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En educación, fortalecer el valor de la palabra

Por Hugo Héctor Pais (*)

Hace años vengo planteando la importancia del diálogo y el valor de la escucha, cuestiones que me he detenido por abordar en mi último libro “Educar para la no violencia” - Formar para la paz y la convivencia – y me mueve, a mirar lo cotidiano, en los medios de comunicación los contenidos y palabras que surgen en espacios donde la palabra, no debería ser grosera, violenta y ofensiva.

De hecho, los comunicadores sociales son hábiles en detectar esto que digo, de la incidencia y el peso de las palabras, por lo que, como pedagogo, quiero reflexionar con Uds., que desde que nacemos, procuramos satisfacer la necesidad más humana: conectarnos afectivamente, pero hoy día las dificultades para llevarnos bien surgen de nuestras limitaciones para expresarnos con palabras que no hieran, y valorar las relaciones como fuente de enriquecimiento mutuo y así́ tratarnos con amabilidad.

Es importante destacar, “la asertividad” como el arte de comunicarnos, saber decir lo que hay que decir.

Pretendo mover a discernir el camino más sano, para expresar nuestra palabra y es allí, donde la educación tiene un peso sustancial.

El valor de la palabra, para mí, es serle fiel a la palabra, a su importancia y a su significado; es por ellos que debemos no mal usarla en cosas absurdas que para nosotros realmente no tienen valor y sentido

Reconocer que en nuestro mundo interior se encuentran los pensamientos y las emociones, que estamos regidos por el poder de nuestra mente, que es donde reside la forma de usar los razonamientos; la capacidad de comprensión y darle un sentido a todas las ideas y conceptos que surgen en nuestra conciencia lo que van conformando nuestras creencias, convencimientos y certezas con las que se mueves por el mundo.

El sentido de la palabra es la unidad fundamental de la comunicación, nos aporta los aspectos subjetivos del significado relacionados con el momento y la situación dados

Las palabras tienen el poder de resolver problemas, tienen el poder de emocionarnos, como cuando leemos un poema o un libro. A través de ellas transmitimos todos nuestros pensamientos, nuestras opiniones, dudas, experiencias, pero el uso incorrecto, rompe, lastima, y no conduce a la unidad de los seres humanos.

Sin dudas, las palabras son vitales para la vida laboral, familiar, social. Es importante tener las palabras que comunican cómo nos sentimos, qué necesitamos o qué vamos a hacer a continuación. Lo he dicho las palabras pueden herir a las personas, pueden hacerlas sentir felices, pueden dar un empujón cuando más lo necesitan

Las palabras encierran un poder que desconocemos, trabajan sobre nuestro cerebro constantemente enviándole información. Esta información genera en nosotros sentimientos, actitudes, pensamientos, etc., que posteriormente se convierten en comportamientos, en nuestra manera de actuar y de interactuar con los demás

Con las palabras podemos crear o destruir. Son más que sonidos, las palabras moldean la mente para después convertirse en pensamientos o acciones, son tan poderosas que a través de ellas podemos crear o destruir, por eso su correcto manejo es de suma importancia. Aquí debo reforzar el valor, de la educación emocional, precisamente porque ella nos ayuda a comprender y contener a nuestros educandos, orientar y valorar el todo de su personalidad.

No tengo dudas que las palabras negativas, enojosas y críticas causan daño emocional y físico, no solo al oyente, sino también al que las dice. Una sola palabra negativa, ya sea dicha a un extraño, un amigo o un familiar, puede dejar una impresión duradera que tal vez nunca se borre.

Esto nos hace pensar, los niveles y diversas formas de expresar el comportamiento violento, particularmente en quienes ejercer el poder o nuestra representación, y afirmo que no solo en el hombre o mujer común, sino en aquellos que tie4nen responsabilidad dirigenciales en nuestra sociedad. No da lo mismo decir una palabra soez, que hiere, y lastima a los otros. Aquí el educador debe llevar a los estudiantes a valorar el peso y el sentido de cada expresión/ palabras y comprender la necesidad de discernir en las aulas los discursos, buscando el lenguaje que une y hace comunidad.

 (*) Hugo Héctor Pais es expresidente del Consejo General de Educación.

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