Escenario y ejes estratégicos post pandemia

Prieto y Grand

Análisis del post cuarentena respecto al urbanismo.

Por Ramón Prieto y Gastón Grand (*) 

 

Para casi toda la humanidad el año 2020 marcara un hito en su evolución, pues pareciera que este mundo y todo lo que se movilizaba en él se hubiera detenido.

Tres fuerzas combinadas concurrieron a ello. La fuerza y velocidad de penetración de la pandemia CV-19 para atravesar todo tipo de fronteras y llegar a nuestros hogares sin previo aviso, las tecnologías de la comunicación y la información que permitieron conocer lo que estaba pasando en otras latitudes en tiempo real e interpretar sus errores y aciertos y “moldear” desde los medios de comunicación una emocionalidad social que posibilitara la tercer cuestión, que es la del confinamiento impuesto por los gobiernos a la población y a sus actividades en el ámbito de ciudades y territorios, lo cual desató una crisis global nunca vista. Una reacción casi impulsiva sobre variables interrelacionadas e ilimitadas en su complejidad.

La primera reacción visible de los gobiernos de diferentes naciones, entre ellas la nuestra, con el fin de ganar tiempo para conocer el virus, poner a punto los sistemas de salud y elaborar tratamientos y vacunas, ha consistido en un confinamiento general, mono-centrista, sobre las ciudades, pueblos y comunidades locales, sobre las personas y sus hogares, sobre servicios y actividades sociales, económicas e institucionales, generando la desertificación abrupta del paisaje humano y la petrificación en el tiempo y el espacio de la dinámica socio económica, cultural y ambiental.

Este conjunto de hechos, invasión de la pandemia, velocidad de la información y medidas de confinamiento territorial y social, han puesto en evidencia una vez mas las fallas del modelo de gestión convencional de nuestros gobiernos y sociedades. Es que con más o menos variantes, según los grados de desarrollo cultural de los países, se observa que las organizaciones burocráticas jerárquicas tradicionales y principalmente las del Estado, carecen de la necesaria visión estratégica global, holística y sobre todo territorial, sino que están modeladas en una cultura de especialísmos individuales e institucionales, bajo estructuras cada vez más fragmentadas que compiten entre sí por una cuota de poder y presupuesto.

El modelo argentino para enfrentar la pandemia y su contexto

A diferencia de la mayoría de los países afectados por la pandemia, la Argentina pareciera haberse anticipado a otros en reaccionar, pero también se constituyó en un modelo diferente para enfrentar y superar el desafío. Otros países que adoptaron una política y estrategia de confinamiento lo hicieron con líneas de acción focalizadas en ciudades y zonas afectadas, siguiendo el patrón de comportamiento territorial de la peste, mientras que aquí en cambio se impuso una política de confinamiento estricto, abarcativo y uniforme a toda la población y sobre todo el territorio nacional, sin reparar en las diferencias existentes entre las ciudades y comunidades locales, y al margen de su vulnerabilidad y riesgo.

La coyuntura es siempre un actor protagónico frente a la toma de decisiones y en este sentido cabe señalar que a lo novedoso y sorprendente de la situación pandémica, en nuestro país se sumó el hecho de que nos encontrabamos frente a un reciente cambio partidario en el poder e inicio de gobierno, una sociedad desconfiada, fragmentada políticamente, un Estado desfinanciado y una economía alicaída, pero además y tal vez lo mas importante, es que se carecía de un modelo de actuación planificado con anclaje en lo territorial, con producción de datos e información en cantidad y calidad necesaria para distinguir una situación en una ciudad o provincia de otra y respaldar la toma de decisiones también diferenciada territorialmente por parte de los responsables políticos, atenuando las lógicas suspicacias naturales a una coyuntura como la descripta en la que se afectarán fuertemente diversos intereses.

En ese marco de carencias, las acciones del gobierno nacional, buscando ganar tiempo (achicar la curva de infectados) evidentemente debieron abandonar la visión sistémica holística y se ajustaron casi por completo con eje en la visión y versión sanitaria, construyendo a partir de ésta noción el poder necesario para la toma de decisiones que a priori se presumían como muy complejas, y esto se hizo por sobre cualquier otra dimensión y versión, sea social, económica, institucional y menos aún territorial, dejando muy lentamente esta última tarea en manos de los gobiernos provinciales y estos a su vez en algunos casos, en manos de los gobiernos locales, cada vez más debilitados en sus capacidades de gestión como para discernir particularidades, ponderar riegos, tomar decisiones propias y fundamentalmente ejercer acciones de control.

