
El 18 de marzo, Gualeguaychú elegirá nuevo intendente. Aquí, un análisis de la elección que presenta cinco candidatos: uno solo no es peronista. ¿Quién sucederá a Daniel Irigoyen?. Una pregunta con demasiados interrogantes, para un lugar clave en el esquema provincial, a solamente una semana de las elecciones generales.
-Y quién va ganando? –preguntó la vecina de Gualeguaychú al joven encuestador.
El muchacho miró la planilla, miró a la señora y respondió.
-Mire…Los datos todavía no los tenemos. Pero me llaman la atención algunas cosas…-dijo el joven.
-A ver…-inquirió la señora, más con curiosidad de vecina que con intriga política.
-Emilio Martínez Garbino mide muy bien en las encuestas, pero es candidato a gobernador…Ese es un dato. Para la intendencia, está parejo entre Leissa y Bahillo, pero hay varios indecisos…Y me llama la atención cómo le cuesta al radicalismo aquí en Gualeguaychú…-dijo el encuestador.
-Y bueno…vamos a ver qué pasa-, dijo la señora, antes de despedirse amablemente.
El muchacho cerró la carpeta y siguió caminando. Su informal comentario no dejó ciertamente datos científicos o verdades terminantes, pero revela varias pistas a la hora de contemplar la realidad política y social de Gualeguaychú a pocos días de la definición electoral.
Gobierno con historia
Gualeguaychú está gobernada por Militancia Peronista, una agrupación “setentista” iniciada por Jaime Martínez Garbino -y un reducido grupo de dirigentes camporistas- en los tiempos de regreso de la democracia. El grupo, homogéneo y trabajador, logró instalar en la intendencia a Luis Leissa (1991), Daniel Irigoyen (1995), Emilio Martínez Garbino (1999) y nuevamente a Irigoyen. Ahora, el candidato es Leissa.
La agrupación intentó varias veces su proyección provincial y perdió las internas del peronismo entrerriano, hasta que hace cuatro años encabezó la formación del Nuevo Espacio-Concertación Entrerriana que sumaría a radicales críticos, a socialistas y a independientes.
En aquella Militancia Peronista nació Guillermo Pedro Guastavino, “Pemo”, el actual vicegobernador que se fuera hace algunos años en busca de otro futuro y terminaría sintiéndose cómodo en el viejo peronismo.
Tesorería y Papeleras
En estos años, dos temas fueron excluyentes en la ciudad del sur entrerriano.
El desfalco en Tesorería Municipal fue un escándalo: el 30 de junio de 2005 se detectó el faltante de unos 3 millones de pesos en Tesorería Municipal, lo que llevó a la renuncia y a la detención del entonces Tesorero, Angel José Giménez. El suceso provocó un cimbronazo social y una conmoción política que lesionó a la gestión del intendente Daniel Irigoyen pero también puso bajo la lupa a toda la gestión de Militancia Peronista-Concertación- Nuevo Espacio que Luis Leissa iniciara en 1991.
Si bien la Justicia acusa sólo al contador y ex Tesorero Giménez, la desaparición del dinero caminó hacia atrás y se metió en las responsabilidades políticas de Irigoyen y de su agrupación política. El olor de la Tesorería, persistente como la humedad de este marzo, se hace a veces una mochila incómoda para Leissa.
Al mismo tiempo, la lucha contra las papeleras fue excluyente en Gualeguaychú y obligó a los dirigentes políticos a acompañar a la gente. En este sentido, le fue mejor a la Municipalidad-Nuevo Espacio con una ayuda tibia y un control sutil, que al gobierno provincial-bustismo-PJ, forzado por la Nación a talar por las buenas los cortes de ruta.
Objetivamente, el desfalco pegó en el estómago del oficialismo municipal, como el asunto de los cortes y de las papeleras desgastó al gobierno entrerriano en su relación con la gente en Gualeguaychú. Una de las bromas de la oposición, es que al candidato peronista Juan José Bahillo le conviene “esconder” al gobernador Jorge Busti, quien pagó el mayor costo y terminó como un predicador en el desierto en una ciudad donde los vecinos están convencidos de que tarde o temprano los finlandeses de Botnia tendrán que marcharse, y donde a nadie le importa demasiado que el propio San Pedro declare ilegales a los cortes de ruta.
Bahillo sabe que a veces debe cargar esa cruz; Leissa asume que el desfalco –que básicamente resintió la confianza del vecino hacia el funcionario comunal- asoma como un posible reproche en cualquier puerta durante la campaña.
Paralelamente, en la ciudad hay una suma de cuestiones cotidianas. Problemas con el agua, calles sucias y rotas, burocracia municipal, los cuestionamientos a las áreas de Tránsito, Cultura y otras. Todo empeorado porque Irigoyen jubiló sus reflejos políticos luego de la tormenta del desfalco. ¿Qué pesará más a la hora del voto? ¿Las cuestiones de fondo, o los problemas cotidianos?
