En palabras de Hugo Luna, “los fragmentos son granos, granulaciones, dice Deleuze, y más allá de lo que podría referir a la disciplina que nos ocupa y sus cuestiones técnicas, la fotografía de Fermín tiende a mostrarnos un mundo fragmentado, una parte de un todo.

Claro está también, que mirar por el ojo de la cámara ya pone en juego una elección: quedarse en este cuadro y no en otro. Pero Fermín parece decirnos despacio, lentamente que ya llegaremos. Es que el modo de narrar de este fotógrafo, de esta persona que toma fotografías, es de una gran sensibilidad y un profundo respeto por lo que enfoca.

En ese sentido podríamos decir que hace una ética de la mirada. Es que Fermín se detiene, se suspende casi, sobre lo que respira. Así nos muestra una flor en la parte en que, sobre todo, es una flor; un paisaje en lo que distingue un paisaje: cierta forma de la luz sobre la cosa.

En estas fotografías lo urbano y su contratara nos da igualmente el ojo del relator. Aquí la belleza no es el esplendor del rostro divino, sino el esplendor de las cosas, su terrenal dimensión. Cuando hay alguien, una persona en la fotografía, hay sobre todo una historia. Lo cotidiano, su densidad, parece pescado en el momento justo, en el gesto preciso. El caso de los autorretratos es mas complejo, está lo dual, el otro, lo extraño, lo ajeno, pero sobre todo lo vivo, las texturas de una piel que se prodiga en la gramilla, de un alma que nos invita a ser su espejo.

Claro está que en este conjunto de fotografías hay o podría haber un germen para nuevas muestras en tanto temas… Es decir, se podría hacer una serie Autorretratos, una serie Paisajes, una serie personajes, etcétera. Creo que por el momento el interés de Fermín está puesto aquí y es lo que nos dice con emoción y con criterio estético. Esperamos no claudique esa humilde templanza para contar”.

La cita es este sábado a las 20 en Galería Atelier La Folie, en calle 21 de noviembre 26, en Concepción del Uruguay, Entre Ríos.