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Por qué el hambre en Gaza dejará secuelas durante generaciones

Un niño esperando comida en un centro de distribución de ayuda en Gaza.

El hambre no solo está matando a los palestinos de Gaza uno por uno. También está destruyendo a la sociedad palestina y causando daños permanentes en sus cuerpos y mentes, según alertan voces expertas.

A medida que aumentan las esperanzas de un alto el fuego, la amenaza del hambre extrema es especialmente grave. En las treguas anteriores, Israel ha seguido utilizando el control de los alimentos como arma contra la población civil y es posible que vuelva a hacerlo.

El hambre obliga al cuerpo a consumir sus propios músculos y órganos para obtener energía, lo que puede causar lesiones permanentes, perjudicar el futuro de los niños demorando su crecimiento físico y mental, y hasta dañar la salud de los descendientes de las personas que han logrado sobrevivir.

El hambre también destruye a las comunidades, provocando enfrentamientos de unos con otros por la desesperación de conseguir comida, y obligando a la gente a cometer actos vergonzosos, humillantes o violentos para sobrevivir.

Según los expertos en hambrunas, incluso las personas que se recuperan físicamente no se libran del trauma que les acompañará toda la vida por haber tenido que elegir entre hijos, o por haber rechazado a familiares que piden comida, o por haber vendido sus propios cuerpos, o el de una hermana o una hija, a cambio de comida.

“La hambruna se puede abordar como un fenómeno biológico que experimenta cada individuo, pero también es una experiencia social colectiva”, dice Alex de Waal, director de la Fundación Mundial para la Paz en la Universidad de Tufts, en Boston y autor de Mass Starvation: the History and Future of Famine (Inanición de masas: la historia y el futuro de la hambruna). “Muy a menudo, en el recuerdo que le queda a los supervivientes, antes que la experiencia biológica individual es más significativo ese elemento social del trauma, la vergüenza, la pérdida de dignidad, la ruptura de tabúes y de lazos sociales”.

“Todos estos traumas son la razón por la que a los irlandeses les llevó casi 150 años poder conmemorar lo que vivieron en la década de 1840”, explica. “Los que infligen el hambre son conscientes de eso, saben que lo que están haciendo en realidad es desmantelar una sociedad”.

El superviviente del genocidio y abogado Raphael Lemkin esbozó esta “sociología del hambre”. Es el mismo que acuñó el término “genocidio” y luego hizo campaña para que fuera reconocido como delito en el derecho internacional. Durante la Segunda Guerra Mundial, Lemkin describió en profundidad el racionamiento “como forma de debilitar a los grupos”.

El hambre como arma

Aprovechando el impacto social del hambre un agresor puede usar el control de la comida para crear una dinámica de “humanitarismo genocida”, en palabras de Alex de Waal, proporcionando las calorías justas para evitar la muerte en masa pero haciendo que el hambre extrema “destruya el sentido de su vida como grupo”.

Expertos internacionales han advertido de manera insistente sobre la situación creada en Gaza con la guerra. Dicen que está acercándose al umbral internacionalmente reconocido como de hambruna, medido por factores que incluyen tasas de mortalidad y de desnutrición.

Chris Newton, experto del centro de estudios International Crisis Group estudia las hambrunas y la inanición como armas de guerra, explica que haber pasado largos periodos en un estado de hambre extrema no puede revertirse por completo, incluso sin cruzar la línea de la hambruna. “No se trata de una declaración formal de hambruna ni de un número determinado de camiones o de comidas; se trata del intento de Israel de matar de hambre a Gaza indefinidamente sin provocar lo que llamamos hambruna, que es la muerte en masa en poco tiempo por inanición y enfermedades derivadas”, dice. “Este experimento no puede durar para siempre, pero las consecuencias del hambre sí que pueden”.

Riesgo pese a una tregua

Uno de los signos más evidentes del derrumbe social en Gaza es el saqueo habitual a los camiones de ayuda que entran en el territorio, y los tiroteos casi diarios contra las personas que intentan obtener los limitados suministros de los centros de distribución que gestiona la hermética Fundación Humanitaria de Gaza (FHG), respaldada por Israel y por Estados Unidos.

“El hambre rompe el orden social y transforma la capacidad de gobernar en una sola cuestión: ¿quién puede alimentar a la población?”, dice Nour Abuzaid, investigador principal de la agencia Forensic Architecture, especializada en investigar violaciones de los derechos humanos. “Si puedes alimentar a la gente, puedes gobernarla porque la vida se ha reducido a una sola pregunta: ¿qué vamos a comer hoy?”.

Forensic Architecture ha documentado las características estructurales que hacen a los centros de la FHG letales desde su diseño, por haberlos ubicado en zonas donde el Ejército israelí había ordenado la evacuación de la población civil, y por las rutas para llegar a ellos, que hacen pasar a los civiles cerca de los puestos militares israelíes.

Israel puede seguir restringiendo los alimentos y canalizándolos exclusivamente por los centros de la FHG incluso durante una pausa en los combates con armas convencionales. “Esto es exactamente lo que pasó durante el anterior alto el fuego, que seguía vigente cuando el 2 de marzo Israel cortó la ayuda”, dice Abuzaid. Si eso ocurre, la ubicación y el diseño de los centros de la FHG hacen prever un aumento en las muertes, añadió, citando los repetidos tiroteos contra civiles que se acercan a la “zona de amortiguación” establecida por las fuerzas israelíes.

“Solo por estar cerca de la zona de amortiguación fueron asesinadas más de 100 personas durante el alto el fuego”, dice Abuzaid. “Es de esperar que continúen las víctimas civiles si se sigue utilizando el modelo basado en los centros de racionamiento (de la FHG) situados en la zona de amortiguación o cerca de ella”. Según Abuzaid, el control sobre la comida también significa que Israel “puede destruir activamente el orden civil incluso durante un alto el fuego”.

Dos meses

Según Alex de Waal, el control que ejerce Israel sobre las fronteras terrestres y marítimas de la Franja le permite supervisar totalmente la cantidad de alimentos que entran en el territorio, y la información de la ONU con el detalle de la malnutrición que sufren los palestinos impedirá que los líderes israelíes se defiendan diciendo que no veían venir la inanición. “No se puede matar de hambre a nadie por accidente. Se puede disparar a alguien por accidente, pero con la inanición, tienes 60 o hasta 80 días para remediar el error”, dijo.

Según el director de Forensic Architecture, Eyal Weizman, su organización ha llegado a la conclusión de que las restricciones impuestas por Israel a la entrada de alimentos en Gaza tienen un carácter genocida en dos sentidos. “Obviamente, matar de hambre a la gente de forma intencionada es genocida, y el hambre también se utiliza para romper la sociedad, el hambre es el medio y el hambre es el fin”, dice.

“Si este sistema se mantiene durante cualquier alto el fuego futuro, con control sobre cada caloría y cada persona con derecho a ella, Israel seguirá rompiendo a la sociedad palestina”, dice Weizman. “El genocidio podría continuar durante un alto el fuego”.

Fuente: elDiarioAR

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