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Entre salarios mínimos, no tan mínimos y la falta de empatía

Los senadores nacionales volvieron a subir sus dietas.

Por Néstor Banega (para ANÁLISIS)

 

La sociedad se modificó por el impacto de la tecnología en la vida diaria. Hasta cambiaron, ya definitivamente, las formas de relacionarse con el entorno y con los otros. Se trata de una realidad que supo administrar a su favor el espacio que alcanzó en diciembre pasado la presidencia de la Nación. Usaron las redes para llegar y las siguen usando para sostenerse. Aplican, como lo hicieron durante la campaña, la administración de la ira, para imponer su mirada y aplacar las expresiones ajenas.

El presidente Milei, indican los especialistas, se convirtió en un catalizador de broncas acumuladas en gran parte de la sociedad, que se asentaron durante la pandemia. El encierro provocó un reseteo masivo y aún hoy no terminamos de acomodarnos a una nueva época.

Los sueldos de la ira

En los últimos días asistimos a un intercambio virulento -otro más- que empieza cuando se conoce que, después de logrado un aumento por los empleados del Senado de la Nación, ese beneficio también impactaba en los ingresos de los legisladores, porque así está establecido en la normativa vigente. (Parece que, con urgencia, lo quieren cambiar).

Las tensiones son, ni más ni menos, entre el titular del Poder Ejecutivo Nacional, Javier Milei, y su compañera de fórmula, Victoria Villarruel. Una escalada que habrá que analizar donde termina. Faltó una invitación, apareció el tironeo por los sueldos y hace unas horas la vicepresidencia arremetió contra el Juez Ariel Lijo, propuesto por Milei para integrar la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

Es más que una simple ola sobre la quietud del mar. Se parece más el inicio de una tormenta. Atentos a los naufragios.

Volviendo sobre el tema sueldos de los senadores nacionales (por las dudas habría que mirar también en Diputados), una vez más el primer mandatario aprovechó para descargar su ira contra los legisladores, renovando la hostilidad y poniéndose agresivo. Una costumbre.

Ampliando sus adjetivaciones llevó a las ratas al andarivel de los estafadores. Interesante progreso roedor.

Sin entrar en los alcances del código penal, el estafador es alguien que se dedica a embaucar, o sea, a engañar.

Milei aseguró que quienes iban a recibir el aumento "perdieron la empatía con los argentinos de bien mostrando que son unos estafadores".

Se montó en la sensibilidad popular para achacar, como lo hace habitualmente, conductas ajenas. En este caso fue la excusa de los sueldos, en una coyuntura donde, en general, tienden a desaparecer.

Les pidió que “tomen consciencia de la Argentina que estamos viviendo”. Mostrándose desinformado no quiso ponerle responsable a “la burla” y recalcó, con esa agresividad que le gusta mostrar que “quienes han avalado estos atropellos a los trabajadores sufrirán las consecuencias en las urnas cuando el pueblo se exprese mediante el voto".

Sin duda esa molestia que mostraba Milei, debe ser compartida por muchos. Habrá por estas horas millones de frustrados, heridos, al observar la distancia que hay entre sus ingresos y los que tienen los legisladores.

Falta de empatía

Más allá de esta coyuntura que muestra, nuevamente y en pocos días, la desconfianza que aumenta entre dos poderes del Estado, es necesario indicar algunas cuestiones que, quizá por estar ocupado en viajes o conferencias, el presidente no advirtió y que también muestran una falta de empatía hacia los trabajadores, hacia el pueblo.

Lo que seguramente expresará vehemente, en tono de denuncia, cuando tenga la oportunidad.

Vienen fracasando los sucesivos encuentros del Consejo del Salario Mínimo y el Poder Ejecutivo optó por fijarlo en forma unilateral, sin tener en cuenta reclamos ajenos. Lo hizo según su parecer y entender.

Quien sabe que derrotero administrativo habrá tenido el expediente que sustenta la decisión. Lo cierto es que sesudos análisis determinaron que el Salario Mínimo, Vital y Móvil sea, a partir del 1° de Agosto del corriente, de PESOS DOSCIENTOS SESENTA Y DOS MIL CUATROCIENTOS TREINTA Y DOS CON NOVENTA Y TRES CENTAVOS ($262.432,93) para todos los trabajadores mensualizados que cumplen la jornada legal completa de trabajo.

Es evidente que quienes decidieron esto no tuvieron demasiado en cuenta al otro. No se pusieron en el lugar del trabajador los que firmaron la Resolución 13. Faltó empatía.

El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) informó en su resumen de julio de este año que un hogar con 4 integrantes necesita $405.697.- para hacer frente a una canasta básica alimentaria. Si quieren alcanzar una canasta básica total los ingresos deberán ser de $900.648.-

La línea de pobreza es de $291.472, es decir que quien cobra el salario mínimo no la está pasando bien. Está, por decisión del Poder Ejecutivo, bajo esa línea.

Podría decirse, parafraseando al presidente, que no tomaron consciencia de lo que se está viviendo.

Faltó empatía.

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