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El futuro de Vaca Muerta en el espejo de la historia, de Arturo Frondizi a un presente desafiante

Durante la administración Frondizi y en solo cuatro años la producción de petróleo creció 273%

Nicolás Gadano
Basada en el desarrollo de los abundantes recursos de Vaca Muerta, la industria argentina de los hidrocarburos se encamina a superar en el corto plazo los máximos históricos de producción -847 mil barriles de petróleo en 1998, y 144 millones de metros cúbicos diarios de gas natural en 2004-, para convertirse en un fuerte exportador y aportante de divisas para la economía.
 
Aun en un escenario de precios internacionales relativamente moderados (en torno a los 60 dólares por barril), proyectamos que para el fin de la década el saldo comercial favorable del sector energético rondará los veinte mil millones de dólares, soportados principalmente por las ventas de crudo y, en menor medida, por el gas natural exportado tanto por medio de los gasoductos regionales, como a través de las plantas flotantes de LNG que forman parte de proyectos que ya se han iniciado, como es el caso de Southern Energy (consorcio liderado por PAE y los noruegos de Golar, al que se han asociado YPF y Pampa).
 
Para alcanzar ese nivel de exportaciones estimamos que en 2030 la producción de crudo alcanzaría los 1,5 millones de barriles diarios, un 100% superior a los niveles actuales. Este crecimiento, del 14% acumulativo anual, parece desafiante no solo por las inversiones requeridas en el upstream, sino también por la infraestructura de tratamiento y transporte asociada. Aún con una macro más ordenada y con un escenario de precios internacionales favorables, persiste en algunos el escepticismo respecto a la capacidad de la industria de dar un salto de esta magnitud.
 
En este sentido es interesante levantar la mirada para repasar la rica historia del petróleo en Argentina, cuya explotación sostenida ha cumplido más de cien años. Incluso en la provincia del Neuquén, epicentro de la actividad no convencional, la primera explotación petrolera se inició hace 107 años, en la zona de Plaza Huincul.
 
En todas estas décadas de actividad petrolera argentina, pueden identificarse dos momentos históricos de fuerte expansión de la inversión y la producción, con tasas de crecimiento incluso superiores a las que estamos proyectando para el futuro inmediato de Vaca Muerta.
 
La primera expansión se registra durante la presidencia de Arturo Frondizi, entre 1958 y 1962. En solo cuatro años, la producción de petróleo se triplicó (de 5,6 millones de metros cúbicos en 1958, a 15,6 millones de metros cúbicos en 1962), reduciendo prácticamente a cero las importaciones y el déficit energético previo. La producción de gas creció a un ritmo aun mayor, pasando de 4,5 a 17 millones de metros cúbicos diarios en el mismo período, con un crecimiento del 273% en tan solo cuatro años.
 
La segunda expansión corresponde a los años 90, bajo la presidencia de Carlos Menem. La producción de crudo creció de 460 mil barriles diarios en 1989 al máximo histórico de 847 mil barriles en 1998, y la de gas de 66 a 116 millones de metros cúbicos diarios. En ambos casos, la producción superó a las necesidades de consumo interno, convirtiendo al país en un exportador neto de crudo (se construyó un oleoducto desde Neuquén a Chile), y de gas natural, con nuevos gasoductos uniendo las cuencas argentinas con países vecinos.
 
¿Qué elementos centrales explican estas expansiones tan notorias en nuestra historia petrolera? La combinación de recursos / reservas de petróleo y gas natural disponibles para su desarrollo y extracción, y una clara apertura de la industria al capital inversor local e internacional, complementando a las inversiones de la siempre presente YPF.
 
En 1958, YPF había descubierto reservas importantes en varias cuencas del país, pero no contaba con los medios ni el financiamiento en divisas para explotarlas, escollo que el presidente Frondizi superó con un ambicioso programa de contratos con empresas petroleras internacionales, la polémica “batalla del Petróleo”. En los años 90, la amplia apertura, desregulación y privatización permitió incorporar recursos y tecnología cuya ausencia había mantenido a la industria subdesarrollada, destrabando inversiones y permitiendo nuevos niveles de producción más elevados.
 
Estos dos elementos, recursos abundantes e impulso a la inversión privada, se combinan nuevamente en la coyuntura actual. El potencial productivo de Vaca Muerta es enorme (muy superior a lo que podía esperarse en los años de Frondizi y Menem con recursos convencionales), y la política económica en general, y energética en particular, se orienta hacia una industria competitiva, privada y exportadora, tal como muestran los cambios a la ley 17.319 de Hidrocarburos aprobados en 2024 a través de la ley Bases.
 
Con esta comparación histórica no queremos decir que el crecimiento del sector esté garantizado, o que no enfrente riesgos y dificultades. El mercado internacional de hidrocarburos es volátil, y en el plano interno aún faltan varios pasos por dar para que las grandes compañías internacionales tengan plena confianza para invertir en Argentina. Pero todo indica que están sentadas las bases para una nueva expansión productiva de esta industria, superando sus récords anteriores en beneficio de los argentinos.
 
Fuente: Clarín

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