El reportaje impertinente a Venus Caminoa de Tardelli

“No he sido, no soy, ni seré nunca peronista”

Edición
1162

Tiene 95 años. Integró el Superior Tribunal de Justicia de Entre Ríos. Venus Caminoa de Tardelli, no ha perdido su lucidez ni su pensamiento que mantiene estoica. Viuda del reconocido abogado Juan Antonio Cuco Tardelli recordó con Análisis, como fue su vida como magistrada, quÉ opina de Cristina Kirchner, de Frigerio y del peronismo actual.

 

Claudia Martínez

 

La casa de Venus –aunque suene a un título poético- es una casa llena de recuerdos, casi detenida en el tiempo. Aún en el living de la casa de la entrevistada-Venus Caminoa de Tardelli, vale la aclaración-conserva un piano donde seguramente alguien, desplegó su amor por la música. Plagada de retratos, recuerdos y fotos familiares, la nota transcurrió amenizada por un rico café, y muchas anécdotas.

 

Ex magistrada, ilustre abogada, la ex integrante del Superior Tribunal de Justicia, contó su vida y su derrotero  en la provincia.

 

Amable, lúcida, y con lujos de detalles, habló sobre cómo conoció a su esposo, el inolvidable Cuco Tardelli, radical, muy recordado por sus correligionarios y por la historia política entrerriana.

“Vení, sentate conmigo”, dijo y habló casi sin parar.

 

Nacida en Santa Fe el 21 de septiembre de 1929, sus padres se habían casado en Buenos Aires, pero buscaron como destino Entre Ríos, previo paso por Santa Fe.

 

“Había ganado las elecciones en Entre Ríos el doctor Quirós. El doctor Quirós estaba casado con una señora, Valentina Fautou, quien  tenía relación con mi mamá. Entonces, no sé si se ofreció, si mi papá lo pidió, o si realmente hubo alguna otra tratativa, pero al ganar el doctor Quirós, mi papá podía ingresar en la administración pública por  Valentina Fautou. De manera que, con el puestito administrativo de mi papá, se instalaron en Paraná. Pero había habido un paso anterior, yo no sé cuánto tiempo habrá pasado en Santa Fe, y ahí nací yo, en Santa Fe, justo”, relata sentada en el sillón de su living.

 

Para Venus, nacer  el 21 de septiembre de 1929 significó estar predestinada. Para ella era una fecha señalada dentro del calendario anual.

 

La historia de amor y la posterior familia que formaron con Juan Antonio Cuco Tardelli, nació de las interminables reuniones que se realizaban en el Centro de Estudiantes de la Facultad de Derecho de Santa Fe, que alguna vez funcionaba en Paraná. Gran cantidad de heroicos futuros abogados y abogadas, tenían ese lugar para juntarse en la época que aún no había túnel subfluvial y viajaban en lancha para ir y venir a la vecina provincia.

 

“Con quienes estudiábamos nos encontrábamos a veces en la balsa, o directamente haciendo cola para tomar la lancha.  Un día, como nunca, estábamos todos al mismo tiempo en el centro de Estudiantes en Paraná, y abre la puerta una señora de rodete, canosa, mayor, vestida muy sencillamente. Estábamos, como nunca, todos ahí. Y dice, ¿dónde está el Cuco Tardelli, que me acaba de correr y me acaba de romper las medias? Fue una carcajada general, porque esta muchacha era también un personaje un poco patético... Bueno, yo no sabía quién era el Cuco Tardelli. Se va esta mujer, quedamos con los comentarios jocosos de esa situación, y en un momento dado, abre la puerta el Cuco Tardelli. Pobrecito… una carcajada general lo recibió. Y él no podía entender a cuento de qué nos reíamos.

 

- ¿Lo conoció ahí?

-Ahí, en ese momento, cuando abre la puerta... Yo no sabía de qué se trataba. Estás corriendo a... A fulana de tal. La andás corriendo y... No sabía lo que pasaba. Porque claro, esta mujer lo había presentado como un ser nefasto. Y ahí lo conocí. Ahí supe quién era. Pero no tuvimos ni ahí, ni muchos años en la facultad, ninguna relación. Pero bueno, era el grupo de Paraná.

 

-Y se enamoraron.

-Sí. Yo un poquito después.

 

-. ¿Usted, en qué parte de la justicia trabajó?

-Yo ingresé al Poder Judicial nombrada por el doctor Raúl Uranga como agente fiscal en Rosario del Tala. Yo había ido, le pedí una audiencia, porque yo sabía que existía una vacante de defensoría en el Juzgado de la Paz. Mi deseo de ejercer la profesión era imposible. Lo que yo quería, ejercer la profesión libremente. Posiblemente, subyacente estaba mi deseo de actuar políticamente. Y necesitaba entonces la libertad de ejercicio profesional. Bueno, nada de eso se dio. Fui a pedirle al doctor Uranga si me podía nombrar como defensora en esa vacante que existía en La Paz. Lo recuerdo perfectamente. Se dio vuelta, miró el mapa de Entre Ríos y dijo: “Tengo una vacante de agente fiscal en Rosario del Tala”. A mí me daba lo mismo, pero era económicamente mejor. Y me nombró.

 

(Más información en la edición gráfica de la revista ANALISIS, edición 1162, del día 24 de julio de 2025)

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