Periodismo con visión de género es dar la información -cualquiera sea- contextualizada. Para que la noticia sea más que un testimonio o una anécdota personal y pueda servir para visibilizar la trama cultural y social en la que tiene origen.

Es decir vivimos en una sociedad patriarcal y ese sistema es el que habilita asesinatos, violaciones y también abuso sexual infantil.

Abuso sexual infantil y feminicidios, golpizas, violaciones y vinculaciones forzadas repiten una escena sostenida en esta cultura y sociedad patriarcal; la de un varón, bien macho, que se siente con suficiente poder para que sus deseos se hagan realidad, sin límites, sin frenos. La descripción de este contexto que diferencia al buen ejercicio del periodismo , es incipiente.

Esto es lo que señala la colega Sandra Miguez en Entre Ríos cuando frente a la publicación del semanario Análisis Digital cuyo título anuncia: “Todas las semanas me hacía sexo oral o quería que lo penetrara” se pregunta en su Facebook lo que nos preguntamos con frecuencia, en diferentes ámbitos, quienes integramos este colectivo. ¿Podrá, alguna vez, el periodismo aprender a contextualizar en vez de señalar como si fueran conducentes detalles escabrosos? ¿Debe ,quien escribe ,preocuparse por el día después de la víctima publicando todo lo que ésta dice? ¿El testimonio en el expediente tiene el mismo peso que ese mismo testimonio en un diario?

El debate, rico e interesante que disparan las preguntas de la colega fue trasladado del espacio informal de su muro del Facebook donde se desarrollaba, al espacio de un medio digital como Análisis ,sin consulta, ni aviso previo y tomando una sola frase y no el intenso debate y las explicaciones que la periodista y otras personas que participaban daban para argumentar lo que recomiendan especialistas en la materia.

Como respuesta el director de Análisis digital, convoca en su medio a diversas fuentes, algunas de ellas jerarquizadas, de amplia trayectoria, pero ninguna con formación y trabajo en estudios de géneros y así modifica el eje del debate inclinándolo de un modo obvio, a favor de su informe sobre el niño abusado por el cura durante años,

El eje de la discusión es sobre que es un periodismo de calidad y cual es responsabilidad ética de quienes ejercemos esta profesión.

La colega, que incorrectamente es mencionada como funcionaria, en ningún momento dice “no hablemos”, si hay algo que caracteriza al periodismo con perspectiva de género es poner en el escenario periodístico los temas relevantes de los que hasta hace muy poco tiempo nadie hablaba por considerarlos privados. Lo que plantea la colega en su Facebook y con ella todas las redes, cuyos logos acompañan esta nota es: cómo decimos lo que nos interesa que se sepa, para: 1) preservar la intimidad de la víctima 2) producir un efecto (no cualquier efecto) en la sociedad.

Los diarios amarillistas desde hace años se solazan en los detalles: cuantas cuchilladas, cuantas penetraciones anales, cuantas masturbaciones que terminan en orgasmo. Está claro que esas descripciones no han generado conciencia, ni mayores o mejores cuidados.

De allí que apelamos a la responsabilidad que tenemos a la hora de informar, señalamos que este tipo de coberturas no solo no aportan sino que dañan y ponemos a disposición manuales y decálogos que, con las experiencias y evaluaciones realizadas , marcan que otro camino es posible. Informar siempre, contextualizar y utilizar el lenguaje de un modo no sexista, evitar las imágenes truculentas. Dejar constancia de leyes pertinentes y de lugares a los que se puede recurrir en busca de ayuda. Consultar con fuentes pertinentes adecuadamente formadas y con experiencia en la problemática.

Solicitamos al director del diario que publique esta nota .Se denomina derecho a réplica y es una práctica que marca la voluntad de aclarar privilegiando tanto el derecho a la información como el derecho a gozar de libertad de expresión .

Solo como ejemplo recomendamos:
https://www.unicef.org/…/RecomendacionesDP-UNICEF-violencia…
Red Internacional de Periodistas con Visión de Genero en Argentina

Liliana Hendel Silvina Molina
Coordinadoras

N. de la R.: La publicación del reportaje a la víctima, que es mayor de edad, fue por decisión de la propia persona afectada y el consenso de sus familiares. Como en otras instancias, nunca se señaló su nombre, ni sus iniciales, ni su domicilio. De hecho, se consignaron solamente algunos aspectos de la denuncia, que también quedó asentada ante la justicia de Nogoyá y para demostrar la gravedad y perversidad del sacerdote denunciado. O sea, lo que le hizo durante más de cinco años, tanto a él como a otras víctimas. La misma determinación se había adoptado con víctimas del cura Justo Ilarraz; del ex funcionario Javier Broggi y del sacerdote Marcelino Moya, todos denunciados por ANALISIS. Extrañamente, nunca se planteó nada al respecto sobre estas causas, cuando las víctimas -también mayores de edad- revelaron cuestiones similares. Siempre se respetó el testimonio de las víctimas. Ellos son las "víctimas", en estas historias de abuso de menores, que no tienen nada que ver con cuestiones de género como se intenta tergiversar. El único error de la nota que salió en la web, con opiniones de diferentes personas (entre ellas víctimas o una abogada querellante) fue decir que Sandra Míguez era funcionaria de Salud y no "ex" funcionaria y actual encargada de Prensa del presidente del bloque del Frente para la Victoria, Angel Giano, con categoría uno. La señora Míguez -que no ejerce lo que consideramos "periodismo" desde el 2007, en que ingresó a la función pública- utiliza todo el tiempo el facebook como herramienta de comunicación y no calculamos que se iba a molestar tanto si publicábamos su opinión. Tampoco fue consultado nadie de ANALISIS DIGITAL, en estas últimas 96 horas, sobre por qué se había publicado tal reportaje. Este medio periodístico hace ya casi cinco años que viene denunciando los abusos de la Iglesia en nuestra región -pese a las insistentes presiones y amenazas- y ello tuvo hasta repercusión internacional. Seguiremos en esa senda, respetando y asistiendo siempre a las víctimas, como se ha venido haciendo desde 2012. Y la batalla es por verdad y justicia, en un camino largo, sinuoso, doloroso y con una institución de demasiado poder en la Argentina y el mundo. Los abusadores son cada uno de los los que denunciamos, después de un extenso camino de investigación periodística, que lleva tiempo, esfuerzo y paciencia. No somos nosotros, como se ha pretendido instalar.