
Golpeado tras la derrota, el gobierno provincial dejará en segundo plano los inevitables movimientos internos y se dedicará a fortalecer la gestión. La primera línea del justicialismo piensa que un buen final de mandato es el único camino que abre chances de continuidad. Pero todo se empieza a leer en clave de interna: un Bordet fortalecido tendrá mayores chances de digitar a su sucesor. O a su sucesora. El gobernador no oculta cierta molestia con Cresto, se lleva razonablemente bien con Bahl y habilita a Stratta para que construya políticamente. Pero 2023 está lejos aún y todo se inscribe en un panorama nacional incierto.
Antonio Tardelli
La última encuesta que le acercaron a Rogelio Frigerio, el ex ministro del Interior del presidente Mauricio Macri, le aportaba el viernes noticias tranquilizadoras. No se había alterado demasiado el humor de los electores entrerrianos desde su victoriosa jornada del 12 de septiembre. El sondeo anunciaba 52 puntos para Juntos por Entre Ríos, su espacio, y 32 puntos para el Frente de Todos. El consultor, además, dictaminaba: los 32 puntos peronistas representan su techo. Los 52 de la oposición, en cambio, disponían de algún margen para el crecimiento.
Por una vez, las encuestas no fallaron (tal vez aciertan las que se manejan internamente y yerran más o menos a sabiendas las que se presentan públicamente): el guarismo de los macristas entrerrianos alcanzó los 54,5 puntos y el peronismo quedó estacionado en 31,6. Los resultados finales, un verdadero mazazo para el justicialismo, borraron sus módicas expectativas de acortar los 21 puntos de diferencia que habían arrojado las primarias.
El escrutinio desmintió dos de los elementos con que contaban los más optimistas integrantes del Frente de Todos: creían que la animadversión popular hacia el gobierno había disminuido algo desde la primaria y a la vez especulaban, en este caso de manera fundada, con la posibilidad de que Frigerio, pese a incorporar en su lista al intendente Pedro Galimberti, no retuviera el voto radical que lo había enfrentado en las primarias abiertas de nueve semanas atrás. Pero Juntos por Entre Ríos ratificó su desempeño e incluso amplió la diferencia generando entre los suyos el éxtasis de quienes, de manera un tanto precipitada, se sienten en las proximidades del poder.
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Los actores de la política entrerriana aguardan con expectativa la reacción del gobierno nacional para inscribir en este contexto, bastante imprevisible, sus próximos movimientos. El mismo lunes el gobernador Bordet atendió el llamado del jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien lo invitaba a participar del acto de ayer. La concentración del Día del Militante, convocada en principio por la Confederación General del Trabajo (CGT) y las organizaciones sociales para respaldar al Presidente en medio de posibles tensiones internas, se terminaría convirtiendo en un acto del conjunto de la coalición gobernante.
De todos modos, el gobernador meditó mucho antes de ensayar una respuesta y en principio se escudó en su intensa agenda para dilatar su determinación. Bordet trabaja muy en sintonía con Manzur: el de Tucumán y el de Entre Ríos se conocen bien desde los tiempos en que ambos eran, en sus respectivas provincias, ministros de Salud. Se entienden bien y Bordet valora lo realizado estas semanas por el reemplazante del ahora canciller Santiago Cafiero.
(La nota completa en la edición gráfica 1126 de la revista ANALISIS del jueves 18 de noviembre de 2021)