
El sector celebró un año más en pandemia y se debate acerca de cómo encarar el futuro para no perder participación mundial, abastecer al mercado interno y sostener una senda de inversiones para crecer.
Gustavo Sánchez Romero
Si alguien decide nadar en el río hay una regla de la que no podrá escapar: nunca estará en el mismo lugar. O decide avanzar con esfuerzo venciendo a la corriente o ésta lo llevará más atrás siempre. De modo que no hacer nada no significará para este nadador permanecer donde empezó.
Algo similar sucede con la mayoría de las actividades productivas que se lanzan al río del desarrollo y la competencia. No hacer nada significará, indefectiblemente, un retroceso en relación a la competencia; y más aun en relación a un sistema que encuentra el modo de salir para adelante.
Esta preocupación por la pérdida de competitividad sistémica es el principal desafío que Roberto Domenech, el presidente de CEPA (Centro de Empresas Procesadoras Avícolas), dejó el claro en su alocución en el marco de la Jornada de la Avicultura que tuvo lugar el viernes pasado, en forma virtual, y buscó poner en relieve el sector avícola argentino.
La gran noticia es que Entre Ríos mantiene el 51 % de participación en la producción nacional tanto de carne como de huevo, y eso a pesar de la pandemia y de los entrerrianos mismos.
La cadena en la provincia se comportó con gran profesionalismo ante las adversidades de la coyuntura y pudo atravesar los casos iniciales el año anterior, establecer protocolos segmentados para no parar la planta totalmente cuando haya un caso puntual y sostener el proceso de producción, distribución y consumo, tanto para el mercado interno como para la exportación.
Aun cuando por primera vez en la historia el consumo de carne aviar superó al de carne vacuna (sin detenernos en los motivos), no todo lo que brilla es oro. Los números no son los esperados, pero podría ser peor y hoy, pese a todo, ponen a la avicultura de cara a un proceso unívoco de inserción en nuevos mercados mundiales y sostenimiento de la demanda doméstica. Para esto necesitan un factor de la economía que hoy brilla por su ausencia: créditos competitivos.
Modelo
El modelo que abrazó la avicultura le ha permitido avanzar en forma integrada con productores, muchos de ellos familiares, que se eslabonan con las grandes empresas –precisamente- con el nombre de integrados.
Estos mojones dentro del recorrido de la cadena se encargan, en forma coordinada con los frigoríficos, de las etapas de cría y engorde, siendo el primero, muchas veces, el responsable de proveer genética, pollitos BB, alimentos, asesoramiento profesional, etc.
(Más información en la edición gráfica número 1122 de la revista ANALISIS del jueves 8 de julio de 2021)