Violencia de género: una epidemia sin fin

Edición: 
1115
En los seis meses de aislamiento hubo menos denuncias

La pandemia de coronavirus desbarató no solo los sistemas de salud de todo el mundo sino también las formas de relacionarse, moverse, trabajar. Además, profundizó una problemática que crece día a día: los patrones de violencia machista se acentúan durante el período de aislamiento social y las víctimas se ven impedidas de denunciar. 

 

Ayelen Waigandt

 

La Organización Mundial de la Salud (OMS), referente indiscutible para la pandemia de coronavirus, advertía en 2013 que la violencia de género es un “problema de salud global de proporciones epidémicas” y que el 30% de las mujeres del planeta la sufrirán en algún momento de sus vidas.

 

En este tiempo en que el Covid-19 obligó a las personas al aislamiento, esa violencia se agravó ya que muchas mujeres quedaron encerradas con sus maltratadores y el hogar se volvió un lugar aún más peligroso. “El encierro hace que se incremente el riesgo de violencia en la medida en que aumenta el tiempo de convivencia; se generan más conflictos por cuestiones domésticas y familiares; la violencia en el ámbito privado se prolonga sin que sea interrumpida; y se genera una percepción de seguridad e impunidad del agresor”, explica el escritor Miguel Lorente Acosta en su texto “Confinamiento y violencia”.

 

Asimismo, el “quedate en casa” significó una disminución de las denuncias, pero no porque no hay casos sino por el temor que tienen las mujeres a denunciar cuando no pueden salir del mismo espacio que comparten con la persona que las violenta, o porque se vieron impedidas por las distancias y las dificultades para usar el transporte público.

 

Al respecto, la directora de la Oficina de Violencia de Género del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Yanina Yzet, explicó a ANÁLISIS que “la OMS y la ONU advierten que en este contexto de pandemia la mujer tiene una triple victimización: por su condición de mujer; porque son quienes más se ocupan de las tareas de cuidado según nuestra cultura patriarcal y machista; y porque son quienes tienen trabajos más irregulares hacia afuera de sus hogares y por lo tanto el aislamiento hizo que quedaran sin trabajo. Teniendo en cuenta que el 82% de las familias en nuestro país son monomarentales, esto impacta fuertemente en el riesgo”.

Estadísticas nacionales

 

Durante los seis meses de aislamiento social, en Argentina se registraron 127 femicidios, lo que supone una muerte cada 34 horas, según datos del Observatorio  Nacional de la organización Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala).

 

De los femicidios cometidos entre el 20 de marzo en que empezó la cuarentena y el 20 de septiembre, 114 fueron directos –mujeres asesinadas-, 11 indirectos –niños y niñas relacionados con la mujer que sufrió violencia machista-, y otros dos fueron travesticidios. Además hubo 124 intentos de femicidio y tres intentos de travesticidio.

En el 65% de los casos el femicidio fue cometido por la pareja o la expareja de la víctima, y el 71% ocurrió en la vivienda de la víctima o compartida con su agresor.

 

Al respecto, la coordinadora nacional de la entidad, Silvia Ferreyra, analizó que la cifra en este medio año fue “similar” a la de años anteriores, aunque en los cuatro primeros meses de pandemia se notó “una diferencia superior” en cuanto a víctimas de la violencia machista y en los dos últimos meses la situación se estabilizó. Además, remarcó que las cifras de femicidios son “constantes” en el país y aunque altas, las estadísticas de la pandemia “no son significativamente distintas a las del año pasado”.

 

La situación en Entre Ríos

 

En nuestra provincia, según datos relevados por el Registro Judicial de Causas y Antecedentes de Violencia (Rejucav) que funciona desde 2016 en el ámbito del STJ, entre el 20 de marzo y el 4 de septiembre de 2020 se registraron un total de 4.505 expedientes tramitados.

 

De ellos, el 44.28% corresponden a violencia familiar, por aplicación de la Ley N° 9.198; el 38.09% a violencia contra la mujer, por aplicación de la Ley N°10.058, y el 17.62% corresponde a delitos vinculados a esos procesos (expedientes penales).

 

Sobre un total de 4.781 personas víctimas de violencia, registradas en los procesos iniciados durante el periodo informado, 4.337 son de sexo femenino (mujeres y niñas). Las mujeres representan el 90.71% sobre el total de personas víctimas de violencia que registró Rejucav en este periodo.

