Anticipo de la biografía no autorizada de Victoria Villarruel, en un libro de Emilia Delfino

Historias de una vicepresidenta

Edición
1162

La periodista Emilia Delfino acaba de publicar La generala, una biografía no autorizada sobre la vicepresidenta Victoria Villarruel, que reconstruye su trayectoria política, su historia familiar marcada por el vínculo con el terrorismo de Estado, y sus verdaderas ambiciones dentro del poder. “Para mí había una necesidad de terminar de contar el cuadro de poder de La Libertad Avanza. Obviamente Milei es una figura que muchos colegas han investigado, pero faltaba contar quién es Victoria Villarruel: esta figura enigmática, con muchas cosas de su pasado que ha buscado ocultar”, explicó la periodista. En esta edición, un anticipo del primer capítulo del libro.

 

Por Emilia Delfino

 

En 2021 Javier Milei buscaba a su compañera de fórmula para competir como diputado de la Nación por la Ciudad de Buenos Aires, su primer cargo político y electivo. El encargado de elegir a la segunda de la lista de La Libertad Avanza era su asesor de campaña, el politólogo Mario “Pato” Russo.

Russo viene del peronismo bonaerense, es un conservador nacionalista y peronista, un provocador, batallador de la guerra cultural de la derecha. Nació en 1981. Hizo un posgrado en Etología (estudio del comportamiento animal) en la Universidad Nacional de La Plata y se especializó en comunicación no verbal. Siempre está con un libro en la mano. Se parece a Milei. Pero se parece más a Villarruel.

El armador, que le había entregado al economista libertario la estrategia para ganar las elecciones legislativas de 2021 en el distrito porteño, recibió tres opciones: la humorista y conductora Lizy Tagliani —nunca trascendió por qué—, la comunicadora libertariaRebeca Fleitas y la presidenta de la organización civil Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), Victoria Villarruel. No dudó ni un segundo. Se había formado en la batalla cultural, era estructurada, sólida y rápida para contraargumentar. Y conservadora, como él, no “grasa, como Milei”.

Se acercó a ella con una premisa natural para un bilardista: lo importante siempre es ganar.

Llegó a ella rápidamente porque comparten un conocido en común. Más que conocido, para Russo es su padrino político: el también bahiense Vicente Massot. Abogado, empresario y el primer periodista en ser acusado por supuestos delitos de lesa humanidad durante la última dictadura, Massot es uno de los hombres detrás de la construcción de Villarruel como figura pública y como presidenta de la organización que lucha por los derechos de las víctimas de las organizaciones armadas de los años 70. Al menos, eso es lo que cuenta él, aunque ella no lo reconozca.

Russo llamó a Massot y le consultó al exdueño del diario La Nueva Provincia si creía que Villarruel aceptaría ser candidata a diputada junto con Milei. Massot se comunicó inmediatamente con ella: “Está yendo ‘Pato’ Russo a verte, recibilo”. Habían esperado ese momento durante años.

Lo conquistó de inmediato. Villarruel recibió a Russo en su hogar, en Recoleta. Estaba sentada en un sillón. Se paró cuando lo vio entrar en la habitación. “No sabía que eras amigo de Vicente”, le dijo. Charlaron un buen rato. Él le preguntó cuáles eran sus“muertos en el placard”. Ella le aseguró que no era una negacionista de la dictadura de 1976. Él se quiso asegurar: “¿Estás segura de que nunca, en ninguna entrevista, dijiste que a los guerrilleros habría que haberlos matado a todos o algo así?”. No, le aseguró ella. “No, nunca porque no lo pienso”. Él la probó otra vez: ¿estaba dispuesta la chica de Recoleta a hacer campaña comiendo un choripán en el barrio de Constitución? “Me encanta”, le respondió ella con una sonrisa. Russo no lo sabía, pero Villarruel pasó sus primeros ocho años en ese barrio porteño. Ella afirmó: tenía muy en claro lo que quería en política. Así nació la alianza entre Milei y Villarruel.

Russo había encontrado la “novia de Recoleta” para el “motoquero sureño”. Una referencia que hizo pública más tarde y que molestó a Villarruel. “¿Así que soy la novia de Recoleta?”. “Siempre quiso ser diputada”, recuerda Sergio Maculan, quien la trató entre 2012 y 2016, cuando iban juntos a las cárceles a visitar a los militares presos por delitos de lesa humanidad. Su esposa y socia, Josefina Margaroli, asiente y confirma. Villarruel había comenzado a hacer política en el Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. En 2014, fue candidata suplente de la agrupación de abogados Bloque Constitucional. La lista buscaba llegar a la silla que ocupan los abogados en el Consejo de la Magistratura de la Nación, el organismo que elige y controla a los jueces nacionales y federales.

