Un análisis respecto a quienes celebran la muerte de Maradona.
Por Kaia Edling (*)
Se murió Maradona y como era de esperar, la noticia sacudió al país y pasó de todo. Tres días de duelo nacional, velatorio presencial y multitudinario en medio de una pandemia mundial, gente que seguramente llora en su casa por no poder estar ahí, por no tener los medios para movilizarse y hacer el rito simbólico de la despedida. En la otra vereda personas festejando, también amparadas en su sano derecho de poder hacerlo y en la posibilidad de haber asistido a los debates que echan luz y que cuestionan "normalidades" que ya no deben sostenerse ni apañar.
A mí la verdad que el fútbol no me emociona, ni siquiera un mundial. La televisación de casi cualquier cosa me quita el interés. Tampoco me emociona Maradona y por quien soy, por la edad que tengo (ponele) y también por mis consumos, accesos, gustos, lecturas, Etc. Me interpelan mucho más sus fallas personales que sus aciertos dentro de la cancha.
Ahora bien, ¿quién carajo soy para bajar linea? ¿Quién soy para decir cómo debe sentirse le otre? ¿Cómo debe reaccionar un país en donde un tipo con una pelota (cuestionablemente o no, soy demasiado simple para ponerme en filósofa) hizo llorar de amor a un pueblo? ¿Soy menos feminista por no estar feliz, por no decir o no juzgar el sentimiento de otras personas?
Me parece súper cuestionable que se haya habilitado entre nosotres la policía del pensamiento, la policía del sentimiento. Perdí la cuenta de las veces leí, entre ayer y hoy, "gracias por dejarme de seguir". OK.
Me parece que hace rato venimos diciendo que recopado pensar distinto, que dale, que de una, fomentemos eso.
Me identifico con una masa pensante o un colectivo, o como dice un gran profesor que tuve, con una "minoría optimista" que no juzga sin sangre el sentir, el dolor, de otra persona, de otro mundo interior.
No le pido nada nadie, es solo un comentario, es una gilada que se pierde en la metadata de una red social. Simplemente me da tristeza que estemos cantando postas, que hasta perdamos la responsabilidad y victimicemos a personas sin su consentimiento.
Ojo, yo podría estar diciendo lo contrario. Yo seguramente dije lo contrario. No estoy de acuerdo con la frase, tan repetida en estas últimas horas, "no importa lo que hizo con su vida, importa lo que hizo con la mía". Primero porque es una cagada de frase, segundo porque leída fuera de contexto puede hacer referencia a algo completamente distinto y tercero porque su significado solamente se aplica cuando se habla de un varón. ¡Sorry!
Sólo digo que apaguemos un rato el "feminómetro", el "doconstructómetro", que dejemos que cada unx perdone, sufra y sienta lo que su singularidad le dicte. Y que en vez de festejar una muerte, elijamos celebrar la vida de aquello que nos nutre y que nos junta.
(*) De ANÁLISIS