 

Al analizar la modalidad de la violencia, se observa que la más denunciada –un 84%- es la doméstica, que se tramita ante los Juzgados de Paz, de Familia o Civiles y Comerciales con competencia en esta última. Por ello, desde el organismo consideran “imprescindible la tarea de prevención y sensibilización en el reconocimiento de todas las modalidades, particularmente las menos denunciadas, en las que prácticamente no se ha recurrido al sistema judicial en procura de protección. Desde la vigencia de Rejucav se advierte un incremento de causas de violencia contra la mujer en las modalidades laboral, mediática, institucional, ámbito público y obstétrica, lo que representa un avance en el reconocimiento de las situaciones de violencia por parte de las personas que han logrado denunciar”.

 

En cuanto a los tipos de violencia, el total de 4.505 expedientes refleja que en las denuncias es habitual que se reporte más de un tipo de violencia (respuesta múltiple). El que se reporta con mayor frecuencia es la psicológica (56%), seguida de la violencia física (33%).

 

En tanto, en la variable del vínculo víctima- victimario la que aparece con mayor frecuencia es ‘en unión convivencial’ (24%), seguida de ‘ex unión convivencial’ (21%) y de ‘hijo/a-hijastro/a’ (12%). Vale destacar que este valor cambió durante la pandemia en relación a las cifras obtenidas para el periodo anterior, ya que antes se encontraba en primer lugar el tipo de vínculo ‘ex unión convivencial’. En este cambio se ve claramente la consecuencia del aislamiento social preventivo y obligatorio.

 

Durante el periodo del informe, se registraron 661 redenuncias en la provincia en procesos de violencia familiar en trámite (Ley 9.198) y 436 redenuncias por hechos de violencia contra la mujer en curso (Ley 26.485), lo que habla de un número importante de reincidencias.

 

Menos denuncias, mayor trabajo

 

A la hora de analizar la realidad provincial, Yzet señaló que “el Rejucav, más allá de compartir estadísticas,  es una herramienta para valorar las intervenciones judiciales en la temática” y en ese sentido “desde que comenzó el aislamiento, a partir de las denuncias que registró cada Juzgado, se analizó la cantidad recibida y la información a partir de cada denuncia, particularmente porque el aislamiento agrava la vulnerabilidad de las mujeres y favorece el contexto de violencia, y en esto muchas personas desconocen si pueden salir o no a formalizar una denuncia”.

 

Cabe aclarar que en el país y la provincia hubo resoluciones autorizando la salida a efectuar las denuncias en esta materia, y cualquier persona puede salir del aislamiento para denunciar y comunicar que está en riesgo en cualquier aspecto.

 

“Como el mayor riesgo y violencias que viven las personas es intrafamiliar, y preocupados por esta situación, se analizó la información que se fue recepcionando durante el aislamiento y eso nos llevó a plantear la posibilidad de concretar denuncias on line. La Ley de Familia N°10.668 ya contemplaba la posibilidad de hacer denuncias por correo electrónico pero no se había formalizado hasta el momento, y ante esta situación excepcional se desarrolló una planilla de denuncia a la que puede acceder desde la página del Poder Judicial cualquier persona que esté en riesgo o que conozca de una situación de violencia”, explicó la funcionaria.

 

En ese sentido, indicó que también se trabaja regularmente con la policía de Entre Ríos porque “la mayoría de las denuncias que ingresa al sistema judicial, el 89,9%, es por sede policial”. “Para eso, desde 2015 se sistematizó una planilla de denuncia y a toda persona que concurre a una comisaría o a cualquier organismo judicial a denunciar un hecho de violencia se le toma la misma información, y se tienen en cuenta no solo los datos personales sino también los factores de vulnerabilidad, que son elementos necesarios para que la magistratura pueda adoptar medidas de protección y formalizar la tutela anticipada que prevén la ley de violencia familiar y la ley de protección integral de la mujer que justamente tienen por objetivo hacer cesar las situaciones de violencia que pueden estar ocurriendo y prevenir de futuras situaciones”, apuntó Yzet.

 

Consultada por el alto porcentaje de situaciones de reincidencia y redenuncias, analizó que “si bien en el primer periodo de pandemia, desde el 20 de marzo, se advertía una leve baja en la recepción de denuncias comparado con igual periodo del año anterior, se veía a la vez un aumento de la reincidencia”. “Sucede que en el periodo de pandemia hubo casos porque se sabe que el contexto de aislamiento favorece a las situaciones de violencia, pero a pesar de eso hubo una leve baja de denuncias. En esto se puede advertir que hay muchos casos que no llegan al sistema; estadísticamente hay menos denuncias que igual periodo del año anterior pero estamos atentos porque sabemos que en aquellos casos que no llegan a judicializarse, las víctimas están en mayor vulnerabilidad. La estadística judicial se arma con lo que efectivamente se denuncia, pero sabemos que hay un volumen de casos que no se denuncian”, aclaró.

