Daniel Tirso Fiorotto
(especial para ANALISIS)

La ausencia de palabras que son claves para la política provincial, como coparticipación, federalismo, biodiversidad, desigualdad, impunidad, rutas, soja, agroquímicos, multinacionales, extranjerización; la ausencia de palabras como cooperativas, latifundio, energía, movimiento obrero, república, corrupción, pymes, crédito, libertad de expresión, dignidad, entre otras, en el discurso de asunción del gobernador Sergio Urribarri impidió conocer lineamientos de fondo de su gestión. Sin embargo, al concentrar la mirada en la educción y la pobreza, el mandatario seleccionó, entre los múltiples problemas, dos centrales, agudos, estructurales.

Según el Instituto de Estudios y Formación de la Central de Trabajadores de la Argentina, durante el gobierno de Néstor Kirchner creció la masa de ingresos de la población, pero el 30 por ciento de la gente de mayores ingresos se apropió del 62,5 por ciento de esos fondos. El 40 por ciento de la población con ingresos más bajos sólo se quedó con el 12,8 por ciento de los ingresos generados. La desigualdad en la distribución, la brecha entre ricos y pobres, sigue intacta o en aumento. Pero la palabra desigualdad no formó parte del discurso de asunción del gobernador Sergio Urribarri.

La extranjerización del capital, como la fuerte dependencia de la soja y la inquietante puesta en riesgo de la biodiversidad en Entre Ríos, tres asuntos que reclaman atención profunda y urgente en la provincia de hoy y de mañana, fueron dejados de lado en la exposición.

Es difícil vivir en Entre Ríos y no hablar del modelo soja-agroquímicos, por sus efectos sobre la organización social, la biodiversidad, la salud humana, la dependencia, pero el mandatario no usó las palabras soja, agrotóxicos, biodiversidad. Y ante el avance de multinacionales (Monsanto, Cargill, Carrefour, etcétera), sobre las pymes locales, el gobernador no pronunció la palabra multinacionales ni la palabra pymes, y tampoco las palabras crédito o la expresión concentración de las riquezas, términos y conceptos que conducirían hacia los problemas más hondos y alarmantes que padecen los entrerrianos.

Dijo un informe del Instituto mencionado, de la Central de Trabajadores Argentinos: “En 1997 las ventas de las 200 empresas de mayor facturación (en el país) representaban el 31,6 por ciento del PBI corriente, y en 2005 el 51,3 por ciento del mismo. La cúpula (entre las mayores empresas) exhibe un notable incremento de la extranjerización. Sobre 27 empresas que modificaron el origen de su capital, 23 incrementaron la cantidad de empresas extranjeras y cuatro son empresas estatales. Así, en la cúpula de 1997 las firmas extranjeras eran el 52,5 por ciento y en 2005 el 64 por ciento del total”.

Pese a las evidencias inquietantes, la extranjerización no apareció en el discurso del mandatario.

El sistema unitario impuesto y consolidado, con la recaudación de dinero concentrada en Buenos Aires y el reparto según el grado de simpatía de cada gobierno provincial o municipal con el poder central, un modelo que está en las antípodas de la organización nacional y de viejas y duras conquistas de los entrerrianos en particular, también quedó al margen del mensaje del mandatario. Es cierto que frente a Urribarri estaba el ministro Alberto Fernández, que se pudo haber sentido tocado por una referencia de ese tipo, pero también es cierto que en la organización del país el lugar de un gobernador y el de un ministro estaba claro.

Sabido es que la política petrolera y minera, la política de regalías sobre recursos del subsuelo del país, y la política sobre las deudas externa e interna influyen en forma casi determinante sobre la provincia, pero Urribarri prefirió soslayar estos asuntos.

Había dicho en Paraná el experto Alejandro Olmos Gaona, hace pocas semanas: “La deuda real (del país) son 220.000 millones. Y la generación de intereses que esa deuda supone es de tal magnitud que en los próximos tres años la deuda podría llegar, no le exagero, a los 270.000 millones. O sea, se va a hacer más impagable que nunca”. Así, el gobierno central sigue acumulando para pagar deuda, para ello absorbe de las provincias, y las provincias ajustan sus presupuestos y no tienen para mejorar salarios u ofrecer créditos. Pero el gobernador prefirió callar por ahora.

Había dicho hace poco el dirigente y cineasta Pino Solanas: “Ciudadanos y organizaciones de distintas ideas y sectores, de la ciudad y el campo, del trabajo, el comercio, la producción y la cultura, hoy se suman a la gran patriada de superar el millón de firmas por la argentinización del petróleo y el gas y la modificación del artículo 124 de la Constitución que otorga su dominio a las provincias.

(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)