
Atilio Borón
Hace 99 años nacía en Birán, Cuba, Fidel Castro Ruz. No voy a incurrir en la tentación de escribir aunque sea una brevísima biografía de este personaje excepcional e inabarcable. Y esta adjetivación se corresponde en plenitud por el papel sobresaliente que el líder cubano jugó no sólo en su país sino también en la política mundial. La Internet está repleta de listados convencionales de los grandes estadistas del siglo XX: casi ninguno incluye a Fidel aunque sí lo hacen con casi todos los presidentes de Estados Unidos o los principales políticos europeos, todos funcionarios estatales de las principales potencias del viejo orden colonial como Winston Churchill o dóciles peones del imperialismo norteamericano como el egipcio Hosni Mubarak. Pero si de lo que se trata es de examinar cómo estos personajes se desenvolvieron en la arena internacional, en el caso que nos ocupa, desde una isla del Caribe y luchando a contracorriente para poner fin a la ignominiosa sumisión imperial de la que ese país era víctima, la figura de Fidel se empina hasta alturas que muy pero muy pocos alcanzaron en esa época.
Aún tomando en cuenta los grandes líderes anticolonialistas de la segunda mitad del siglo pasado, pensemos en un Nelson Mandela, Mahatma Gandhi, Mustafá Kemal Ataturk (en la primera mitad del siglo pasado), Kwame Nkrumah, Patrice Lumumba, Indira Gandhi o Yasser Arafat, la gravitación global de Fidel va mucho más allá de la que éstos lograron conseguir. Mismo en Nuestra América figuras tan entrañables y coherentes como Augusto César Sandino, Salvador Allende, Luiz Carlos Prestes, Farabundo Martí, el mismo Emiliano Zapata, Eliécer Gaitán (salvo el brasileño, todos los anteriores asesinados o caídos en combate) no lograron plasmar un legado revolucionario como el que nos dejara Fidel.
La excepción, pero ya en nuestro siglo, es la extraordinaria figura de Hugo Chávez Frías, también proyectada mundialmente pero bajo circunstancias muy diferentes a las que enfrentara Fidel y también él, como sus predecesores arriba mencionados, muerto prematuramente y bajo extrañas circunstancias. Pese a eso el legado del chavismo es extraordinario y es algo que hoy puede comprobarse muy fácilmente.
La figura genial de Fidel combinaba un notable talento militar, una increíble capacidad de lectura, una memoria prodigiosa y una formación intelectual propia de un académico de alta escuela, cosa en la que sólo Chávez se hallaba prácticamente a su altura. Y además, un guerrero que tuvo que vérselas con la implacable virulencia de un imperio que no pudo doblegarlo pese a la descomunal desproporción de fuerzas en el terreno militar. Fidel, dueño de una inteligencia rayana en lo genial, veía más lejos y más hondo que sus enemigos y sus detractores, que en más de seiscientas ocasiones intentaron asesinarlo. Pero no pudieron con él: era un gigante acosado por pigmeos, aunque éstos tuvieran más recursos financieros, militares, y de todo tipo.
En fin, abarcar en este breve texto todas las facetas de este personaje que parecía provenir “de otra galaxia” exigiría transcribir íntegramente la brillante biografía sobre Fidel escrita por Katiuska Blanco Castiñeira. Me contentaré con recomendar muy enfáticamente a quienes lean esta nota que vean y escuchen el premonitorio discurso de Fidel en la Primera Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, juniode 1992. Lo que hoy dice todo el mundo, incluso politicastros de cuarta encaramados al gobierno quien sabe por cuales oscuras razones, lo dijo Fidel en poco más de cinco minutos en su discurso ante el pleno de la Cumbre. Allí pronosticó que la especie humana estaba en peligro por la destrucción del medio ambiente, anticipó el carácter catastrófico del cambio climático que hoy estamos sufriendo y las consecuencias de la depredación que los capitalismos desarrollados estaban llevando a cabo con total irresponsabilidad, hundiendo en la miseria a los países del Sur Global.
Muchos en la audiencia lo escucharon con un aire de burlona condescendencia: ¡otra vez Fidel con sus apocalípticos sermones! ¿Quiénes eran esos soberbios personajillos que la historia sepultó impiadosamente? George Bush (padre), Fernando Collor de Mello, Carlos Salinas de Gortari, Carlos Saúl Menem, Felipe González (devenido en lobista de las empresas españolas), Jaime Paz Zamora, Patricio Aylwin, César Gaviria, Guillermo Endara, Andrés Rodríguez, Alberto Fujimori, Luis Alberto Lacalle y Joaquín Balaguer. ¿Quién se acuerda hoy de estos minúsculos personajes? Pocos, y cuando lo hacen es para maldecirlos. En cambio Fidel habló y sus palabras quedaron grabadas en piedra. Hoy, cuando estamos al borde de una irreparable catástrofe ecológica las voces de alerta resuenan cada vez con más fuerza. Preparémonos para el año próximo celebrar como corresponde el centenario de su nacimiento.