La universidad argentina en peligro

Por Alberto D. Rotman (*)

 

Hoy la educación pública está nuevamente en el centro de un debate. Las universidades de nuestro país que, por su estructura filosófica (gracias a la Reforma Universitaria, que permitió a hijos de trabajadores tener acceso a estas alta casas de estudios), organizó un sistema que hizo que nuestro país se ponga a la cabeza en Latino América y gran parte del mundo.

Hoy el Poder Ejecutivo puso la mira en nuestras universidades acusándolas de politización partidaria en sus claustros, sembrando dudas, además, de su manejo administrativo.

Para ello no ve otro camino posible que reducir el presupuesto a las universidades estatales en un 50%.

Esto y decirles a los Concejos Universitarios que cierren o que arancelen es lo mismo.

Los distintos gobiernos dictatoriales lo primero que hacían al ocupar el gobierno era intervenir las universidades aduciendo que estas altas casas de estudio eran focos de comunistas y subversivos.

Ahora estamos gobernados por ciudadanos elegidos democráticamente y en elecciones libres, por eso llama la atención que para silenciar la opinión de estos jóvenes, futuros dirigentes, no se les ocurre nada mejor para acallarlos que acusar a los Rectores de politizar los claustros, junto a falencias administrativas malversando sus presupuestos.

Hoy estamos transitando una de las peores crisis que vivimos desde hace años. En estas circunstancias hay que ahorrar achicando gastos superfluos, que en nuestro país abundan, pero también debe quedar muy claro que paralelamente se debe priorizar disciplinas que harán que salgamos mas rápido de estas crisis y comencemos a transitar la senda del progreso definitivo.

La educación, en sus tres niveles, es una de ellas. Lo que se gasta no debe interpretarse como gasto, se debe interpretar como inversión. Por eso es lastimoso lo que hace hoy el Estado argentino, abandonando a las universidades a su libre albedrío retaceando aún más su hoy escaso presupuesto.

No olvidemos que de sus claustros salieron 5 premios Nobel, se graduaron y se formaron profesionales respetados en el mundo entero, como el Dr. René Favaloro y muchos otros.

Si el Poder Ejecutivo considera que se malversan los dineros que reciben estas instituciones debe auditar sus cuentas (la autonomía universitaria no se verá afectada por ello, además éstas ya son auditadas por la Auditoría General de la Nación).

Que en sus claustros se polemice de política me parece muy bien. ¿Quién sino los jóvenes y futuros dirigentes de este país deben esclarecerse en esa tan cuestionada y desacreditada disciplina? ¿No estamos pidiendo que los políticos argentinos estén mejor formados?

Por todo ello adhiero e invito a la movilización del día martes 23 de abril por una Universidad que responda enteramente al espíritu de la Reforma Universitaria del 18.

 

(*) Ex diputado provincial. Alumno, docente y becario de la Universidad Nacional de Córdoba.
 

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