Aseguran que el copiloto estrelló voluntariamente el avión en los Alpes

Para el fiscal, queda claro, además, que el copiloto, de nacionalidad alemana de 28 años y que respondía al nombre de Andreas G. Lubitz., “se negó de manera deliberada a abrir la cabina al comandante cuando éste último quiso volver a entrar”. Robin ha explicado que “el comandante pidió insistentemente que le dejaran entrar a través del interfono que hay para comunicarse con cabina y que no obtuvo ninguna respuesta”.

Asimismo, Robin descartó que el copiloto hubiera sufrido algún tipo de problema de salud y que, por ello, le hubiera sido imposible abrir la cabina. “Se oye en todo momento a una persona respirar, cosa que indica que estuvo vivo hasta el momento del impacto. Es una respiración aparentemente normal, como si no le pasara nada”.

A preguntas de los medios, el fiscal explicó que, según lo que se escucha en la grabación, “los pasajeros fueron conscientes de que el avión se precipitaba de forma inexorable en el último momento. Sólo se escuchan gritos al final. La muerte fue instantánea”.

Ambos pilotos eran alemanes

Los dos pilotos del avión, el comandante Patrick Sonderheimer y el copiloto Andreas G. Lubitz, eran de nacionalidad alemana, según reveló el fiscal Brice Robin, aunque dijo desconocer su “origen étnico” o su religión. Asimismo, precisó que Lubitz, al que responsabilizó de haber destruido “voluntariamente” el aparato, no figuraba en la lista de terroristas buscados.

En este sentido, el ministro de Interior alemán, Thomas de Maizière, afirmó hoy que en el copiloto del avión siniestrado no se aprecian “indicios de trasfondo terrorista”, según las fuerzas de seguridad nacionales.

Lubitz, de 28 años, tenía una experiencia de 630 horas de vuelo y había comenzado a trabajar en Germanwings en septiembre de 2013, según informó a Efe un portavoz de la aerolínea alemana Lufthansa.

La alcaldesa de Montabaur, Gabriele Wieland, explicó a la agencia de noticias alemana DPA que el joven había vivido con sus padres y tenía también un alojamiento en Düsseldorf, ciudad a la que se dirigía el avión de Germanwings que se estrelló con 150 personas a bordo en los Alpes franceses.

“Andreas murió como primer oficial de servicio en la catástrofe aérea”, publicó en su página el Club de Deportes Aéreo (LSC Westerwald) de Montabaur, del que era miembro, al conocer la noticia del accidente el pasado martes. “Cumplió su sueño de volar, sueño que ahora ha pagado caro con su vida”, manifestaban sus compañeros del club en recuerdo de un joven que, señalaban, “comenzó como piloto de planeadores y llegó a ser piloto de un Airbus A320”.

Actitudes extrañas desde el principio

Según el relato que hizo el fiscal, desde el primer momento la actitud del copiloto fue extraña. Robin explicó que tienen la grabación de los últimos 30 minutos antes del impacto. Durante los primeros 20, al parecer las conversaciones entre ambos pilotos fueron del todo normal hasta que, en un momento concreto, el comandante avisa que está preparando el protocolo para aterrizar en Dusseldorf. “En ese momento el copiloto responde lacónicamente al comandante”, relató el fiscal.

Tras esa breve conversación es cuando se precipitan los hechos. El comandante anunció el abandono de la cabina y que el avión queda en manos del copiloto. Se escuchó el movimiento de una de las butacas y una puerta que se cerró. En ese momento, cuando el copiloto quedó solo, accionó el sistema de descenso y no volvió a hablar hasta el momento de la colisión.

Germanwings, consternada

Los responsables de la aerolínea alemana quedaron en estado de “shock” después de conocer el contenido de la comparecencia del fiscal de Marsella. El consejero delegado de la empresa, Carsten Spohr, explicó que Andreas Lubitz había pasado todos los tests psicológicos y que nunca tuvo ningún tipo de restricción.

Spohr relató que Lubitz, “que primero fue azafato antes de ser piloto”, abandonó momentáneamente su formación, por causas que no especificó, pero que posteriormente la retomó y “demostró de nuevo sus capacidades no solo técnicas sino que también psicológicas”.

“Ningún sistema en el mundo puede evitar algo así”, lamentó Spohr, quien aseguró que Lubitz bloqueó la puerta de entrada cuando el comandante, gracias a la introducción de un código de emergencia, intentó acceder a la cabina. “Confío plenamente en nuestros pilotos y en nuestro sistema de elección”, agregó.

Spohr añadió que la compañía desconoce los motivos que llevaron al copiloto a provocar de forma consciente el descenso del avión en el que iban 150 personas, y estrellarlo.

Ya en la comparecencia de ayer miércoles del responsable de la Oficina de Investigación de Accidentes Aéreos (BEA), Rémy Jouty, se dejó entrever en que podía haber algo turbio detrás del accidente del avión. “La curva de la trayectoria es compatible con la de un avión controlado por pilotos, con la excepción de que no imaginamos que pilotos puedan conscientemente enviar un avión hacia la montaña”, explicó, antes de añadir que esa curva también es compatible con la que podría trazar un piloto automático.

Los familiares, informados

Juan Pardo Yáñez, un familiar de tres víctimas en el siniestro aéreo ocurrido el martes en los Alpes franceses señaló que les informaron de que se tardará “varias semanas” en la identificación de las personas fallecidas en el accidente y que fueron informados de la hipótesis del suicidio del copiloto.

“Acaban de informarnos que la causa del accidente ha sido que el copiloto se ha encerrado en la cabina no ha dejado entrar al piloto y ha activado el descenso de emergencia”. “No sé sabe más que eso”, agregó Pardo Yáñez, que perdió a su ex mujer, a su hija y a su nieta en este suceso.
Así, señaló que según lo que les han expuesto a los familiares el copiloto se encerró en la cabina y “luego no quiso abrirle al piloto a pesar de que aporreaba la puerta y le llamaba”. “Con todos esos indicios, la suposición creo que es clara”, indicó.

“A mí esas cosas me da lo mismo, nada de lo que pase, de lo que se diga, me las va a devolver”, dejó claro en sus declaraciones acerca de los motivos. En una entrevista concedida a la Radio Galega este jueves, recogida por Europa Press, Pardo Yáñez explicó que comenzaron a recoger muestras de ADN de los familiares, pero “se supone que va a durar semanas”.

Juan Pardo Yáñez, que tiene vínculos con Lugo, ya que su padre fue alcalde de la localidad en los años 50 (Eugenio Pardo y Pardo), se trasladó a Francia para ir hasta el lugar del accidente, e informó que el prefecto de Marsella indicó a las familias que el suicidio “es la hipótesis” que se baraja.

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