El contexto pandémico, una oportunidad para innovar y mejorar 

La actual situación especial y sin antecedentes en el mundo y en el país, puede brindarnos la oportunidad de provocar un punto de inflexión en nuestros modos de ver, pensar y hacer las cosas como colectivo social. Las nuevas pautas y modos de gestión de nuestras sociedades no deberían ser las mismas que hasta ahora.

En cuanto al conocimiento, la complejidad y diversidad de los escenarios de gestión, vertiginosamente cambiantes, influidos por una tendencia de globalización y des globalización simultánea, marcan la necesidad de un retorno inmediato al pensamiento a gran escala, a la teoría general, a la integración de los saberes y capacidades en una tarea en común y al ensamblado de las partes ahora dispersas.

En lo territorial, como conocer el sistema implica conocer sus partes, es fundamental para que ingresemos en una instancia superadora hacia el desarrollo del conjunto de la nación, que en esta nueva etapa de flexibilización del ¨confinamiento general unificado¨, se incorpore a la visión para el análisis del comportamiento y control de la peste, la aplicación de medidas que promuevan la reactivación y dinamización económica, social e institucional diferenciada según sean las particularidades de regiones, ciudades, y pueblos, de acuerdo a su mayor o menor vulnerabilidad sanitaria pero atendiendo su criticidad integral multidimencional.

Nos encontramos ante la oportunidad de superar la pandemia y simultáneamente iniciar un proceso de reactivación y dinamización social, económica e institucional en nuestras ciudades y territorios con base en nuevos patrones de crecimiento y desarrollo socio ambiental más sustentables y nuevos modos de gestión que permitan mejorar la acción colectiva en el ámbito nacional y de las regiones, provincias y municipios. De allí, la oportunidad de incorporar con más énfasis la visión y dimensión espacial-territorial y que estas acciones estén contenidas en una política y estrategia de reactivación y dinamización concertada, con responsabilidad compartida entre gobiernos y agentes económicos y sociales claves.

Hacia un nuevo modelo territorial adecuado para defenderse y progresar

Las arrolladoras fuerzas de cambio, tangibles e intangibles, creadas por el género humano en sus tres grandes ciclos de evolución: agrícola, industrial y post-industrial, modelaron siempre nuestras vidas junto con el medio ambiente y tienen un correlato con el rasgo espacial promovido por sus sociedades en los territorios en los que se encuentran imbricadas, llegando en el algunos lugares del planeta a convivir los tres ciclos simultáneamente.

El rasgo espacial común de estas sociedades y su manifestación física en el territorio ha sido siempre la conexión en red establecida entre lo local y lo global, mientras que sus diferencias han estado y están en la forma en que se localizan y distribuyen su población, sus medios de producción, sus bienes y servicios, sistemas de comunicación y transporte, sus agregados edilicios, etc., es decir cómo se distribuyen espacialmente la riqueza, el poder, las oportunidades de desarrollo y/o de calidad de vida dentro de su estructura urbana-rural.

El modelo espacial mono-céntrico, ya sea del territorio nacional, regional, urbano o intra-urbano, expresa una forma de ejercicio del poder político mas bien centralizado, hegemónico, unitario y verticalista. Su manifestación mas explícita es la gran aglomeración de la población nacional en la ciudad autónoma y en la provincia de Buenos Aires. Fenómeno que también se manifiesta en las estructuras territoriales de muchas de nuestras provincias e incluso de muchas de nuestras ciudades. Son formas que en general expresan físicamente la inequidad.

Por el contrario, los “territorios inteligentes”, que representan sociedades mas justas en la distribución y acceso a bienes y servicios, mas plurales en la convivencia de las diferentes culturas, etnias, religiones y géneros y mas democráticas y federales en los mecanismos para la toma de decisiones y la distribución de las jurisdicciones en el ejercicio del poder, en general tienen en su expresión física y en sus sistemas de funcionamiento, estructuras multicéntricas o poli-céntricas.

Una síntesis necesaria en el contexto de la pandemia global nos permite concluir que teniendo en cuenta la necesidad de defenderse de las fuerzas de la naturaleza y su capacidad de resiliencia; de construir condiciones de crecimiento y desarrollo más sostenibles y; de adecuarse a la velocidad y complejidad de los permanentes cambios; es impostergable promover una necesaria transición del mono-centrismo al poli-centrismo como rasgo de organización y manifestación político, cultural, funcional y físico espacial hacia un futuro de desarrollo armónico equitativo en nuestro país.

(*) Arquitectos y urbanistas.

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