Por Américo Schvartzman
Pedro Campos Santos fue miembro del Partido Comunista de Cuba. Es politólogo e historiador y trabajó como diplomático en el Servicio Exterior. Pero sus diferencias con la orientación del gobierno revolucionario lo llevaron a alejarse, a buscar formas de supervivencia que le permitieran ser independiente, pero sobre todo a estudiar y proponer un camino diferente en Cuba, un socialismo que no vea a la igualdad y la libertad como contradictorias. “Trabajé en el turismo, luego en una pizzería, hice de taxista, vendí libros y laboré como fotógrafo callejero”, relata. Esa búsqueda lo llevó a formar parte de un colectivo informal denominado SPD (Socialismo Participativo y Democrático) que desde hace algunos años promueve para Cuba un camino socialista basado en la autogestión social con libertad para todas las personas que forman parte de ella. “Un socialismo con todos y para el bien de todos, como lo quería José Martí”, define.
—¿Cómo se vive en Cuba la muerte de Fidel Castro entre las personas que son críticas "por izquierda" al régimen?
—Los sentimientos son amplios y diversos. No somos un movimiento homogéneo. Todos sentimos la pérdida del ser humano. Algunos valoran positivamente sus aportes a la sociedad cubana. Otros consideran que el balance general de su impronta es negativo para el desarrollo de la sociedad cubana y en particular para la democracia y el socialismo. Yo me sitúo entre estos últimos.
—¿Qué consecuencias tendrá a corto y largo plazo para la vida social, económica y política cubana?
—Mi visión personal es que ahora Raúl Castro tiene más posibilidades de demostrar que sus propuestas reformistas, la llamada “actualización” y los “lineamientos económicos y sociales” de los últimos dos congresos del PCC,son más que un intento de neutralizar las críticas internas y mejorar la imagen internacional del régimen, para conseguir más credibilidad y financiamiento en función de fortalecer el capitalismo monopolista del Estado. Creo que vamos a presenciar un pulso entre los fidelistas y los pragmáticos dentro del gobierno, el PCC y las FAR. Si los fidelistas predominaran, todo tendería a complicarse. Si fueran los pragmáticos, podrían esperarse mejorías, pero en todo caso las reformas políticas costarían más trabajo. La disidencia socialista, la oposición y el pensamiento diferente deberán afinar sus estrategias y sus tácticas políticas para buscar un acercamiento con el sector pragmático del gobierno que posibilite la apertura de un proceso de democratización. De la evolución de esas fuerzas y eventuales alianzas, dependerá el futuro de Cuba.
(Más información en la edición gráfica número 1053 de la revista ANALISIS del jueves 22 de diciembre de 2016)