 

Normativa y tipos de violencia

 

Rejucav sistematiza los procesos de acuerdo a la normativa vigente. Cuando se habla de violencia familiar refiere a la Ley nacional N°24.417 y provincial N° 9.198 cuyo objeto de protección son las personas víctimas de violencia, independientemente de su sexo o género, pero en vínculos familiares y con acento en la situación de convivencia familiar.

 

En cambio, la Ley de Protección Integral de la Mujer (Ley nacional N°26.485 y Ley provincial N°10.058) sanciona la violencia en cualquiera de los ámbitos en que se desarrollen las relaciones interpersonales. Incluye a personas que se autoperciben como mujeres y a niños y niñas, y pretende hacer cesar y prevenir situaciones de violencia en cualquier ámbito, no solo en la convivencia, contemplando la violencia laboral, psicológica, mediática, patrimonial, sexual, política, obstétrica, y en la vía pública.

 

En este punto, Yzet destaca que “en este tiempo se advierte que la violencia contra la mujer en la vía pública tiene un número importante de denuncias. Si bien se podría pensar que a partir del aislamiento y las restricciones en la circulación de las personas no debieran aparecer tantos acosos y actos violentos en la vía pública, sin embargo aparecen muchas situaciones”.

 

Teniendo en cuenta que la violencia que más aparece en los hechos denunciados es la psicológica, vale reflexionar sobre los cambios operados a lo largo de los años. Tiempo atrás era impensado que se formalice una denuncia si no se había llegado a la violencia física, sin tomar en cuenta la violencia psicológica que siempre existe antes de llegar a los golpes, y al femicidio como máxima expresión.

 

Al respecto, explica Yzet: “En todos estos tipos de violencia también está presente la violencia simbólica porque a partir de ella se transmiten los estereotipos. En nuestra cultura patriarcal, tenemos conductas naturalizadas, y en esto no solo los hombres discriminan a las mujeres sino que también lo hacen las mujeres –que de hecho también cometemos violencia de género contra otras mujeres- y hasta cuando educamos transmitimos estos estereotipos que llevan a la naturalización de conductas. Por eso, mirando en profundidad la estadística de los tipos de violencia decimos que, aunque aparece en primer lugar la psicológica y en segundo la física, la simbólica está presente en todos los tipos de violencia porque a partir de ella se incorporan y naturalizan conductas discriminatorias”.

 

“Es necesario poder comunicar esto porque la violencia simbólica no está incorporada en la mirada de las personas y hasta quienes administran justicia deben aprender y saber identificarla”, alertó la funcionaria judicial.

 

Prevención y concientización 

 

Respecto de la escasez de campaña de prevención y sensibilización, Yzet planteó que “la prevención es necesaria primero porque nadie puede peticionar por un derecho que desconoce que tiene, y es necesario saber identificar qué conductas se pueden denunciar. Por lo tanto, la prevención es fundamental como política pública de todos los organismos del Estado, y de hecho los distintos poderes trabajan en tareas de prevención, pero siempre es necesario más”.

 

A modo de mea culpa, también sostuvo que “aún quienes trabajamos estas temáticas tenemos que estar revisando de forma permanente nuestras prácticas para seguir desandando conductas y pensamientos machistas que podemos tener incorporados”.

 

Y reflexionó: “Es importante tener un compromiso como sociedad para que no exista más la violencia. Si como sociedad pensamos en tener tolerancia cero a las violencias, todas las personas estaremos involucradas, con distinto nivel de responsabilidad dependiendo del lugar que ocupemos, en hacer cesar los hechos de violencia y eso permitirá aumentar el nivel de protección”.

 

Organismos oficiales y entidades intermedias

 

Por otra parte, la secretaria de Mujeres, Género y Diversidad de la provincia, Mariana Broggi, aseguró a ANÁLISIS que en estos meses de pandemia y aislamiento “no se vio un incremento” de casos. “Uno de los principales desafíos durante la pandemia, ha sido construir la cercanía con quienes nos necesitan y que sepan que estamos. Por eso desde el primer día reforzamos líneas telefónicas, articulamos con el Ministerio de Mujeres de la Nación y todas las llamadas al 144 que se hicieron desde Entre Ríos, pudimos asistirlas; también los permisos para circular dentro y fuera de la provincia se articularon con la Nación y se garantizaron desde el Ministerio de Desarrollo Social”, puntualizó.

