
Sofía Arnaudín
El Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) puso en jaque las prácticas de nuestra vida cotidiana. Es por eso que, en esta nota, ANÁLISIS reflexiona, junto al Magister en Estudios Culturales, Román Mayorá, sobre qué significa ser gestor cultural y sus implicancias en épocas de pandemia; la virtualidad y sus alcances; los desafíos de “la nueva normalidad” y de pensarnos, dentro de ella, como sujetos culturales.
Las actividades de esparcimiento son necesarias para el crecimiento espiritual, intelectual y humano. Nos enriquecen y nos ayudan a vincularnos con otros, con nuestra historia, nuestro lugar; con nosotros mismos. Lo cierto es que, ya sea como consumidores o como hacedores culturales, las condiciones en las que nos desarrollamos hoy, son extraordinarias. Como consumidores, anhelamos asistir al cine o al teatro, a un recital, a una exposición de arte, o quizás sólo la libertad de poder elegir, si Netflix o sala de cine. También, muchas veces, desconocemos el entramado de relaciones económicas y simbólicas que encierran esas prácticas. Para los hacedores culturales, está en ellas la posibilidad de subsistencia, la cual desvela a varios -más que nunca- en este contexto.
(La nota completa en la edición 1112 de la revista ANALISIS del jueves 16 de julio de 2020)