Patronato cayó como local por 2 a 1 ante Deportivo Maipú de Mendoza por la novena fecha de la Primera Nacional.
Por Ezequiel Re
(Especial para ANÁLISIS)
Hablar desde la derrota, hacer más leña del árbol caído, sería redundante. Nada de lo que pasó este domingo en la derrota de Patronato como local 2 a 1 ante Deportivo Maipú de Mendoza por la fecha 9 de la Primera Nacional es obra de la casualidad. Se advertía desde el mismo arranque del certamen que la situación podía empeorar. ¿Responsables? Un cúmulo de situaciones. La mala elección de refuerzos, el esquema conservador de visitante, la baja producción en general, y la insistencia con jugadores que no dan pie con bola.
El elenco mendocino, amén de sus limitaciones, jugó como se disputa la B Nacional. Aguerridos, corredores y ambiciosos. Les puede ir bien, mal o regular. Pero en el Grella generaron al menos siete situaciones de gol y se llevaron el premio mayor.
Patronato sigue entrando mal parado y la ilusión óptica vino por los cambios. Le metió entusiasmo Pereyra, un lujo en la asistencia Sanguinetti y presencia de gol con el volante central Turraca. Se ilusionó la gente por varios minutos. Pero Rasic los devolvió a la realidad con una definición contra el palo derecho. Maipú no se ató al empate, sino que fue a buscar el gol.
Queda claro que la solución parcial en Patronato no es poner a los pibes ni que se vayan todos. Hoy los pibes tendrán que ir ganándose lugares y quienes tomen decisiones desde lo institucional ver si encuentran en el DT Walter Perazzo las herramientas para corregir o tendrán que buscar nuevos rumbos desde la dirección técnica.
El partido
Casi terminando la primera etapa y como ocurre casi siempre en situaciones de crisis futbolístico, la popular de calle Grella, San Nicolás, palco y platea se puso de acuerdo en un pedido: poné a los pibes.
En el mientras tanto el Santo no originó situación alguna de gol y el Botellero, aún limitado en su andar le gestó al menos cinco chances.
Un andar desconcertante del Patrón. Y es triste decirlo. Uno podría encontrar argumentos en una mala tarde, en un árbitro cuestionado, o en el yerro frente al arco. Pero nada de eso pasó.
A esta altura del torneo y con 9 fechas jugadas no se trata de un equipo en construcción. Se trata de un equipo mal construido. Y siendo optimistas, se espera que sea un mal armado de equipo y no mal armado de plantel, porque de ser así, la situación puede empeorar en la tabla de posiciones.
¿Qué fue Patronato en los primeros 45 minutos? Un manojo de nervios, perdidos en la marca, sin consistencia en la recuperación, sin juego claro porque Pitu González puede hacer el esfuerzo de correr y estar en todos lados, pero en realidad no está en ninguno. No se estaciona en una posición y confunde al resto, sumado los ademanes cuando algún compañero pierde el balón. Y en ataque, perdidos. Aparte de no llegarles juego, no lo generan.
Y de yapa Salvá, en la última de la primera etapa sale apresurado y Sosa define de emboquillada. Entonces ahí sí. Poné a los pibes, silbidos y todo lo que determina ya un mal pasar en el partido.
Y para el segundo tiempo lo que era lógico. Pereyra y Barinaga a la cancha junto al uruguayo Sanguinetti. Pero poco cambió. González (luego reemplazado) siguió de enganche y el pie más virtuoso (Barinaga) perdido de volante mixto, más cerca de Turraca que los ofensivos.
Pero el ex Aldosivi llegó al gol y se pensaba que a futuro vendrían buenas noticias. Pero no. Al menos un empate habría apagado un poco el incendio.
Es tiempo de decisiones. Corregir a corto plazo es ver urgentes cambios.
El cuerpo técnico tendrá que preguntarse y ver los motivos de las bajas producciones que se repiten en varios elementos y que siguen siendo titulares. Tal vez también desde el club será cuestión de empezar a solicitar y apuntalar valores jóvenes del club, porque serán los que en pocas fechas tendrán que hacerse cargo de la actual realidad.
Uno de los peores planteles confeccionados en la historia de Patronato tendrá que hacer frente, desde esta frase hiriente, a un renacimiento fubolístico.