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Como en abril, sólo Trump puede evitar la caída definitiva

Trump y Milei.

Ernesto Tenembaum

Las negociaciones con el Tesoro norteamericano están avanzadas y un eventual préstamo podría rescatar al Gobierno en su peor momento. Un nuevo crédito puede ser una oportunidad para corregir errores o, al contrario, para acentuar los hábitos de siempre

El jueves por la tarde todas las personas informadas del país ya sabían que el riesgo país había superado los 1400 puntos y que el Banco Central había quemado cerca de 400 millones de dólares de reservas para que el dólar no volara sobre el techo de la banda. El futuro se presentaba más incierto que nunca. En ese contexto, Luis Caputo, el ministro de Economía, concurrió al canal de streaming Carajo, al programa “Las tres anclas”, titulado así en homenaje a sí mismo y a sus colaboradores. En la previa a su aparición se proyectó, como siempre, el video de apertura. Sobre el fondo de un solo de guitarra eléctrica se escuchaba un himno triunfalista: “Lo lloran los econochantas. ¡Cómo doman las tres anclas! Las tres anclaaaaas: lo llora mandrilandia. Chau, Chau, Mandriles. Que siga bajando el dólar. Y que lo llore mandrilandiaaaa. Chau Chau Mandriles, Kukas tomen nota. Los mandrileees. Las tres anclaassss”. Entre las imágenes que acompañaban esa canción aparecían monos a los que el presidente Milei les ofrecía vaselina o adermicina, y también se veía a Caputo, winner como nunca, fumando un habano.

La semana que termina reflejó esa disociación entre la realidad y la imagen que Caputo y los suyos difunden sobre sí mismos. No se trata, claro, de un ministro ganador que doma mandriles sino, al contrario, de un hombre cuyo programa económico ha generado una profundísima desconfianza. Las muestras de ese sentimiento son múltiples. La más importante de ellas se expresó en las urnas el 7 de septiembre cuando millones de bonaerenses reflejaron lo mal que la estaban pasando con el programa económico. Pero esa desconfianza también se puede percibir en el crecimiento exponencial de la demanda de divisas extranjeras, que quebró el techo de la banda establecido por el Gobierno y lo obligó a desangrar al Banco Central, y en la velocidad con que los inversores se desprenden de los bonos argentinos, que ya volvieron a categorías de bonos basura, proyectando el riesgo país a niveles que preanuncian una crisis sistémica.

La desconfianza afecta no solo al plan económico sino a la credibilidad del presidente Javier Milei y del ministro. Parece hace mucho tiempo, pero fue el lunes pasado cuando el Presidente apeló al anacrónico método de la cadena nacional para anunciar un Presupuesto extremadamente fiscalista y prometer, como antes lo hicieron Mauricio Macri y Fernando de la Rúa, que lo peor ya pasó. Dos días después, en Las tres anclas, Caputo dijo que está dispuesto a vender hasta el último dólar, que su programa era consistente y sugirió que estaba a punto de conseguir otra ayuda desde los Estados Unidos. Mientras eso ocurría, el Gobierno limitaba la compra de dólares para el sector más rico de la sociedad. Tras esas dos intervenciones, el riesgo país trepó de 1000 a 1500 puntos y el Banco Central debió vender alrededor de 1000 millones de dólares en reservas para estirar un poco el calvario.

Luego de esos indicios de crisis terminal, el fin de semana ha estado cruzado por insistentes versiones de una asistencia financiera significativa del Tesoro norteamericano. Si fuera así, Trump rescataría a Milei, otra vez, en su peor momento. De la magnitud de esa asistencia dependerá el destino del Gobierno: cuanto más grande, naturalmente, más se alejará la caída al precipicio. El anuncio de un encuentro bilateral entre Javier Milei y Donald Trump es un fuerte indicio de que habrá un crédito salvador. Naturalmente, eso desatará un intenso debate sobre si a un gobierno le corresponde endeudar al país para financiar una campaña electoral. Esas discusiones tienen antecedentes en el crédito que recibió Mauricio Macri en 2018, gracias a que el presidente de los Estados Unidos era el mismo Trump, y en el que recibió Milei en abril, ante una situación similar a esta. Pero nunca la asistencia estuvo tan relacionada con un fecha de elecciones. Sea como fuere, si la asistencia es fuerte, el presidente libertario tal vez tenga una vida más.

La profunda crisis de confianza económica se combinó además en estos días con un aislamiento político del Gobierno, que es realmente inédito en la historia argentina. Ningún gobierno, ni siquiera el de Fernando de la Rúa, recibió rechazos tan masivos. En 2001, en plena crisis, el Congreso completo le votó a De la Rúa la ley de Déficit Cero. La descomposición de lo poco que le queda a Milei en el Parlamento se pudo ver esta semana, no solo en el crecimiento de la oposición sino también en el desprendimiento de libertarios, en la crisis interna del bloque del PRO y también en votaciones aisladas en contra del Gobierno por parte de legisladores que responden a gobernadores que son aliados en estas elecciones.

