Franco Giorda, especial
para ANÁLISIS DIGITAL
El poeta Nicolás Jacinto Jozami escribió sobre los claroscuros de los márgenes, el alcohol, las risas de los bares, la prostitución y la noche lumpen del Paraná de los años 20. Visto desde el presente, tal vez, resulta curioso que un joven de condenados hábitos haya logrado trascender su época. Sin embargo, su sensibilidad, su ilustración, su cosmopolitismo y su cinefilia (entre otros atributos) le permitieron una perspectiva poética (y política) de la “mala vida” que lo hace llegar hasta nuestro días.
Hoy se cumple un aniversario de su nacimiento sucedido el 10 de septiembre de 1905. Vivió poco. No llegó a los 27. Murió el 3 de julio de 1932, en Rosario. Ese tiempo le alcanzó para dejar una obra.
Con 23, publicó “Poemas a las cosas de la calle sucia” compuesto de versos sobre prostitutas, malandras y vigilantes que gastaban sus vidas en la calle Diamante. La Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos en conjunto con la Municipalidad de Paraná reeditaron este tomo de 60 páginas en 2013. La publicación también incluye tres relatos aparecidos en El Diario en 1944 y que fueron agrupados bajo el título de “Cuentos rudos de almas rudas”.
Jozami le dedica “este libro salpicado por el lodo de la calle sucia de mi pueblo; pero, libro también limpiado por la estrella que todos guardamos en el charco romántico de nuestro séptimo cielo” a su amigo José Dum, ex marino alemán y “desfondado bebedor de cerveza”.
Con su lenguaje popular no le escapó a palabras como “permanganato”, “palangana”, “senos”, “semen”, “venérea”, “madame”. Su vocabulario no es condescendiente sino el elemento crítico con el que compone un retrato de la miseria y, al mismo tiempo, de la dignidad de varones y mujeres que viven en los rincones oscuros de una sociedad mojigata.
El humo, los tufos, la violencia y la muerte fueron los condimentos que sazonaron las palabras nacidas del barro del arroyo Antoñico y la sordidez del cementerio. El ánimo de la época, algunos de los personajes y ciertos lugares que frecuentaba el joven poeta se pueden conocer a través del artículo “La calle sucia de los faroles rojos y gatos negros” del libro “Relicario” del periodista Jorge Riani.
Los principios de Jozami para vivir y escribir fueron: reír, amar y viajar. Su risa no es banal sino la que desafía la tragedia. Su amor no es exclusivo sino el que se brinda a la humanidad. Sus viajes no son de placer sino los que rompen el provincialismo.
Según da cuenta la edición de la EDUNER, Jozami además de poeta fue narrador y periodista. Los “Poemas a las cosas de la calle sucia” fueron impresos por primera vez alrededor de 1929 en los Talleres Gráficos Democracia de Paraná; también escribió las novelas “La señorita de los siete pecados capitales” (edición de autor, 1929) y “¡Vendida! Memorias íntimas de Cosia Zielón (la Swi Migdal vista por dentro)” (Editorial Tor, Buenos Aires, 1930) y los relatos “Señores, la patria necesita un caballo verde (cuento de la revolución)” y “Cuentos de amor para una ‘girl’ neurótica”. Existen, a su vez, notas de prensa, textos inéditos y seis obras de teatro con la firma del escritor de las cosas sucias.
De este modo, la ciudad cuenta con un cronista que transitó a un lado y otro de la modernidad y la rudeza y cuya voz todavía suena entre nosotros.