D. E.
El ex jefe de la Policía de Entre Ríos, comisario general retirado Ernesto Ángel Geuna, viene anunciando a propios y extraños que “en muy poco tiempo” retorna a la conducción de la fuerza. Llama permanentemente a altos oficiales, promete cargos, cambios de destinos; asiste a todo velatorio de ex integrantes de la institución y concurre a nosocomios ante hechos violentos, como el que le sucediera recientemente en Paraná al comisario Marcelo Clariá. “Pronto regreso”, les señala. Hay quienes sostienen que “no soporta” estar fuera de un lugar de poder que le cambió la vida –llevándolo a un importante nivel económico, en función de sus acuerdos–; otros, indican que, en realidad, quiere retornar por temor a una posible citación judicial, en la causa por violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura en la provincia. Durante casi todo el año 1976 Geuna fue subcomisario de la Dirección de Investigaciones que funcionaba en calle Buenos Aires, donde se torturó a ex detenidos políticos y cuya dependencia trabajaba en conexión directa con la Comisaría de El Brete, considerado uno de los principales centros clandestinos de detención en ese nefasto período.
La vida le cambió a Ernesto Geuna estando en la cúpula policial. A fines de los ’90 (cuando llegó a ser subjefe con la segunda gestión de Jorge Busti y luego asumió como jefe, en la segunda mitad de 1999) vivía en el barrio Paraná XIV y pasó a un departamento en calle Uruguay, entregado por el Instituto Autárquico de Planeamiento y Vivienda (IAPV). El bono federal de la gestión de Sergio Montiel lo tuvo a maltraer, pero se fue organizando a partir de la victoria electoral de Busti, en 2003.
“Geuna, lo quiero de jefe nuevamente”, le dijo el entonces senador nacional del PJ. El hombre entrado en kilos ya no tenía que pasar las horas sentado en la silleta de la vereda, a la entrada del edificio de calle Uruguay. Pensó en sus colaboradores, averiguó que los “gastos reservados” de los jefes montielistas rondaban los 5.000 pesos mensuales y fue diagramando su expansión. Antes de asumir –a mediados de 2003– visitó a Arturo Johnson y le propuso comprarle la casa de calle Rosario del Tala. “Le doy la posibilidad de que me pague dos años de alquiler, con opción a compra”, le dijo y Geuna no dudó un instante. Se sentaron con el escribano Eduardo Gallichio y cerraron la operación, en unos 100.000 pesos.
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