Claudio Cañete
La muestra fotográfica Ausencias, de Gustavo Germano, fue inaugurada en el Museo Provincial de Bellas Artes con un gran marco de gente. Un brillante trabajo que demandó dos años de investigación y esfuerzo mancomunado con entidades que apoyaron su concreción, y que también en Paraná, como en Buenos Aires y España, cosecha la aprobación del público en general. Se podrá ver hasta el martes 3 de junio y luego será llevada a la Fundación Salvador Allende, en Santiago de Chile. En Paraná se puede visitar de martes a domingo (mañana y tarde), en la sede de Buenos Aires 355.
La blancura de las paredes interiores del Museo Provincial de Bellas Artes es el marco propicio para que 14 pares de fotografías en blanco y negro y color florezcan con el impacto donde ni siquiera el más desprevenido dejará de conmocionarse. Estando en una de las salas ya se pueden divisar otras más que esperan en los siguientes ambientes, como invitando al visitante a un recorrido que lo involucrará con sus sentimientos y reflexiones.
Ausencias, la muestra fotográfica de Gustavo Germano, es una síntesis como pocas del horror y el escarnio provocado por la última dictadura militar en Argentina. Son 14 casos de familias que sufrieron el secuestro y desaparición de alguno de sus seres queridos, contados contundentemente cada uno con dos imágenes. La primera, casi siempre de la década del ‘60 o el ‘70 (en blanco y negro), la segunda reciente y en colores, encontrando a los protagonistas con las consabidas marcas del paso de los años. Y la ausencia de uno o más que en la anterior toma fotográfica, extraída de los álbumes familiares, aparecían tan llenos de vida, tan tranquilos, congelados en una cotidianeidad que posteriormente fue asaltada por el terrorismo de Estado.
“Es un proyecto expositivo que partiendo del material fotográfico de álbumes familiares muestra 14 casos a través de los cuales se pone el rostro al universo de los que ya no están: trabajadores, militantes barriales, estudiantes, obreros, profesionales, familias enteras; ellas y ellos víctimas del plan sistemático de represión ilegal y desaparición forzada de personas, instaurado por la dictadura militar en Argentina, entre 1976 y 1983”, señala un texto del catálogo que trae la muestra.
Ese mismo catálogo, que es un libro donde la historia de vida de cada caso es contada con más detalles, alterna escritos conmovedores, literarios en la mayoría de los casos. Vale mencionar a uno de los primeros. Se trata de una cita del pensador John Berger: “El verdadero contenido de una fotografía es invisible, porque no se deriva de una relación con la forma, sino con el tiempo (…) Los objetos registrados en cualquier fotografía (desde el más impactante al más común) transmiten aproximadamente el mismo peso, la misma convicción. Lo que varía es la intensidad con la que se nos hace concientes de los polos de la ausencia y presencia (…) Al mismo tiempo que registra lo que se ha visto, una foto, por su propia naturaleza, se refiere siempre a lo que no se ve. Lo que muestra invoca lo que no muestra, revela lo ausente igual que lo que está presente en ella”. Estas contundentes líneas son la gran bienvenida a un recorrido para reflexionar. La foto de la izquierda puede ser cualquiera de las que todos tienen en sus casas, guardadas en forma desprolija, cotidianas, repetidas, mal sacadas en las primeras cámaras de rollos a color, o el blanco y negro infaltable como la televisión de la década del 60 y el 70: un imaginario poco cromático que ya se fue pero que dejó rostros que nunca supieron que ese momento sería único, trascendente, de presencia eterna frente a lo que les pasaría. A la derecha, la foto color, de alta definición, la mirada y la sensibilidad de Gustavo Germano, que se tomó el trabajo 30 años más tarde de volver a hacer las mismas tomas con los mismos protagonistas para mostrar y denunciar los rostros que fueron arrancados de cuajo de la foto, como si hubieran sido gajos de un árbol. Cada foto es un árbol ahora, como símbolo de la vida, que muestra su completitud en las ramas que le faltan. Con la verdad a secas en la boca, como dice Berger, muestra lo que tiene y lo que ya no tiene… también.
(Más información en la edición gráfica de ANALISIS de esta semana)