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¿Sirve el periodismo?

La imprenta del diario Perfil.

Jorge Fontevecchia

¿Sirve el periodismo en esta era de Carajo, Neura y los comunicadores oficialistas ahora ya no más usufructuando indebidamente los recursos de los medios del Estado, sino directamente pagados en los medios tradicionales?

¿Sirve el periodismo cuando el fin de la grieta parece que se dirimiría en la invitación a polemizar que Pedro Rosemblat le realiza al Gordo Dan?

¿Sirve el periodismo cuando en momentos de tormenta financiera, en lugar de las conferencias de prensa que daba el responsable de la economía de su país durante la crisis de 2008, Ben Bernanke, quien luego fue Premio Nobel por aquellas exposiciones, aquí nuestro ministro y su equipo prefieren enviar mensajes a los mercados actuando en el streaming Las Tres Anclas?

¿Sirve escribir?

¿Sirve pensar?

¿Sirve preguntar?

¿Sirve el periodismo?

¿Sirve el periodismo cuando las audiencias prefieren show y entretenimiento investido de periodismo?

¿Sirve publicar como lo seguimos haciendo en Perfil y otro puñado de colegas?

Sí.

Sirve.

Porque pensamos así es que lo seguimos haciendo no solo en la web, sino también en papel, la mejor plataforma para la lectura como lo demuestran los libros a quienes los formas digitales de lectura no le hicieron mella aunque obviamente sea más caro.

Y estas líneas precedentes vienen a cuento de que esta edición de hoy en papel que sus lectores tienen el privilegio de tener en sus manos, viene engordada por tratarse de una edición aniversario, al cumplirse 20 años del relanzamiento de Perfil en 2005, una historia comenzada en 1998 con el primer lanzamiento de este diario, pero que se remonta a varias décadas atrás, heredero de la revista Perfil que apareció brevemente a fines de la dictadura militar cuando aquel gobierno había clausurado la predecesora de la revista Noticias, la revista La Semana de cuya primera edición se cumplirán 50 años en 2026 cuando esperamos poder celebrar el medio siglo de Editorial Perfil.

Una historia plagada de dificultades, además de clausuras, detenciones, bombas y un asesinato, sumado a cuando la violencia ya no pudo ser más física, se agregaran persecuciones económicas y judiciales a nuestras propias vicisitudes: entre 1998 y 2005 que se relanzó

En Perfil estuvimos siete años pagando deudas, manteniendo la redacción y la planta de impresión para cumplir con la misión de volver y seguir estando hoy aquí.

Al revés, la ventaja de la lectura de esta columna en la web permitirá ver un video que recomendamos, grabado con un dron que recorre nuestra planta de impresión de diarios, la única que quedó, junto con la de propiedad de Clarín y todos los diarios de Buenos Aires se imprimen en alguna de estas dos empresas que perduran. Hasta La Nación cerró su impresora y aún hoy resuena la frase del expresidente Bartolomé Mitre cuando decidió lanzar La Nación y escribió en una carta a Juan Carlos Gómez en 1869, “me voy a hacer imprentero y empuñar el componedor de Franklin” en lugar de su espada, colgándola porque su patria no la necesitaba en ese momento.

Benjamin Franklin, considerado el primer norteamericano, también era un imprentero de Filadelfia, infraestructura desde la cual creó el primer diario independiente, sin autorización británica, previo y promotor de la independencia.

¿Sirve el periodismo como entonces para seguir siendo agente y no solo relator de la vida política, cultural y económica del país?

¿Pasó de moda, como cree parte del gobierno libertario, y todo se resuelve en la vertiginosa brevedad de las redes sociales?

¿Importa lo que dice la palabra hilvanada en ideas, sea escrita u oral o en el caso de esta última solo el énfasis, la altisonancia y hasta el grito y el insulto?

¿El solo hecho de que Javier Milei haya sido electo presidente demuestra la obsolescencia de nuestra prédica y la insignificancia de nuestra influencia? ¿O que ayer él pueda decir sin ruborizarse que el audio atribuido al exdirector de la Agencia de Discapacidad fue creado con inteligencia artificial, o sea es falso, habiendo al mismo tiempo despedido al funcionario tras el audio, demostraría que pensar ya no es necesario ni sirve para ser presidente ni para ser ciudadano?

Sí.

Sirve.

“El periodismo es una profesión que tiende a desaparecer” sostuvo el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, quien más allá de los desaciertos en los pronósticos que sí son de su especialidad, como el precio del dólar, refleja la visión del Gobierno y los libertarios cristalizada en la frase que Milei repitió hasta el cansancio: “no se odia lo suficiente a los periodistas”.

¿Si no sirve, si el periodismo tiende a desaparecer y su influencia es irrelevante, para qué quienes piensan así deberían gastar energía en odiarlo más, cuando alcanzaría con la indiferencia?

En no pocos campos los libertarios confunden su deseo con la realidad. No son originales con su deseo sobre el futuro del periodismo, en los años que aspiran emular de Carlos Menem Un mundo sin periodistas fue el título de un libro de Horacio Verbitsky. En esta tercera década del siglo XXI fue Claudio Escribano quien salió a responder al pronóstico de desaparición en un extenso texto titulado “Veamos, ministro Caputo”. No debe haber opuestos periodísticos más extremos que los de Escribano y Verbitsky que a propósito quise hilvanar en estas líneas para dejar en evidencia que hay un hilo invariable que nos une.

Pasarán los voceros oficialistas investidos de periodistas en espacios centrales de los principales medios de comunicación. Pasarán los canales de streaming creados como aparatos de propaganda de un gobierno. Pasarán las granjas de trolls financiadas por uno y otro gobierno de turno. Mientras que el periodismo continuará.

Un texto de Levi Strauss de 1949 El hechicero y su magia reflexionaba antropológicamente sobre la duración de las profesiones concluyendo que su permanencia está directamente relacionada con la utilidad social de la función que cumplen.

Y frente a pronósticos desanimadores vale recordar el refrán popular “los muertos que vos matáis gozan de buena salud”.

La salud del periodismo está en que sirve.

 

(*): publicada en Perfil. 

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