Relato falaz frente al abogado del Diablo

Luis María Serroels,
especial para ANÁLISIS DIGITAL

En una incursión de campaña presidencial por el interior de la provincia, el mandatario desgranó un montón de conceptos que sería útil revisar con espíritu crítico, porque indican un alto grado de arrogancia en un culto de sí mismo que no resulta saludable. La ausencia de encuentros con el periodismo mano a mano y a agenda abierta, no posibilita acceder a cuestiones trascendentes y conocer directamente de su boca las respuestas a los interrogantes que se hacen diferentes sectores de la vida provincial. Pensamos que un buen Abogado del Diablo entablaría un diálogo muy jugoso y sin condicionamientos con Sergio Urribarri.

De Lucifer, Luzbel, Demonio, Mefistófeles, Belcebú, Satanás, Leviatán, Mandinga o como quiera llamársele, grandes cosas se pueden aprender porque sabe mucho más por viejo que por diablo. A los dichos del gobernador, seguramente aconsejaría (el diablo) hacerle un puñado de preguntas y observaciones que inexorablemente les harán quienes lo observarán en una especie de tomografía política.

En las declaraciones de marras ante integrantes de su propia tropa, lo cual nada le añade a su propósito de crecimiento colectivo, Urribarri garantizó a partir de 2015 “más proyecto nacional y más profundización de las políticas de Estado”. El diablo le preguntaría a qué políticas de Estado alude, porque la del poder adquisitivo no es tal en razón de la inflación, fogoneada ésta por la inamovilidad de las bases del impuesto a las ganancias que se termina devorando una importante porción de los aumentos logrados tras dura puja en paritarias.

Habló de los “candidatos de los medios” para definirse como “el candidato de la gente”, esa cosa amorfa e indefinida que enfrentada a una cuantificación deja el tendal de candidatos frustrados en el camino. Lucifer se preguntaría si los medios que billetera oficial mediante lo encumbran al gobernador y que curiosamente jamás le objetaron nada ¿hasta dónde son creíbles?

Aludió además el mandatario a que “no se podrán borrar ni con 100 tapas de algunos medios todo lo hecho para que millones de argentinos puedan vivir dignamente”. ¿Se referiría -advierte Satanás- a la dignidad de las crecientes franjas de pobres e indigentes; los jubilados triturados por la incuria presidencial rociada con dosis de desobediencia a la propia Corte Suprema en sus sentencias reparadoras de los derechos de la clase pasiva?

¿Urribarri ve como política de Estado el mantener inalterable que la AFIP se apropie de casi la mitad del sueldo bruto de un trabajador y que el contribuyente argentino sea quizás el más castigado del mundo por la cantidad y variedad de impuestos que debe soportar? Nunca protestó que se sacaran fondos de la Cuenta Provincias para destinarlos a Fútbol para Todos. En su último impuestazo decidió no transferirle coparticipación a los intendentes, muchos de los cuales se callan porque lo necesitan como padrino para sucederlo en 2015. Su inobservancia de la Constitución en la designación de jueces tras concursos transparentes y del nuevo titular del Tribunal de Cuentas eludiendo lo que la Carta Magna provincial ordena, no es una buena carta de presentación.

Al diablo le sorprende que el discurso del gobernador entrerriano nunca ha incluído una condena explícita contra la corrupción. Es que condenar la corrupción lo obligaría a alejarse de muchos despachos del gobierno nacional donde tiene buena llegada.

Sorprendido se mostró Satanás cuando Urribarri aludió a los pequeños y medianos productores y de un supuesto interés en considerarlos depositarios de las políticas de Estado para que no sólo no se vayan del campo sino además para crecer y no ser engañados por las patronales agropecuarias (se advierte que desconoce los datos sobre la caída de la actividad láctea, los cierres de frigoríficos, el despido de trabajadores del sector y el desplome del stock ganadero que nos dejó rezagados entre los países que exportan carnes rojas, como obsequio de las pésimas políticas “morenistas”, agravado por el desinterés del ministerio nacional en dialogar con la dirigencia).

La senda de crecimiento que el mandatario convoca a seguir, muestra un insólito desconocimiento sobre los índices de la economía actual que preocupa a todo el país, donde, después de despotricar contra los organismos financieros internacionales, el kirchnerismo termina inclinándose para pedir ayuda. Las felicitaciones del FMI a nuestro ministro por sus últimas medidas, eximen de todo comentario. ¿Adoptará el aspirante a suceder a Cristina igual temperamento? Si aplaudió a Néstor Kirchner por haberle pagado al Fondo no sin antes tirarle puntiagudos dardos, hoy debería criticar a su esposa por la conducta errática de Axel Kicillof.

