Por Fedra Venturini
Especial para ANÁLISIS
La Universidad Torcuato Di Tella, a partir de los valores de la Canasta Básica Total (CBT) y estimaciones en la distribución del ingreso basadas en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), informó que la pobreza habría caído casi 16 puntos en comparación con el mismo período del año anterior y, habría 2,5 millones de pobres menos que cuando asumió el gobierno de Javier Milei.
Sin embargo, en el último tiempo, comenzó a notarse en Paraná una mayor presencia de personas en situación de vulnerabilidad recorriendo distintas zonas de la ciudad. Ya se volvió común observar individuos en la zona de Plaza 1º de Mayo, Avenida 25 de Mayo, Carbó, Racedo, Almafuerte y otras arterias transitadas que apelan a la solidaridad de los transeúntes y automovilistas o tratan de ganarse unas monedas a través de changas.
En este marco son fundamentales las personas que, de manera desinteresada, ofrecen su asistencia en un contexto marcado por la crisis económica y social que complica el acceso a derechos básicos.
Según informó el secretario de Derechos Humanos de la Municipalidad de Paraná, Enrique Ríos, a ANÁLISIS, actualmente funcionan 150 merenderos y 80 comedores comunitarios que asisten a vecinos en distintos puntos de la ciudad no solo con comida, sino con vestimenta, asistencia escolar, talleres, entre otras actividades solidarias. En un tiempo de individualismos, la solidaridad y el altruismo prevalecen en ciudadanos que forman comunidad y buscan mejorar la realidad de su entorno a partir de acciones sencillas, pero con mucho peso.
La palabra de voluntarios
Anabella Albornoz, referente de la ONG Suma de Voluntades, expuso una realidad innegable: “Las personas sufren los 365 días del año, no solo en invierno”, dijo a ANÁLISIS y agregó: “No habrá recurso que alcance para cubrir las necesidades de todas las personas”. Albornoz detalló que, actualmente, Suma de Voluntades entrega más de 300 porciones de comida cuatro veces por semana en distintos puntos de Paraná, pero los lugares con mayor concurrencia de personas son en las plazas 1º de Mayo, Alberdi (conocida como “Plaza del Bombero”) y Sáenz Peña.
La referente confirmó que hay mayor demanda de asistencia alimentaria y destacó: “Gente que no era asidua a la ayuda asiste a la plaza por un plato de comida. Hemos notado que vienen muchas familias que tienen de cuatro a seis hijos y que al día 12 del mes ya no tienen plata. También jubilados y muchos trabajadores informales caminan muchas cuadras sólo para comer”.
Por otro lado, Emanuel Cornejo, referente del merendero Boina de Vasco del barrio Anacleto Medina, informó a ANÁLISIS que actualmente asisten a más de 250 personas con alimentos, prendas de vestir y también brindan talleres de fútbol y lúdico-culturales para las infancias. Al igual que Albornoz, coincidió en que la demanda de asistencia alimentaria se incrementó, especialmente a personas en situación de calle: “Se corren de lo que es la zona céntrica y, al enterarse que estamos en el Anacleto, se acercan y solicitan ayuda”, y añadió: “Creemos que la demanda crecerá ya que notamos más personas en situación de calle en Anacleto Medina, Paraná XVI, San Agustín, parte del barrio La Floresta. Hay más gente revolviendo la basura, el sector de recicladores también aumentó”.
Cornejo comentó que los pedidos se concentran en personas que buscan un lugar donde desayunar y prendas de vestir. “Proveemos leche blanca y chocolatada, acompañada de un sólido que producimos en nuestro espacio de panadería, de lunes a viernes. Mientras que los sábados repartimos una vianda de alimentos que varía según los recursos que tenemos por autogestión, es decir por donaciones: estofado, sopa, salpicón, un guiso. Según lo que tenemos en stock esto lo acompañamos con algún pancito casero y algún tipo de postre cuando lo tenemos”.
}A la hora de ser consultado por la asistencia estatal que reciben, el referente del merendero detalló: “Estamos dentro del programa municipal Copa de Leche. Cada semana recibimos alrededor de cinco a diez kilos de leche chocolatada. También, una vez cada 15 días, recibimos un refuerzo alimentario de verduras y fideos”. Por otro lado, indicó: “Después formamos parte de la campaña nacional ‘Ni un pibe con hambre’, que encabeza Juan Grabois, donde recibimos mermelada, yerba, algo de azúcar y harina”.
En cuanto a la asistencia que reciben a nivel provincial, comentó: “A partir de la Ley de Emergencia Alimentaria, cada vez que entra algo lo sumamos”.
En vistas al inicio del invierno, una de las etapas del año más complejas y con mayor demanda para los merenderos, Cornejo adelantó que en Boina de Vasco se inició una campaña de ropero comunitario, para recolectar prendas y calzado de abrigo, y se iniciará con el tejido de acolchados para brindarle a la población que lo necesite.
Cómo colabora el Estado
Cabe recordar que, en 2025, la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) en conjunto con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) radicó una denuncia contra la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, a quien acusaron de incumplir la política alimentaria en espacios comunitarios.
Recientemente, el pasado 30 de abril, la Sala III de la Cámara Contencioso Administrativo Federal ratificó la sentencia de primera instancia y ordenó a Nación a que garantice el derecho a la alimentación de sectores sociales vulnerables. En el fallo, se destacó que el Ministerio “tiene la obligación de garantizar la política alimentaria y, en este sentido, debe impulsar acciones concretas desde la propia área en conjunto con las provincias”. Asimismo, la sentencia destaca que el Estado “no pudo explicar los incumplimientos de las medidas judiciales ordenadas”.
Hasta entonces, diversos comedores se vieron privados de recursos valiosos que se utilizaban para proveer de alimentos a personas en situaciones de vulnerabilidad y sostienen su actividad con el aporte de individuos voluntarios y los estados locales. En Paraná, la secretaría de Desarrollo Humano de la Municipalidad entrega 150 bolsones de 13 productos cada uno que se distribuyen en la sede de calle Colón. “La modalidad de entrega se hace en base a la gente que va y plantea su situación de vulnerabilidad”, comentó Enrique Ríos a ANÁLISIS y explicó: “Tenemos un padrón para llevar un registro con el número de documento y los cargamos en un sistema de entrega mensual. Después hay personas que tienen a su cargo niños con discapacidad o adultos mayores con problemas de salud a las que se le amerita darle un refuerzo. Esto funciona con un padrón aparte y un turno preestablecido para una entrega del módulo de alimentos cada 15 días”.
A pesar de llevar casi tres meses a cargo de la secretaría, Ríos destacó que la demanda de asistencia alimentaria en Paraná “es creciente”: “Esto no sólo se puede advertir en la entrega directa a través de los módulos alimentarios, sino en el número de personas que se incorporan a los merenderos y comedores”.
En este sentido, observó que las personas que concurren “vienen caminando, porque no pueden pagar un pasaje de colectivo, ya que mayormente residen en barrios populares de la periferia de la ciudad. En algunos casos, las entregas se realizan en centros de salud municipal o en centros comunitarios, como parroquias.
Durante algunas visitas a comedores y merenderos de la ciudad, el funcionario llegó a la misma conclusión que Albornoz: “Se ve la presencia de muchos gurises y, fundamentalmente, adultos mayores. Esto marca un pulso en la realidad que son los nuevos requerimientos en estos establecimientos. Me animo a decir que tengo dos o tres pedidos diarios de habilitaciones e incrementos en las partidas que se les otorga”.