Panorama
Pero, así como encuentran problemas, los candidatos del oficialismo municipal –Luis Leissa, Concertación-Nuevo Espacio- como del provincial –Juan José Bahillo, PJ- también tienen fortalezas: obras para exhibir y gente que de ellos ha recibido respuestas. Los restantes candidatos, seguramente, se encuentran con esa realidad en una campaña caracterizada por las saludables caminatas políticas, y donde el PJ es acusado de gastos “obscenos” en publicidad.
Así, el radicalismo rema desde atrás. Postula a Osvaldo Moussou, conocido por su tarea como coordinador de la Asamblea Ciudadana Ambiental Gualeguaychú. La UCR, que gobernó en la ciudad con el actual senador nacional Ricardo Taffarel entre 1983 y 1987, confía en la fuerza de los Benedetti (Atilio, candidato a intendente de Larroque y Jaime, a diputado) para remontar las últimas derrotas.
En Larroque, precisamente, Atilio Benedetti tiene amplias posibilidades de retener para la UCR la intendencia, hoy en manos del Escribano Fabio Larrosa, tal como Paulino Mornacco, de la local Intransigencia Popular, podría ser reelecto en Urdinarrain. Pero los radicales tropiezan con las obras ajenas y con el desgaste propio, que los demás refrescan con maliciosas alusiones al helicóptero de De la Rúa y a los federales de Sergio Montiel.
Cabe acotar aquí que en los dos gobiernos de Montiel, el vicegobernador fue para el radicalismo de Gualeguaychú: Jorge Martínez Garbino en 1983, y Edelmiro Pauletti en 1999. De todos modos, ello no parece redundar hoy en votos cautivos.
Por estos días refuerza su presencia en la ciudad el candidato a gobernador, Gustavo Cusinato, que lucha contra el almanaque para hacer conocer sus propuestas.
El candidato a viceintendente de la UCR, el agudo abogado penalista Darío Carrazza, dejó una frase como si fuera un pasacalle: “Osvaldo Moussou es el único de los cinco candidatos que nunca subió al menemóvil”. Mientras tanto, para el paranaense Julio Solanas es como si Gualeguaychú hubiera aparecido tarde en el mapa electoral. Es otro Cusinato.
Fracasadas las negociaciones para un acuerdo con Leissa, el candidato solanista fue el bustista arrepentido y ex director del hospital Centenario, Enrique Ghiglione Boccalandro, secundado por dos eternos y valiosos peones de la militancia política como María “Lela” Machado y Carlos Schaffer. Los solanistas locales caminan y se fortalecen con sus propios pasos. Entusiastas, ignoran hasta dónde podrán llegar en la elección, con mucho corazón y los bolsillos casi vacíos.
Experiencia y renovación
Militancia Peronista-Concertación Entrerriana-Nuevo Espacio, se fortalece con el candidato local –Luis Leissa, intendente en 1991-1995- y con Emilio Martínez Garbino, candidato a gobernador. Algunos encuestadores hablan de una proyección que aspira al cincuenta por ciento. Emilio, como todo el mundo lo llama, espera traducir el alto cariño social en una valiosa respuesta en las urnas. Leissa llega con gente nueva, y dice que es la superación. Un símbolo de su renovado entorno está, por caso, en Eugenio Bourlot, joven dirigente que fuera presidente del Centro Comercial y es nacido y crecido en una familia radical. No tiene nada que ver, ni con la historia del peronismo, ni con las anteriores gestiones comunales. Simboliza, como otros dirigentes de 40 años, una generación de rock nacional que hasta ahora se siente más víctima que protagonista de la historia.
Leissa espera, así, atenuar el lógico desgaste de la secuencia de gobiernos del propio palo político que él mismo inaugurara hace 16 años. En ese aspecto, el desfalco en Tesorería fue un golpe en la espalda que todavía resuena. Como contrapartida, ofrece su buena experiencia de gobierno (apostó a la obra pública, y por ejemplo, inició el corsódromo, pavimentó el camino al balneario Ñandubaysal, etc). Además, en la Municipalidad creen que pueden redundar en votos varias obras públicas, el exitoso Plan Mil Viviendas (sistema cooperativo y solidario), los planes laborales y la asistencia alimentaria.
Emilio Martínez Garbino, ex duhaldista, no es kirchnerista. Pero tanto el intendente Daniel Irigoyen como su secretario de Gobierno, Sergio Delcanto, se entusiasman con Carlos Kunkel y Emilio Pérsico y creen que la mejor opción provincial era Solanas, para mantener una coherencia K. De ese modo, Irigoyen y Delcanto reparten boletas de Leissa, pero no de Emilio.
En el justicialismo sospechan que todo pueda ser una estrategia acordada entre Irigoyen, Leissa y Martínez Garbino, para despegar al actual intendente del candidato a la sucesión. Si fuera así, la obra de teatro sería excelente, porque las discusiones parecen llevar algunos años. Igualmente, tampoco debe descartarse nada en el mapa político de Gualeguaychú.
Asimismo, la oposición señala que la única intención de la candidatura provincial de Martínez Garbino, es la de arrastrar votos para mantener a Gualeguaychú en manos de su agrupación política.
