Por Francisco Uranga (*)
Javier Milei anunció este martes un Plan Nuclear Argentino como parte de la estrategia para convertir al país en el “cuarto centro mundial de inteligencia artificial”.
La propuesta, sin embargo, no posicionaría a Argentina en el centro sino en la periferia de la inteligencia artificial. Como proveedora de recursos naturales: tierra y energía, según el mismo Milei.
“Nosotros tenemos energía de sobra, tierras frías e inhóspitas de sobra, y recurso humano de calidad”, dijo Milei en la cadena nacional por su primer año como presidente.
Más allá de la discusión de si sobra tierra y energía en el país, las ventajas que destaca Milei dicen mucho sobre qué tipo de inversiones pretende atraer. Básicamente, la construcción de data centers para entrenar modelos de inteligencia artificial.
Quizás el mayor obstáculo para el avance de la inteligencia artificial sea que el entrenamiento de los modelos requiere una gran capacidad de cómputo — y un enorme consumo de energía. La refrigeración de estas instalaciones también es un factor crítico y los climas fríos son favorables porque reducen los costos.
El gran consumo de energía de los data centers — primero para el minado de Bitcoin y hoy para entrenamiento de inteligencia artificial, que es varias veces superior — ya había generado controversia en los países desarrollados.
Incluso algunos que incentivaron en su momento la instalación de data centers ya abandonaron el optimismo inicial. Suecia, que fue un líder del sector, eliminó las exenciones impositivas para data centers en 2023.
El cientista de datos holandés Alex Vries calcula que para 2027 la inteligencia artificial consumirá a nivel mundial tanta electricidad como Países Bajos. Para De Vries, ese elevado consumo puso bajo la lupa el costo de oportunidad de la inteligencia artificial. ¿Vale la pena destinar tanta energía a data centers que benefician principalmente a las grandes compañías tecnológicas estadounidenses? ¿No conviene destinarla a otras actividades más beneficiosas para el país?
El problema es todavía mayor si se consideran los objetivos de transición hacia energías renovables para combatir el cambio climático. Un asunto que el gobierno argentino no tiene entre sus prioridades.
El plan de Milei supone que puede aprovechar la oportunidad generada por este aumento abrupto de la demanda eléctrica. La premisa es que Argentina mantendrá un superávit energético en el futuro impulsado por Vaca Muerta.
Visto así, Argentina ofrece a los países centrales un destino donde instalar los data center y sacarse parte del problema de encima.
El centro mundial
Los principales centros de inteligencia artificial son EEUU y China. Ahí —y en otros pocos países— se concentra el diseño de los modelos, los algoritmos y las aplicaciones basadas en inteligencia artificial. EEUU y China también compiten por el desarrollo y la fabricación de chips para inteligencia artificial.
El plan de Milei no apunta a estas actividades.
Argentina, de hecho, ni siquiera está en el ranking de la Universidad de Stanford de los 36 países líderes en inteligencia artificial. Los únicos países latinoamericanos que aparecen son México en la posición 33 y Brasil, en la 34.
En "tierras inhóspitas" pueden instalarse data centers para entrenamiento de inteligencia artificial porque no necesitan estar cerca de los usuarios.
Para ciertos usos, la distancia al usuario final es crítica. En la bolsa de Nueva York, por ejemplo, una diferencia de milisegundos es determinante cuando se ejecuta una transacción. Por eso importan incluso unos pocos kilómetros de distancia en la localización de un data center, ya que pueden afectar el tiempo de respuesta. En jerga técnica: la latencia.
Grandes tecnológicas como Alphabet, Amazon, Meta o Microsoft pueden invertir en lugares alejados de sus usuarios y otras operaciones de sus negocios para entrenar modelos de inteligencia artificial.
Eso no convierte a esos destinos en centros de inteligencia artificial. Son centros de procesamiento de datos y consumo de energía.
No debería sorprender que los mismos países donde se instalen estos mega data centers terminen importando sistemas y aplicaciones basados en los modelos de inteligencia artificial que fueron entrenados en su territorio y con su energía.
La pata nuclear
La idea de usar energía nuclear para abastecer data centers es importada de EEUU.
Sam Altman, el director ejecutivo de OpenIA, desarrolladora de ChatGPT, dijo este año en la reunión del Foro Económico Mundial en Davos que no veía solución sin un gran avance en materia de energía y estaba interesado en invertir más en fusión nuclear.
El sector nuclear de EEUU tiene grandes expectativas de reactivación gracias a la inteligencia artificial. En el país hay decenas de reactores nucleares fuera de servicio, algunos porque no podían competir con otras fuentes de energía más baratas. Pero las plantas nucleares pueden ahora ofrecer grandes cantidades de energía sin emisiones de dióxido de carbono y de manera constante, a diferencia de otras fuentes de energía como la eólica o la solar.
Microsoft anunció en septiembre que construirá data centers para inteligencia artificial que serán abastecidos por la planta Three Mile Island, en Pensilvania. La decisión tiene un alto peso simbólico porque esta planta fue el escenario del mayor accidente nuclear de la historia de EEUU en marzo de 1979. Uno de los reactores salió de servicio ese año y el último en 2019. Se espera que la planta vuelva a producir en 2028 gracias al acuerdo con Microsoft.
Tanto Google como Amazon anunciaron este año que estaban trabajando con empresas que desarrollaban reactores modulares pequeños, que producen menos energía y utilizan tecnologías diferentes a las plantas nucleares convencionales.
El plan de Milei
Aún no se conocieron los detalles del plan anunciado este martes, pero Milei anticipó que contemplaría la construcción de nuevos reactores y la investigación de tecnologías emergentes en reactores modulares pequeños.
Una ironía: el gobierno de Milei frenó el proyecto CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares), que estaba construyendo en Argentina uno de los primeros reactores modulares pequeños del mundo.
Todavía no queda claro si el plan de Milei implicaría algún tipo de inversión pública — que fue paralizada este año— o una exención fiscal para el sector. Intervenciones estatales de este tipo contradirían el predicamento liberal del presidente.
Los proyectos de construcción de data centers pueden ser multimillonarios. Incluso superar los 1.000 millones de dólares. Esos montos permitiría que los proyectos se beneficiaran del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), que incluye una reducción del 35% al 25% del impuesto a las ganancias.
A diferencia de EEUU, Argentina no tiene reactores nucleares fuera de servicio, lo que hubiera acelerado los tiempos de puesta en marcha. La construcción de plantas nucleares demora años y requiere inversiones multimillonarias. Por eso no deberían esperarse novedades en el corto plazo.
Y quizás tampoco en el largo plazo.
(*) Codirector y editor general de Visión Desarrollista. Ingeniero y periodista.