Cuando Russo apareció, Villarruel estaba en un momento bisagra. Se había instalado como figura pública a través de las redes sociales pero, sobre todo, con su participación en programas de televisión como Intratables. Desde hacía años guardaba un plan B, en caso de que el Celtyv no pudiera seguir sosteniéndose económicamente: trabajar en la agencia de seguridad de su padre, en Rosario. Por eso estudió la tecnicatura en Seguridad Urbana y Portuaria en la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), donde se recibió en 2015. Nunca debió activar ese plan. El tiempo de la política llegó antes.

Había intentado incursionar en el terreno partidario con anterioridad. Los primeros pasos fueron frustrados. En 2019, el militar retirado Juan José Gómez Centurión, alumno de su padre en la escuela de comandos del Ejército y veterano de la guerra de Malvinas, le ofreció ser candidata de su espacio en la Ciudad de Buenos Aires. Se conocían de las marchas contra el aborto. Había que formar el partido, salir a buscar afiliaciones a la calle. Villarruel rechazó la oferta. Le dijo que no estaba preparada.

A la semana siguiente, anunció que se sumaba al espacio de Darío Lopérfido y la coalición “Republicanos” en la ciudad de Buenos Aires. “Con Darío tenemos una amistad en la cual él valora la lucha por las víctimas del terrorismo y acuerda con mi militancia provida, la cual además comparto con varios miembros del espacio”, escribió entonces Villarruel en Facebook. Un mes más tarde,Lopérfido renunció a su candidatura para “no perjudicar” al PRO en la Ciudad.

En diciembre de ese año, Javier Milei y Victoria Villarruel coincidieron en un encuentro en Santa Fe, organizado por la entidad de derecha LiberAR Argentina. Los invitados estrella eran Ricardo López Murphy y Gómez Centurión. Una postal de la derecha previa a la pandemia por el Covid-19. Todo cambiaría rápidamente.

Antes de Milei, Villarruel también intentó acercamientos con López Murphy pero no hubo compatibilidades. Cuando Russo la llamó, estaba tratando de formar un espacio con otro economista liberal, Roberto Cachanosky.

En 2021, el economista libertario era la esperanza de un sector de la derecha porteña que buscaba enfrentar al jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta. Lo consideraban el próximo presidente de Argentina y querían evitarlo. El dirigente del PRO terminaría muy lejos de esa proeza. Uno de los hombres que apostaba a Milei era el militar retirado Gómez Centurión. En sus acuerdos para construir apoyos a la candidatura, le pidió meter dos mujeres en la lista: la segunda y la cuarta candidata a diputados nacionales por la Ciudad.

Gómez Centurión propuso a Villarruel, con el objetivo de introducir en la agenda el debate sobre los 70. En el cuarto lugar pidió a María Fernanda Araujo, para el tema de Malvinas. Además las dos defendían la causa de “las dos vidas” contra la legalización o despenalización del aborto. Así fue como Villarruel terminó en esa lista de tres opciones para Russo.

—No podés llevar a una candidata libertaria como segunda de la lista, tenés que abrirte hacia este lado, esto no es liberalismo, es otra cosa —le planteó Gómez Centurión.

—¿A quién sugerís?

—A Victoria Villarruel. No la tenés que fabricar, ya está fabricada, le va muy bien en televisión, es un perfil fuerte y te va a terminar de consolidar como un candidato de la derecha.

—Me encanta Victoria —respondió Milei.

Tras la reunión, Gómez Centurión le escribió a Villarruel:

—Te acabo de presentar como candidata con Milei.

—Gracias —le respondió a secas.

Desde hace rato, Villarruel ya no le contesta los mensajes. Pero sí al consultor político Mario “Pato” Russo. Russo tuvo una fuerte pelea con Milei. El economista lo expulsó del espacio por desarreglos profesionales, explica un hombre de La LibertadAvanza. Russo, por su parte, dice que se fue por decisión propia. En2025, el politólogo al que le adjudican la idea de la “casta” está donde siempre apostó: al lado de Villarruel. Aseguran, muy cerca de él, que la asesora para la construcción de su candidatura presidencial. Siempre creyó en ella.

Russo está convencido de que Villarruel es el futuro y que Milei tiene un techo, que el Presidente caerá por su propio peso. Suele decir en las charlas sobre el libertario: “Yo construí el monstruo, pero le puse la bomba adentro”.

Puede haber abismos entre un liberal libertario y una conservadora católica. Pero Milei y Villarruel encontraron puntos inexplicables y hasta sentimentales en común. La intransigente posición en contra de la legalización y despenalización del aborto, la “batalla cultural” contra el progresismo, su desprecio por el ambientalismo, una relación estrecha y profunda con sus hermanas, el amor por los perros.

La campaña de 2021 los mostró unidos, sin rencillas ni desconfianzas. Los ejes de La Libertad Avanza eran la libre portación de armas para defensa personal y el empoderamiento de las fuerzas de seguridad, la reducción del Estado y del gasto público, la dolarización y la mano dura.

—¿Qué le aportaba Villarruel a Milei?

