Sergio Rubin (*)
Desde que apareció por primera vez en el balcón de la basílica de San Pedro para presentarse ante el mundo, León XIV dejó en claro que la construcción de la paz en un planeta cada vez con más conflictos y guerras será su principal desvelo. No por casualidad sus primeras palabras fueron el saludo de Jesús: “¡La paz esté con ustedes!”, con el deseo de que ese anhelo llegara a “todos los pueblos, a toda la tierra”.
En los términos que usaba Francisco, León XIV habló en esa primera ocasión de la necesidad de “construir puentes a través del diálogo y el encuentro”. Así inició una serie de exhortaciones a la paz que se convirtieron en un común denominador de sus discursos en los primeros días de su papado y que evidenciaron su temor de que las conflagraciones se multipliquen y extiendan.
Pero León XIV fue más allá. En su discurso ante los representantes de las iglesias orientales, varias de ellas asentadas en regiones con graves tensiones o en guerra, manifestó su disposición a mediar ante los conflictos. “La Santa Sede está disponible para que los enemigos se encuentren y se miren a los ojos”, dijo. Y sin dejar lugar a dudas de su propósito, señaló: “Para que la paz se extienda haré todo lo posible”.
Además, puso a la Santa Sede a disposición de Ucrania y Rusia “para que ambas partes se reúnan y al menos dialoguen”, según reveló el secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, quien afirmó que el pequeño Estado católico “podría ser el lugar adecuado” para que los presidentes de ambos países se encuentren luego de la ausencia de Vladímir Putin en la reciente convocatoria en Estambul.
“Esperábamos que se iniciara un proceso lento, pero positivo hacia una resolución pacífica del conflicto. Estamos de nuevo al principio. Ahora veremos qué hacer, pero es una situación muy difícil”, dijo Parolin. En ese contexto, consideró “prematuro” un viaje de León XIV a Ucrania, que Francisco no concretó porque quería antes agotar todas las gestiones con Rusia para detener la invasión.
Si los esfuerzos de Francisco para detener la guerra en Ucrania fueron un arduo cometido destinado al fracaso -Putin, que lo visitó varias veces en el Vaticano, ni bien comenzó la invasión ni siquiera le atendió el teléfono-, el enfrentamiento entre las fuerzas israelíes y el grupo terrorista Hamas tenía aún menos posibilidades de una gestión exitosa del pontífice argentino para que se acallaran las armas.
Francisco -que recibió en el Vaticano a israelíes que habían estado secuestrados y a palestinos residentes en la Franja, y que llamaba a diario al párroco de Gaza que tenía alojados en las dependencias de su iglesia a medio millar de habitantes- clamaba por la liberación de los rehenes, pero también criticaba los bombardeos que afectaban a la población civil, lo que provocaba tensión con el gobierno israelí.
La molestia se reflejó en la ausencia de una delegación de primer orden a los funerales de Francisco -la encabezó el embajador ante la Santa Sede-, pero Israel parece ahora dispuesto a apostar a una mejor relación con su sucesor. De hecho, el presidente israelí, Isaac Herzog, estuvo presente este domingo en la misa de iniciación del pontificado de León XIV, suscitando en círculos vaticanos una expectativa.
La presencia también en la ceremonia del vicepresidente de los Estados Unidos, JD Vance, y del secretario de Estado, Marco Rubio, generó la especulación de un posible encuentro con León XIV en el que, precisamente, se aborden los principales conflictos, especialmente la invasión rusa a Ucrania y la situación en Medio Oriente, y eventuales nuevas acciones para desactivarlos.
El hecho de que el nuevo papa sea de origen norteamericano y que el presidente Donald Trump viene manifestando desde los tiempos de la campaña presidencial que quiere acabar con las guerras en el mundo alimenta en observadores vaticanos la moderada esperanza de que ambos puedan hilvanar una estrategia conjunta que contribuya, efectivamente, a la paz en más de un conflicto.
No obstante, habrá que ver cuánto pesa el hecho de que Robert Prevost no está alineado con los sectores católicos estadounidenses más conservadores y es un crítico de la política de deportaciones masivas de inmigrantes del presidente norteamericano. Para León XIV será un gran desafío combinar su defensa de los migrantes con la necesidad de aunar esfuerzos en favor de la paz.
Mientras tanto, en su discurso ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el papa -en tiempos en que son ignorados organismos como la ONU y las acciones conjuntas entre los países- destacó la necesidad de “revitalizar la diplomacia multilateral y las instituciones internacionales que fueron queridas y pensadas en primer lugar para poner remedio a los conflictos que pudiesen surgir”.
También subrayaba la necesidad de contar con “la voluntad de dejar de producir instrumentos de destrucción y de muerte porque, como recordaba el papa Francisco en su último mensaje con motivo de la Pascua, ‘la paz tampoco es posible sin un verdadero desarme que la exigencia de que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general de rearme’”.
Consideró, además, “fundamental el aporte que las religiones y el diálogo interreligioso pueden brindar para favorecer contextos de paz” a partir del “pleno respeto de la libertad religiosa, porque la experiencia religiosa es una dimensión fundamental de la persona humana, sin la cual es difícil —si no imposible— realizar esa purificación del corazón necesaria para construir relaciones de paz”.
Pero también le adjudicó responsabilidad en la construcción de la paz a los medios de comunicación. En un encuentro con los miles de periodistas que cubrieron los funerales de Francisco y su elección, León XIV les pidió practicar “una comunicación desarmada y desarmante”, que deje de lado “la guerra de las palabras y de las imágenes”.
“Desarmemos la comunicación de todo prejuicio, rencor, fanatismo y odio; purifiquémosla de agresiones”, dijo y, en una implícita alusión a las redes sociales que con frecuencia son usadas para descalificar, abogó para que los medios digitales “se conviertan en espacios de diálogo y no confrontación”.
(*) TN