Por Silvia Muñoz
(publicado en su muro de Facebook)

24 de octubre del 2016. Ya pasaron 3 años pero en mi mente pareciera que sólo fue ayer. El ídolo del pueblo; el sanador; el Rey de Reyes. Caía de su propio trono para nosotros; sin entender; la cabeza a mil; el corazón saliéndose por mi boca; el llanto, la amargura se apoderaron de nuestras vidas. El relato de mi hijo, lo que había tenido que soportar de parte de un maldito que se hacía llamar cura sanador nos desmoronó.

No podíamos caer en la realidad de los hechos que nuestro propio hijo narraba. No podía entender cómo y por qué tuvo que ser así. Quien debía guiarlo, ayudarlo y cuidarlo, lo utilizó para saciar sus instintos. No sabíamos adónde ir; qué hacer. Y ahí, al día siguiente comenzó la lucha; lucha que aún se sigue, porque desde aquel día no dejamos de recibir insultos, agresiones, difamaciones; porque aunque ya fue condenado; hay gente que aún se quema las manos por él. Aún hay gente que sigue creyendo en su inocencia y piensan que todo fue una cama bien armada; que el pobre padrecito nada hizo; que somos sólo malas personas y desagradecidas.

Mi conciencia está tranquila. Creí en mi hijo. Hice lo que debí hacer porque, si no, hoy serían más niños los dañados y perjudicados. Pese a lo mal que lo hemos pasado, no me arrepiento de haber hecho todo lo que estuvo a mí alcance, para que no haga más daño a ningún niño de nuestro pueblo y alrededores.

Seguiré con la cabeza en alto porque nunca se mintió. Fuimos siempre con la verdad. Él nos mintió durante 12 años. Y aún lo sigue haciendo con su séquito.