Sofía Arnaudín
Sonaría extraño y hasta lejano que nos refiriéramos a él como “Maximiliano”. Hasta sentiríamos que no estamos hablando de la misma persona. Él es Maxi, a secas; así se hace conocer a través de su firma que estampa en cada dibujo, abajo a la derecha. “Esa era La Paponia. En los ‘90 estaba tomada por esta fauna, que éramos nosotros. Algunos amigos están dibujados ahí y hay personajes que iban al bar”, señala el humorista gráfico, mientras repasa el interior de Arthur, un libro que nació para los amigos “porque sentía que era como una memoria colectiva”.
Editado en diciembre de 2018 por Abrazo Ediciones -la editorial independiente de Fernanda Puglisi y Maxi Sanguinetti- este libro es más que un trabajo de recopilación y búsqueda de todas las publicaciones de “Arthur” -desde 1994 a 2014-, en sus diferentes formatos y medios. Para Maxi significa también un enfrentarse consigo mismo, transitar el pasado y encontrarse en él. “Es como ver un álbum de fotos. Vos te acordás vagamente de algunas cosas; pero cuando ves las fotos… me acuerdo en qué contexto hice los dibujos, me acuerdo con quién estaba, quiénes eran mis amigos; fue como revisitar todo eso”, reflexiona sentado en un taburete frente a un dibujo a medio hacer, en un estudio tapizado de libros y muñequitos de la serie animada Los Simpson.
En diálogo con Revista ANÁLISIS, el humorista repasa “Arthur”, un libro que según el autor es de edición limitada pero que “la idea es hacer unos ejemplares más como para que circule. Por lo menos completar los 100 ejemplares”. Un viaje que atraviesa los años más performativos de la carrera del autor, pero con final abierto porque “capaz que un día me dan ganas y vuelve”.
—¿Cómo surge la idea de recopilar a Arthur?
—Un día caí en la cuenta de que cumplía 20 años el personaje –de 1994 a 2014- y surgió ahí. Arthur fue publicado en diferentes lugares y formatos. Algunos salían como tira en el diario Hora Cero -cuando Revista ANÁLISIS pasó del semanario a Hora Cero- otras, eran láminas más grandes que hacía en la redacción de Hora Cero para la muestra anual de humor e historieta. Luego publicaba en fanzines, que hacía para vender o regalar. Recién se ordenó el material hacia el final, que salía en la revista El Colectivo. Cuando me di cuenta de los 20 años ya tenía ganas de recopilarlo. Sabía que iba a ser medio faraónico porque tenía que rastrear material. Fue como ordenar mi cabeza también, un proceso de autoconocimiento donde te encontrás con vos cuanto tenías 20 años y te acordás de lo que hacías, de la música que escuchabas con quién estabas; fue como revisitar todo eso medio de golpe. La idea era sacar el libro en principio para mis amigos, que fueron testigos y parte de muchas de las aventuras que aparecen ahí. Si bien hay muchos códigos de la época y muchas citas a las bandas y lugares, yo creo que igual, aunque no lo hayas vivido, quedó apto para todo público.
—¿Cómo describirías a Arthur?
—Es un personaje que ve todo desde afuera. Es un observador, un bohemio; le gusta la noche, la soledad. Disfruta mucho de la lectura, está atado a su forma de pensar. El universo musical viene del rock, pero en los ’90 estaba muy influenciado por el punk. Él dice: “yo no creo en nadie que no esté atravesado por la cultura rock”. Como una forma de mirar el mundo, de descreer un poco de todo. Se autodefine: “no creo en la idea del progreso”, “no creo en la idea del éxito”. Un personaje medio anarquista también.
(Más información en la edición gráfica número 1094 de la revista ANALISIS del miércoles 17 de abril de 2019)