
Ayelen Waigandt
Preocupan las investigaciones que alertan sobre la incidencia del uso de agroquímicos en la aparición de distintos tipos de cáncer. Las advertencias de médicos y expertos, apuntan especialmente al glifosato, uno de los productos más usados en la producción agropecuaria. No obstante, los productores e ingenieros especializados desestiman las acusaciones por considerar que carecen de elementos científicos. Las dos posturas contrapuestas, en esta nota de ANÁLISIS.
Desde hace tiempo proliferan serias advertencias por el aumento de los casos de cáncer y su relación con un modelo productivo, basado en el uso de productos químicos. En consonancia, también creció la resistencia del sector agropecuario. Mucho se ha dicho sobre el glifosato, un herbicida de amplio espectro, cuyo uso es objeto de controversia desde el punto de vista toxicológico y ambiental.
El Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud calificó al glifosato como un cancerígeno probable, es decir, que es un agente capaz de producir cáncer. Su uso está prohibido en Austria, en 31 ciudades de Estados Unidos, Canadá, Escocia, España y Nueva Zelanda.
Entre los cientos de estudios que alertan de la situación, se puede destacar el que efectuó Rafael Lajmanovich, profesor titular de la Cátedra de Ecotoxicología de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral e investigador del CONICET, quien analizó el efecto del glifosato unido al arsénico, que se encuentra presente de forma natural en agua y suelos de Argentina. Confirmó lo temido: tienen efecto sinérgico, se potencian, y producen consecuencias muy graves.
En el mismo camino, Damián Marino, científico del Centro de Investigaciones del Medioambiente (CIM), que depende de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y el CONICET, advierte que “el glifosato está destruyendo los distintos ecosistemas, produciendo una pérdida de la biodiversidad, ya que al eliminar determinada planta también se elimina la especie animal que depositaba sus huevos en ella, lo que provoca la destrucción de la flora y la fauna autóctonas”.
(La nota completa en la edición 1113 de la revista ANALISIS del jueves 13 de agosto de 2020)