Bahillo y Pemo
El peronismo del sello, el PJ, postula a Juan José Bahillo, También de la generación que ronda los 40 años, ha sido comerciante y es hijo de Don Alberto Bahillo, uno de los empresarios más meritorios que diera Gualeguaychú en varias décadas.
Bahillo, que está orgulloso de la calidad de los tradicionales helados que inventara su padre, presenta también a figuras nuevas para la política. Tal el caso del contador Martín Fernández, presidente del club Juventud Unida, y del profesor Marcos Henchoz. Bahillo transita prácticamente sin Busti y parcialmente con su candidato a gobernador, Sergio Urribarri, quien resulta el principal aspirante a quedarse con la elección provincial.
En Gualeguaychú, podría afirmarse que Urribarri es un neutro, que no genera desmedido entusiasmo pero tampoco provoca rechazo. “Pemo” Guastavino es, en ese marco, el único capaz de empardar o superar la figura de Emilio. Es para Bahillo lo que es Emilio para Leissa. Cuenta, además, con la amistad probada del presidente. Y aunque no es candidato –dato que la oposición recuerda cuando puede-, Guastavino simboliza una gestión activa, un paquete de obras importantes para mostrar (Ruta 42, Canal Clavarino, Escuela Técnica, Acceso Sur, Autopista, etc), y un fuerte protagonismo en la relación directa con la gente.
Es que Pemo fue vicegobernador de lunes a viernes, y un militante incansable los fines de semana: cada sábado en su casa, desde que es vicegobernador, recibe uno por uno a los vecinos, en un modo artesanal de hacer política.
Los malintencionados indican que Busti quiere que “Pemo” pierda en Gualeguaychú, para que se complique su próxima candidatura a senador nacional. Pero la probada amistad del vicegobernador con Kirchner espanta los fantasmas. Además, Busti es temperamental y egocéntrico pero no arma rings para perder peleas.
Por otra parte, la historia política entrerriana alguna vez le deberá reconocer a Busti que él fue quien ideó, en el año 2002, la fórmula ganadora con Guastavino. En caso de que el PJ de Bahillo llegara al gobierno y destronara a Militancia, el zorro ajedrecista concordiense habrá concluido su estrategia, aunque en este mundo ingrato a ello no se lo reconozca ni su sombra. Acaso con Busti, en ese aspecto, la historia sea menos mezquina que el presente.
La apuesta de Maya
En tanto, el ex senador nacional menemista Héctor Maya, es una incógnita.
El hombre proviene del peronismo histórico y luce valiosos pergaminos: es hijo del primer gobernador peronista en la historia entrerriana, Héctor Domingo Maya. Además, fue legislador nacional (se opuso a la tristemente célebre ley laboral de las coimas del Senado y consiguió para la provincia los fondos de Salto Grande) y perdió por pocos votos contra Montiel en 1999.
La lucha antipapeleras fue uno de los ejes de su campaña. En un momento, llegó a decir que “votar por Bahillo o por Leissa, es votar por el monitoreo de Botnia”. Dicen algunas encuestas cuyas hojas volaron, que Maya se fortalece en los barrios, y encuentra algunos inconvenientes en el centro de la ciudad.
El hombre aspira a ser “la tercera opción” en Gualeguaychú, como propuesta estrictamente local, ya que no lleva candidato a la Gobernación.
¿Pesará en las urnas el tema de las papeleras? ¿Pesará en el voto el desfalco en Tesorería? El voto a Martínez Garbino parece ser una de las claves de la contienda. Si a Bahillo le fuera bien en el comicio, pero el votante también optara por Emilio…¿a cuánto tendría que llegar el corte de boletas para que el PJ se acercara al triunfo? ¿No terminará Leissa ayudado por una buena elección de Emilio? ¿O acaso concluirá Leissa como el receptor de culpas ajenas? Bahillo se formula las mismas preguntas, aunque confía en que, en esta elección, la gente priorizará la figura de los candidatos a la intendencia.
En este comicio no se elige Presidente, figura que siempre pesa mucho, sino que se vota por gobernador e intendente. Y la gente se lleva por el candidato local. Tal el razonamiento que Bahillo repite entre sus colaboradores.
Los desafíos
Dos abogados –Leissa y Maya-, un médico –Ghiglione -, un ingeniero –Moussou- y un comerciante -Bahillo- se disputan la confianza de la gente. Algunos de ellos, en caso de que no se haya resuelto el conflicto de las papeleras, tendrá que comandar la ansiedad y la bronca de la gente, con mucho más equilibrio, claridad mental y decisión que el que se requiere para garantizar el barrido y el arreglo de las calles.
En el presente contexto, la ciudad es un mar de desafíos y de problemas de magnitud variada. Un barco saldrá a buscarlos. ¿Votar a un capitán del mismo barco, con ganas de cambiar varios rumbos y varios hombres? ¿O directamente cambiar de barco, de capitán y de rumbo? Leissa dice que no debe cambiarse el barco, sino que es necesario un fuerte golpe de timón. ¿Pensará lo mismo la gente?