
Por ello es para ponderar el elevado volumen de ventas actual, comparable al del período de cosecha gruesa, en el segundo trimestre del año, en el que la Argentina vuelca la mayor parte de su producción para abastecer la demanda global.
Las exportaciones de la agroindustria significan la tercera parte de las ventas externas de Argentina, y por constituir un rubro de la economía fuertemente superavitario en el intercambio comercial con el mundo también aportan la mayoría de las divisas que ingresan a la economía, ante la ausencia de créditos internacionales.
La liquidación de divisas está vinculada con la compra de granos que luego serán exportados ya sea en su mismo estado o como productos procesados, luego de una transformación industrial.
"Con la entrada de divisas por parte de la exportación agrícola más la conversión de yuanes (en reservas internacionales) a dólares por un monto de más de USD 3 mil millones del swap con China, el Banco Central está logrando domar la demanda de dólares en el nuevo mercado cambiario, ahora unificado", indicó a Agrositio el analista Manuel Alvarado Ledesma. "Falta que se concrete el crédito puente de un grupo de bancos internacionales, a cambio de bonos del Tesoro, en torno a USD 6.000 millones", añadió.
El pasado 16 de diciembre, el ministro de Economía Alfonso de Prat Gay explicó que para abrir el "cepo" cambiario era necesario liberar el mercado importador y exportador. Por ello se actuó en conjunto con el Ministerio de Agroindustria, conducido por Ricardo Buryaile, para aplicar una baja total de las retenciones a las ventas de trigo y maíz, entre otras producciones, y de cinco puntos porcentuales para la soja sin procesar y sus derivados industriales (harinas, aceites y residuos), actualmente en un 30 por ciento.
Prat Gay refirió entonces que las empresas exportadoras del agro liquidarían a razón de USD 400 millones por día, por un plazo de tres meses, en lugar de los escasos USD 100 millones que promediaron estas ventas en las últimas semanas de 2015. Si bien esta magnitud de exportaciones no llegó a registrarse, la oferta de divisas por este concepto equilibró la demanda de importadores y bancos y permitió que el dólar oficial no se escapara más allá de los 14 pesos.
La devaluación del peso impulsó las ventas del agro, pero más aún lo hizo la expectativa de nuevas caídas de cotizaciones internacionales de los granos y derivados, hoy en sus registros más bajos en siete años. Este declive está asociado a la caída general de precios de las materias primas, que tiene en el petróleo (debajo de USD 32 por barril) su mayor exponente, además de los activos financieros.
"Veníamos comentando que los fundamentos negativos del mercado de granos internacional estaban ya descontados en los precios, y que con los fondos muy vendidos, parecía difícil empujar los valores más a la baja, y que por el contrario, cualquier dato positivo podría generar una toma de ganancias positiva", indicó Dante Romano, analista de Austral Agroperspectivas. "Sin embargo esta semana el contexto le jugó en contra a los granos, fundamentalmente la caída del mercado bursátil chino, la devaluación de su moneda, y la debilidad del petróleo se confabularon para que los valores se debilitaran", agregó, según consignó Infobae.