Esta frase “si hoy hay paritarias es gracias a este gobierno, a este proyecto nacional transformador”, indica un olvido histórico. La primera ley de paritarias Nº 14.250, data del 3 de octubre de 1953 y fue promulgada por Juan Perón. No es una mera concesión graciable de ningún gobierno, sino un mandato inexcusable. Pero el modo en que el kirchnerismo las convoca, condicionando los topes de incrementos aunque la inflación castigue el poder de compra de los salarios, no es el espíritu de la legislación vigente. Esto sí que es obra del actual gobierno - que además olvida que las paritarias son más que un instrumento de concertación salarial- como también la forma peregrina en que fabricó la movilidad jubilatoria destinada a negarle a la clase pasiva el 82 por ciento.

A mandinga no se le pasó desapercibido el párrafo donde Urribarri destaca “la valentía de esta presidente de haber recuperado ámbitos estratégicos, recuperamos la soberanía energética estatizando YPF (…) también la soberanía financiera estatizando las AFJP, reformando la Carta Orgánica del Banco Central, reduciendo la deuda externa a su mímima expresión y eso nos da autonomía en las decisiones económicas…”

Aquí sí que Lucifer debió poner todo su empeño para desglosar el discurso. Por ejemplo, si recuperar la soberanía energética es tener que destinar 11.000 millones de dólares anualmente para importar combustibles; si es un acto soberano estatizar YPF e indemnizar a una multinacional con 9.000 millones de dólares tras proclamar que esa operación iba a ser a la inversa, años después de haber aplaudido la privatización; si es soberanía financiera recuperar las AFJP para llenar la Anses con miles de millones de pesos que alcanzan hasta para socorrer a multinacionales automotrices pero no para hacer justicia con los jubilados, y reformar la Carta del BCRA para hacer lo que se antoje con las reservas, reduciéndolas a niveles alarmantes (algo que anteriores autoridades nunca se atrevieron a hacer respetando las leyes, protegiéndole el respaldo al circulante y resguardando el futuro monetario), se está en una grave confusión.

Afirmar que Cristina Fernández ha reducido la deuda a su mínima expresión, es un fenomenal dislate. Consultas formuladas por Luzbel a diferentes economistas e investigadores de estos compromisos que asfixian y condicionan nuestra economía, fueron útiles. Todos coinciden en dar cuenta de un altísimo endeudamiento. En un caso se hace un desglosamiento en estos términos: deuda pública directa: 194.000 millones de dólares; intereses hasta 2.075, 72.300 millones; deuda no registrada, 41.300 millones; deuda indirecta, 21.600 millones y deuda de provincias y municipios, 17.700 millones. A ello deberían añadirse 20.500 –advierte- millones por deudas continentes por juicios contra el Estado.

Otros indican que la deuda pública crece por año unos 11.000 millones de dólares incluyendo capital e intereses. Y llegan hasta citar que en 2013 aumentaba 30 millones por día, o sea 1,2 millones por hora. Y arriesgan que el total llegará en 2014 a 260.000 millones de la verde moneda. Un estudioso y muy didáctico y reconocido periodista económico, respondió que al 30 de setiembre de 2013 el endeudamiento alcanzaba la friolera de U$S 201.099 millones. Aclaró que ese fue el último dato oficial al que se tuvo acceso.

El gobierno habla de menos de la mitad y aunque así fuera, estaría muy lejos de significar una reducción a la mínima expresión según el lenguaje urribarrista. Debería aclararse el origen de su información en tiempos de gran reticencia en dar cuenta sobre tan espinoso asunto que nos atañe y aflige a todos los argentinos. ¿Cuántos dólares adeuda cada niño que nace hoy en Argentina o cada familia tipo? Para acabar con la incertidumbre, sería suficiente con dejar de lado tanto esoterismo informativo que alimenta las especulaciones.

El gobernador elude sistemáticamente hablar en público del alto endeudamiento del Estado entrerriano, las obligaciones perentorias en moneda nacional y extranjera y su reticencia a otorgar aumento de sueldos a empleados que afrontan una grave merma del poder adquisitivo, no obstante ufanarse de la creciente recaudación fiscal.

Si el tenor del mensaje proselitista se basará en el realismo mágico, contrastando con la verdad de todos los días, sus adversarios se estarán refregando las manos. Y si se encamina hacia la denostación permanente, sus más avezados opositores decretarán la defunción de sus ambiciones políticas. Cristina Fernández hará explícito su apoyo a un candidato, recién cuando las mediciones la convenzan de quien merecerá ser su heredero.

El camino hacia el destierro político está plagado de vociferantes que les cierran las puertas a la reconciliación, al respeto recíproco y a la aceptación del pensamiento distinto. Si se subestima la capacidad de discernimiento del ciudadano, se termina extraviando la propia capacidad de comprensión y de tolerancia. Arremeter sin piedad contra los demás candidatos con agravios variopintos, es otorgarles mayor trascendencia y reconocer temores propios indisimulables. Las bendiciones de la Casa Rosada exigirán virtudes y mucha prudencia. A esto no lo dice Mefistósfeles, simplemente lo aconseja el sentido común y la visión política.

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