—Para el conservadurismo, el liberalismo es pecado. Es un concepto que se repite mucho en los ámbitos en los que estamos — explica el ultraconservador Francisco Sánchez, primer secretario de Culto del gobierno de Milei, hasta su expulsión en agosto de 2024—.

Ella lo que le ha aportado es esa capacidad de adaptarse y decir que posiblemente no tengamos un grado de adhesión absoluto pero que en este momento se necesita esto. Vamos a adaptar la forma que tenemos de ver el mundo para llevar una propuesta política que aglutine gente de los dos campos. Creo que (Juan José) Gómez Centurión intentó a través de un partido político y su candidatura a Presidente una base filosófica y política, esa base se terminadesplazando hacia La Libertad Avanza a través de la figura de Victoria. Para mucha gente que lo veía a Javier como alguien disruptivo y una persona histriónica y fácilmente alterable, ella, con su tranquilidad, pero firmeza le aportó muy bien a la fórmula.

Sánchez es un duro que admira a Villarruel. Es un hombre con vínculos con el sector evangélico y se hizo conocido porque en agosto de 2022 pidió la pena de muerte para Cristina Fernández de Kirchner. Llegó al gobierno de Milei con la pretensión de derogar la ley del aborto y cuestionó el divorcio y el matrimonio igualitario.

Oriundo de Neuquén, se convirtió en uno de los detractores de los grupos mapuches en litigio por la titularidad de tierras en la Patagonia que han protagonizado presuntos ataques a productores y propietarios de estancias, una pelea en la que también se involucró Villarruel.

Sánchez sería el diputado del PRO que oficiaría como uno de los nexos entre el bloque macrista y la dupla de La Libertad Avanza.

Los macristas lo enviaban a dialogar y negociar los votos de los recién llegados al Congreso.

—Creo que es una persona con potencial para ser Presidente de la Nación. El tiempo dirá, las circunstancias dirán —afirma Sánchez.

Antes de las elecciones de 2021, cuando Milei encabezaba la lista libertaria a diputados nacionales por la ciudad de Buenos Aires, su hermana, Karina, creía que no sacaría más de siete puntos, lo que dejaría a Villarruel, segunda en la lista, fuera del Congreso, escribió la periodista Victoria De Masi en su libro Karina. La hermana. El Jefe. La soberana. Por esa razón, no batalló para que esa mujer de la que siempre desconfió no fuera la compañera de lista. Jamás pensó que ganaría una banca.

Las proyecciones de Karina eran mucho más optimistas que las de las encuestas, pero aun así, eran moderadas. La realidad superó sus expectativas. Las de todos. En las primarias de septiembre, La Libertad Avanza obtuvo el 13,66% de los votos y en las elecciones generales del 14 de noviembre, superó el 17%. Fue un batacazo.

Los Milei gozaban, pero el triunfo vino con un “paquete” para la hermana: Victoria Villarruel era diputada nacional.

Ingresaron a la Cámara de Diputados como dos marginales de la política. Nadie los vio venir, pero, por entonces, tampoco les dabanimportancia. Ocupaban las últimas bancas del recinto, al fondo, junto a los diputados de la izquierda.

Estaban aislados, en una Cámara bajo el comando del todopoderoso Sergio Massa, entonces uno de los hombres fuertes de la coalición gobernante, que lideraban Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. No importaba. Quince años antes, investigaba los archivos de la hemeroteca del Congreso para reconstruir las historias de las víctimas de las guerrillas. Ahora, ocupaba una banca. Villarruel había sido elegida, algo a lo que su sector ideológico no está acostumbrado. Ser elegido. La hija del postergado comando del Ejército, al que le habían negado los honores, había triunfado.

“El voto ya demostró que a mí los argentinos no me repudian”, le dirá a La Nación a finales de 2023.

El paso de Milei y Villarruel por Diputados fue intrascendente desde el punto de vista legislativo. No asistían a las comisiones, no participaban de los debates —a excepción de algunas intervenciones de ella—: pasaban inadvertidos. Villarruel asistía a las reuniones de los bloques con la diputada Carolina Píparo. Milei se dedicaba a los medios.

Durante sus cuatro años como diputada, Villarruel presentó 16 proyectos, según el archivo del Congreso. La mayoría son pedidos de informes sobre decisiones del gobierno de Fernández, una solicitud para declarar persona non grata al mandatario venezolano Nicolás Maduro y al expresidente boliviano Evo Morales, dos propuestas de derogación de leyes (la de competitividad y la emergencia territorial indígena) y un proyecto para modificar una ley tributaria. Acompañó otros 40 proyectos.

Con Milei tenía buena relación. Incluso demostraciones de cariño. Le quitaba la caspa de la solapa del saco, lo asistió con gestos maternales cuando se sintió mal durante una sesión. Conversaban de cosas personales (de él, ella no habla de su vida personal), Villarruel le sugería que le regalara flores a la humorista Fátima Florez. Había afecto real entre ellos. Pero tenía fecha de vencimiento.

 

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1162, del día 24 de julio de 2025)

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