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21 años sin Fernanda: “Es muy probable que Lencina se haya llevado el secreto al infierno”, dijo Halle

"Fue un hecho que me marcó, marcó mi vida", afirmó Halle.

Este viernes 25 de julio se cumplirán 21 años del secuestro y desaparición de Fernanda Aguirre, el caso criminal que más impactó en la historia provincial reciente, la chica que vive en la memoria colectiva entrerriana. Con la recompensa por datos que permitan develar el misterio aún vigente, por 2 millones de pesos, nunca se acabará la esperanza de que alguien diga qué hizo Miguel Ángel Lencina aquella tarde del invierno de 2004 con la chica de San Benito.

Se mantiene la oferta de recompensa de parte de la Nación.

Un protagonista relevante de aquellas semanas y meses de búsqueda de respuestas fue el exsecretario de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos de la provincia, José Carlos Halle, quien previamente fue juez Correccional y unos años después intendente de Paraná. Tras dos décadas sin hablar públicamente sobre este caso que lo marcó, el exfuncionario habló con el programa Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral).

—¿Cuánto tiene presente el caso de Fernanda Aguirre con el paso del tiempo, qué recuerdos se le presentan en el día a día?

—Lo tengo presente. Como toda memoria, uno recuerda muchas cosas. Esa frase de Borges de que la memoria es como pedazos de espejos rotos, es muy cierta. Uno entra a reconstruir sin un hilo, sin el expediente, sin charlar con la gente. Ya han pasado más de 20 años. Tengo recuerdos porque fue un hecho que me marcó, marcó mi vida, marcó mi función. Yo venía de 10 años de ser juez penal y en ese momento terminé siendo Secretario de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, y había vuelto a la política. Tuvimos la tragedia del secuestro de Fernanda en un contexto muy raro, porque en ese momento se secuestraban cuatro o cinco personas por día en el conurbano bonaerense. La prensa nacional, especialmente los canales nacionales estaban acá, vivían en Paraná todos los días, tenían contacto con nosotros y llevaban la noticia. Tenía la misma trascendencia que el secuestro de un empresario en el conurbano. Avanzado este proceso, se dieron cuenta de que esto era otra cosa. Esto no tenía la característica del secuestro extorsivo clásico. Incluso cuando vino la SIDE con tecnología y aparatología para ayudar a la Justicia, en este caso a la Justicia Federal, de nada servía porque no sabían dónde estaba. Lencina estaba preso, vivía en la cárcel, y su familia vivía en un rancho. No había ninguna posibilidad de tener logística, ni tecnología, ni siquiera para poner un micrófono o filmar.

La tapa de ANÁLISIS con la foto inédita de Miguel Ángel Lencina.

Fue un momento muy trágico, muy doloroso. Incluso cuando detienen a Lencina y se lo lleva a San Benito, la gente lo quería linchar. La gente se fue amontonando en la comisaría. La Policía lo trajo desde Concepción del Uruguay porque estaba preso allí, había tenido una salida transitoria que, como recordarán, generó también un jury al juez de Ejecución. Él había cumplido con las formalidades que da la Ley y entonces tenía esa salida transitoria. En esa salida transitoria es donde secuestra y casi seguramente mató a Fernanda. Por los antecedentes que teníamos: dos muertes antes, dos violaciones antes. Incluso las muertes de las dos chicas que él había matado en los dos homicidios anteriores, por los cuales estaba preso, sucedieron las mismas cuestiones: aparecieron las prendas de vestir, las zapatillas, el buzo, como aparecieron las prendas de Fernanda. Los mismos investigadores decían: “Peor. Esto es otra demostración más acabada de que la mató. Lo que pasa es que no tenemos dónde encontrarla, no tenemos cómo encontrarla”. Y mucho más porque hubo una ventana de tiempo muy larga. Cuando la niña es secuestrada por Lencina, a las 3 o 4 de la tarde, era un domingo, hacía frío, había poca gente. Si bien la gente los domingos va al cementerio en San Benito, en ese momento jugaba Argentina con Brasil, y había poca gente. Algunos lo alcanzan a ver a Lencina, era una persona que llamaba la atención por su cara, su presencia, su altura, su fuerza, por lo que transmitía y le daba miedo a la gente. Tanto así que ese temor que transmitieron los testigos fue por lo que Carlos Catena (exdirector de Investigaciones) dice: “¿Pero este este no es Lencina?”. Otro le dice: “Lencina está preso”. “¿No habrá salido?” Y ahí fue como se rebobinó 24 horas y se ataron los cabos. Entre las 3 y las 4 de la tarde hasta que dan aviso a la Policía —habrá sido a la medianoche— habrán pasado 7 u 8 horas. Fue difícil encontrar a la chica del segundo homicidio, y habían hecho un rastreo en un campo chiquito. ¿Te imaginas el tiempo que tuvo este chacal para hacerla desaparecer?