Esta situación caótica se reproduce puertas adentro, donde el enfrentamiento entre los vértices del triángulo de hierro horada cualquier estrategia. Es difícil de creer que alguien controla algo cuando Fernando Cerimedo, el director de La Derecha Diario, ese portal tan recomendado por el Presidente, cuenta en la Justicia que Diego Spagnuolo le había contado al propio Milei lo mismo que aparece diciendo en los audios del escándalo: que el 3 por ciento iba hacia la Casa Rosada.

¿Alcanzará un crédito norteamericano para compensar estos déficits? Sin el salvavidas, el Gobierno quedará a la intemperie y deberá hacer malabares para evitar un desastre preelectoral. Con el dinero, deberá enfrentar sus propios límites, que se expresan cada vez que un miembro del equipo económico aparece en público. El viernes, por ejemplo, Federico Furiase apareció para explicar que no había suficientes pesos para barrer con las reservas y que el riesgo país se debe exclusivamente al kirchnerismo. ¿Y entonces? ¿Por qué necesitan endeudarse más?

Además, en el mismo estudio, en abril, Furiase explicó: “Los fundamentos macro están para que el dólar vaya al piso de la banda. Porque hay superávit fiscal que retira pesos a razón de un millón por mes. Porque no hay emisión monetaria. Porque el Banco Central está recapitalizado. Porque el balance del Banco Central tiene los dólares suficientes para tener un tipo de cambio de cobertura en 911, tomando la base monetaria y las Lefis. Por una cuestión de flujos: el campo tiene una ventana para aprovechar la baja de retenciones temporal. Eso va a generar una oferta de 10 mil, 15 mil millones de dólares. Porque dijimos que se iba a salir del cepo y que no iba a haber devaluación y que las tasas en lugar de subir iban a bajar. Y las tasas bajaron. Y vamos a tener ingreso de capitales lo que genera más ingreso de dólares. La ecuación es muy obvia: menos pesos y más dólares”.

Mientras, la abrumadora mayoría de los economistas profesionales –muchas veces de líneas teóricas antagónicas—se dedicó a explicar que no comprar reservas, cuando todo el mundo se lo imploraba, terminaría en estos problemas. En ese grupo están incluidos todos los que Milei elogiaba antes de ser presidente, como Domingo Cavallo –a cuya hija despidió enojado por sus críticas-, Miguel Ángel Broda, Carlos Rodríguez. También Diego Giacomini, el coautor de todos los libros que escribió Milei sobre economía. Son los famosos mandriles y econochantas. Algunos de ellos no ocultan su fastidio ante la mala praxis que perciben. Rodriguez, jefe del equipo de economía de la campaña de Milei, escribió el viernes: “Ya está todo arruinado. Van a perder la plata del Fondo, estamos en recesión y está volviendo la inflación. El país está en manos de un loco miedoso y un timbero con plata ajena”.

Así las cosas, la semana que empieza podrá tener dos rasgos dominantes, antagónicos entre sí. Si, por alguna razón, no hay dinero norteamericano, la tensión financiera será terrible y, otra vez, tanto el riesgo país como el tipo de cambio entrarán en un vértigo imparable. En cambio, si hay un fuerte crédito de Trump, la situación se tranquilizará, aunque arreciarán los debates sobre un financiamiento espurio de la campaña electoral, la recurrencia permanente a un endeudamiento producto de un programa poco racional, y las especulaciones acerca de las condiciones que el Tesoro le impondrá a Milei a cambio de semejante salvataje. Tanto el crédito a Macri de 2018, como el que recibió Milei en abril de este año, o el que -eventualmente- recibiría ahora, están fuera de los mecanismos habituales de las relaciones de países entre sí y entre países y organismos internacionales. Se trata de algo realmente muy excepcional.

Cuando la mala praxis es tan evidente, un nuevo crédito puede ser una oportunidad para corregirla o, al contrario, para acentuar los hábitos de siempre. Si en abril, cuando llegó la plata del Fondo, todo era alegría y festejos, pero en octubre el Gobierno debe recurrir desesperado al Tesoro, la pregunta obvia es si el Gobierno habrá entendido la lección, o recibirá el dinero para empezar de nuevo la fiesta.

Lo que importa en lo inmediato es si el gobierno se hunde, como parecía el viernes, o si es salvado por los Estados Unidos, con un nuevo crédito. Los dos panoramas son excluyentes. Si Trump, como ocurrió en abril, decide salvarlo, Javier Milei tendrá una nueva vida y la deuda argentina, una vez más, habrá crecido de manera imprevista y significativa. Tal vez no sea el mejor augurio para el futuro del país, pero sí para un presidente que necesita ese dinero como una cuestión de vida o muerte.

 

(*): publicado este domingo en Infobae. 

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