El comienzo del partido no planteó otra cosa que un golpe por golpe. Un juego esperado entre dos equipos con similares características y caras conocidas en los bancos (Lamas y Rubén Magnano), no podía presentarse como otra cosa. Los duelos, especiales. El más fuerte, en la pintura, con Luis Scola, Andrés Nocioni y Juan Gutiérrez con Tiago Splitter, Nené y Anderson Varejao.
Pero en el arranque, la clave del juego estuvo en las manos de Marcelinho Huertas, el base brasileño y en la puntería de Carlos Delfino. Por ellos, y por Scola del lado argentino, el partido llegó equilibrado al final del primer cuarto. Brasil se fue al descanso ganando por 26-23.
El segundo iba a ser muy similar. Huertas volvió a ser fundamental en Brasil y en Argentina, Scola, que tuvo que salir por faltas, estuvo bien reemplazado por Juan Gutiérrez, en su pelea con Nené y Splitter. Pero la defensa del equipo de Lamas ajustó sus piezas y fue fundamental para poder pasar al frente. En los diez minutos del cuarto, con los triples de Delfino a la cabeza, el seleccionado clavó un parcial de 23-14 para irse al descanso arriba 46-40.
El primero en perder la paciencia fue Brasil. Argentina se mantuvo como un relojito en el arranque del tercer cuarto y pese a haber anotado un solo punto en dos minutos, encadenó una seguidilla que lo distanció en el marcador. Nocioni metió de tres, bloqueó a Splitter en una jugada clave y los de Lamas tuvieron un despegue fundamental.
Otra vez Scola tuvo que salir por faltas y Juan Gutiérrez quedó con el Chapu para seguir con la pelea. Y en la defensa estuvo nuevamente la clave. La falencia de la marca a Huertas, el hombre más peligroso de Brasil se resolvió y otra vez Argentina le permitió apenas 14 puntos al equipo rival. Por eso, al final del parcial la ventaja, que fue de 15 en un momento, terminó siendo de diez (64-54).
Lo que parecía ser una victoria cómoda, terminó en sufrimiento. Argentina no pudo cerrarlo en el arranque del cuarto y Brasil se vino con base en una defensa fuerte y la efectividad que no había podido alcanzar en el resto del partido. Manu sacó la cara por el equipo y Scola luchó cada una de las pelotas que cayeron en la pintura. Y la tranquilidad iba a llegar en el final. Prigioni, Delfino, el Luifa y Ginóbili fueron a la línea y allí consiguieron los puntos para festejar. Fue 82-77. Ahora se vienen dos chances de medalla. Más historia para esta fenomenal Generación Dorada, consigna Clarín.