifiesta. ¿Por qué? Porque el presidente estadounidense admitió que sus insinuaciones previas de que podría persuadir al presidente de Rusia para que pusiera fin a los combates y terminara rápidamente la guerra en Ucrania “han resultado ser más difíciles”. Además de mostrar esos límites a su capacidad de "persuasión" también significa un cambio en su mirada sobre Putin y esa suerte de alineamiento (con elogios incluidos) que había mostrado con el mandatario ruso hasta el momento.
Pero más allá de las calificaciones y descalificaciones personales a Putin quizás el hecho más trascendente en las últimas horas es el cambio de posición de Trump que ahora prometió que EE.UU. enviará más armas a Ucrania, revirtiendo dramáticamente el anuncio anterior de una pausa en las entregas de armamento a Kiev, previamente aprobadas, en medio de preocupaciones porque los propios arsenales militares de Estados Unidos han disminuido mucho. “Queríamos aportar armas defensivas. Putin no está tratando bien a los seres humanos. Esto está matando a demasiada gente. Así que estamos enviando algunas armas defensivas a Ucrania y yo lo he aprobado”.
Durante su campaña del año pasado, Trump se había jactado de que podría terminar rápidamente la guerra entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, los hechos no tardaron en demostrarle lo contrario. Eso llevó a a que en abril, a través de su cuenta de Truth Social, el presidente de EE.UU. exhortara a Putin a detener los ataques militares en la capital ucraniana: “¡Vladímir, DETENTE!”, escribió. Pero los ataques a gran escala de Rusia sobre Ucrania continuaron y las declaraciones públicas de Trump sobre Putin se fueron poniendo más duras, pero sin lograr ningún efecto más allá de los grandes titulares en los medios. Y el enrarecimiento del clima entre dos potencias enemistadas desde hace años.
En ese contexto, el mandatario estadounidense dijo la semana pasada, después de una llamada con Putin, que estaba descontento con el presidente de Rusia y confesó: “no creo que esté buscando detener” la guerra. Luego, al hablar al inicio de una cena que organizó para el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu en la Casa Blanca el lunes por la noche, Trump dijo: “No estoy contento con el presidente Putin en absoluto”. Lo mismo que repitió en su reunión de gabinete el martes. Se le preguntó si esa situación podría significar un cambio de la política exterior de Estados Unidos frente Rusia, pero Trump se negó a proporcionar detalles específicos. Sólo aclaró: "Diré que los ucranianos fueron valientes. Pero les dimos el mejor equipo jamás hecho”, Para agregar algo que ya le había marcado a Zelensky en aquella reunión donde lo humilló en la Casa Blanca: sin las armas y el apoyo militar de EE.UU., la invasión de Rusia a Ucrania podría haber desencadenado lo que “probablemente habría sido una guerra muy rápida. Habría sido una guerra de tres o cuatro días de duración, pero tuvieron el beneficio de un equipo increíble”.
Así una nueva curva en el imprevisible recorrido de la política exterior "trumpista" volvió a descolocar a todos. Sin poder adivinar cuál será su próximo giro. Y poniendo al Mundo entero al borde del infarto colectivo. Con relaciones que se fortalecen y otras que se quiebran. Como las de Trump con Putin. Que fueron de la amistad a la enemistad en pocos meses. Del amor al odio, sin escalas.
(*) Periodista especializado en internacionales. Artículo publicado originalmente en Mundo News.