De todos los sinónimos de despojo, el pillaje califica de buena manera a distintos sectores de la sociedad. Sobre todo a aquellos que permanecen en el poder. Este mes de noviembre está agendado como el momento en que finalizará una historia de conflictos: la del Frigorífico Pedro Aranguren SA.
El emprendimiento comenzó a raíz de la iniciativa privada de Ricardo Taboada allá, por los inicios del siglo XXI. El empresario se alzó con más del 60 por ciento de la obra y el resto fue financiado mediante un préstamo de la provincia al privado, proveniente del Fondo de Inversiones de Entre Ríos (Finver). El préstamo era de 760.000 Bonos Federales y 200.000 pesos, en los tiempos de la gobernación de Sergio Montiel. Ese fue el inicio de lo que se convertiría en la deuda que hasta el día de hoy el empresario mantiene con la provincia.
Pero para el inicio del emprendimiento, Taboada consiguió a título de comodato un terreno donde funcionaba el matadero de la localidad de Aranguren. El entonces intendente de ese pueblo del departamento Nogoyá, Abel Faustino Liberalato, firmó el convenio que le otorgaba los derechos sobre el terreno durante el plazo de diez años, con posibilidad de ser renovado por otros diez años más. El fin era la creación del frigorífico y en eso se encomendó Taboada. Precisamente, el comodato es otro de los ejes que se desprenden de un conflicto donde se embarró mucho la cancha y que derivó en causas que naufragaron en la Justicia.
Muchos son los pormenores del conflicto que finaliza a mediados de mes y que al parecer tiene tan sólo dos salidas: la compra de los bienes muebles por parte del gobierno para que el frigorífico sea explotado por la Cooperativa Agrícola Ganadera y de Servicios Públicos Aranguren Limitada (Coopar) o con el desguace y posterior cierre del frigorífico que tiene parada su producción desde 2010.
(Más información en la edición gráfica número 1050 de la revista ANALISIS del jueves 10 de noviembre de 2016)