—¿Cree que alguien sabe dónde está Fernanda?

—No sabría decir. Es probable que la mujer de Lencina supiera, pero tampoco te diría, porque conforme tengo organizado en el cerebro lo que recuerdo del suceso, es que él vuelve a buscar a la mujer y se van, creo que a la Terminal, donde se encuentra con Monzón, y ahí pasan y comen. Y él dice como que le salió un secuestro. El secuestro le sale —esto infiero yo—, porque la niña advirtió que la tragedia se le venía encima, entonces habrá dicho: “Mamá tiene 2.000 pesos”, quizás para salvar su vida. Porque si no, no tiene ninguna lógica que Lencina hable al teléfono de la casa de Fernanda y pida el rescate. Su modus operandi, por lo menos lo que había pasado antes, era que él las encontraba, las violaba, las mataba y las enterraba, las escondía, o las tiraba. Y a todas les sacaba la ropa y la regalaba a algunos. Así que Mirta Chávez tampoco, capaz que ni supo, tampoco sabe. ¿Quién sabe? La verdad no lo sé.

—¿Creyó en su momento la teoría del suicidio de Lencina?

—Lo del suicidio fue fulminante, realmente fue una cosa inesperada. Si había algo que se podía caer más todavía, con eso se cayó. Era increíble lo que pasó esa mañana. Yo recuerdo que estábamos en Casa de Gobierno y estaban todos los medios nacionales esperando que hablara el gobernador y diera el parte, el informe diario. En el momento que estaba por hablar, me llama Geuna (exjefe de Policía) y me informa que se había suicidado. No sé si me vio la cara Jorge (Busti), me vieron la cara los periodistas, no sé qué cara habré hecho. Entonces yo les dije: “Dicen que se suicidó Lencina”. Entonces, los mismos periodistas dijeron: “Bueno, salga gobernador y diga que están en la investigación, y después salga usted, dentro media hora, diga lo que pasó, mientras buscan la causa”. Lo primero que se me ocurrió, aparte de hablar con el fiscal y con el juez, fue separar inmediatamente a toda la Policía. De todos modos, tampoco cerraba desde ningún punto de vista. No sé qué razón habría para que la Policía lo matara, porque eso es lo que se decía.

—Lo que se sospechaba era que había sido torturado para sacarle información, que lo habían ahorcado y habían plantado o montado la escena.

—Lo que más me pasó fue la desesperación. Yo decía: “Sacámelos a todos de encima, vamos a echarlos a todos. Se terminó, no queda nada”. En ese momento me habla Rosario (Romero), era diputada nacional. Dice: “Yo estoy en la comisaría, yo los conozco a los policías. He intervenido”, y es cierto, había intervenido en muchas causas, incluso en varias contra la Policía. Me dice: “No te juegues la vida con esto. Acá me parece que este tipo se mató en serio. Haceme caso, que acá no es como están pensando”. Él tenía una nota, los dos tenían una nota (por las cartas que se enviaban con Chávez anunciando el suicidio). Si se hubiera hecho un cacheo, quizás se hubiera podido prevenir el suicidio porque él avisa que se va a encontrar con ella.

La madre de Fernanda, Inés Cabrol, luchó por encontrar a su hija hasta su muerte. El papá, Julio, continuó con el reclamo, junto a sus hijas.

—Igualmente hubo jugadas sucias de parte de la Policía, ¿no? Como lo fue el pedido de auxilio que apareció en Santiago del Estero.

—No sé si la Policía... Había de todo. Yo tenía una cola de tipos que me venían a contar de qué se trataba, hasta brujos. Y después la locura de pedir plata, todos querían encontrar el “huevo de oro”. Fueron momentos horrorosos con gente sufriendo en un momento muy crítico, en un momento de zozobra porque la investigación estaba estancada, porque teníamos al tipo y ese tipo se nos muere, se nos suicida. Estaban hasta los elementos de la niña. La SIDE se va porque dice: “Esto no es un caso nuestro”. Esta fue la peor parte, yo no sabría decirte si es la Policía. A mí me parece que muchísima gente mala jugó con la esperanza que tendríamos cualquier padre de que nuestro hijo esté vivo. Si mi hijo no apareció, mi hijo está vivo. Hasta que no lo vea muerto, va a seguir vivo. Yo voy a seguir. Todo daba que a Fernanda la había matado este tipo. Pero bueno, yo creo que hubiera sentido lo mismo que los padres. La verdad no sé si alguien sabe, es muy probable que Lencina se lo haya llevado al infierno.

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