 

En tal sentido, remarcó que “en este tiempo ha sido primordial el compromiso y la dedicación de las trabajadoras y trabajadores de nuestros organismos para garantizar la atención y el seguimiento de los casos, tanto de manera presencial como remota. Desde que comenzó la pandemia organizamos la atención, en el primer tiempo con guardias, pero nunca dejamos de atender”.

 

Sobre el trabajo propiamente dicho, mencionó que “los Juzgados siguieron enviando oficios tanto a la Secretaría de Mujeres como a la Subsecretaría y nuestros equipos hicieron, en principio, seguimiento telefónico y luego atención presencial; además el Hogar de Protección se mantuvo abierto con medidas extremas de seguridad y un protocolo autorizado por el Comité de Emergencia Sanitaria (Coes) y en este tiempo se realizaron muchos traslados de mujeres que dejaron sus casas dentro y fuera de la provincia. El trabajo ha sido constante”.

 

En cuanto a la necesidad de concretar campañas de sensibilización, consideró que “hay mucho trabajo realizado en prevención, pero siempre es importante sostenerlo en el tiempo”.

 

“En Entre Ríos el eje de las capacitaciones ha sido muy importante desde los distintos organismos que abordamos las situaciones de violencia, y lo más importante es la articulación entre todos los organismos del Estado, porque este no es un tema de un Ministerio o una Secretaría. También el ámbito de la salud y la educación cumplen un rol fundamental en esto, por ejemplo mediante la Educación Sexual Integral (ESI)”, planteó.

 

Desde la óptica de la Asamblea de Mujeres, Lesbianas, Travestis y Trans de Paraná, Jorgelina Londero, contó a esta Revista que personalmente, en marzo y abril acompañó a varias mujeres a efectuar denuncias y mencionó que “se ve mucho en redes sociales y en los grupos transfeministas que las mujeres necesitan asesoramiento, especialmente respecto de las mal denominadas violencias blandas, como problemas por cuota alimentaria o la situación de los hijos en relación a la convivencia con los padres”.

 

Asimismo, resaltó que en este tiempo “se han derivado a muchos casos complejos hacia la Secretaría de Mujeres, Género y Diversidad” y destacó “el compromiso de las funcionarias que en pandemia han trasladado con sus autos particulares a mujeres que necesitaban salir de sus hogares para resguardarlas de la violencia”.

 

“También hay una política de cuidado que funciona muy bien y el seguimiento de los casos hoy es muy bueno, porque el equipo conoce los antecedentes de cada situación, interviene las veces que sea necesario, y en este tiempo hubo importantes avances adaptando las leyes y políticas a las resoluciones de la cotidianidad, lo cual, más allá de la estadística de más o menos denuncias, es muy valioso”, sentenció. “Hay un cambio en el abordaje de la violencia”, resumió.

 

De todos modos, aclaró que “todas las áreas del Estado (Secretaría de la Mujer, Subsecretaría, Coprev), que son de creación reciente –de los últimos tres o cuatro años- corresponden a  un logro de las luchas del movimiento feministas; no es que al gobierno de turno se le ocurrió generar estas áreas con personal con capacitación sino que son respuestas a nuestros históricos reclamos”.

 

Por otra parte, también advirtió que “es muy diferente la situación en el Poder Judicial” porque “se nota la ausencia de una perspectiva de género en lo que dicen y piensan muchos de los funcionarios judiciales”. “En el Poder Judicial, la aplicabilidad del avance legislativo todavía dista mucho de la perspectiva de género”, lamentó.

 

“La aplicabilidad de la perspectiva de género es el entendimiento de la desigualdad permanente que hay entre la vida de un varón y de una mujer o una sexualidad disidente. Esto se ve en la asimetría existente en el acceso a bienes, servicios y en el ejercicio de los derechos. Es vivir y pensar que efectivamente hay un sistema que hace que las mujeres vivamos vulnerabilizadas. No somos vulnerables sino que estamos de forma permanente vulnerabilizadas, precisamente por el sostenimiento de esta desigualdad de poder”, reflexionó.

 

Conclusión

 

Más que nunca en este contexto, es necesario actuar contra la pandemia de la violencia de género y evitar sus consecuencias y muertes. Ya es tiempo de adoptar medidas preventivas, y en esta materia, lo único que no podemos hacer es lavarnos las manos.

 

(La nota completa en la edición 1115 de la revista ANALISIS del jueves 15 de octubre de 2020)

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