
El párroco de la iglesia “San Juan Bautista” de Gualeguaychú, Oscar Bourlot, habló del trabajo social que se realiza en la zona ante la grave crisis económica que se vive en el país y la provincia.
En declaraciones realizadas al programa A Quien Corresponda (Radio Plaza), Bourlot comentó que “de la parroquia dependen las capillas San Francisco y Sagrado Corazón que están ubicadas en un sector denominado La Cuchilla y un asentamiento llamado El Espinillo, en la parte norte de la ciudad, que tienen muchas necesidades. En La Cuchilla hay una manzana donde hace ya unos 30 años unas señoras de Cáritas Catedral empezaron a trabajar y se hizo un complejo, donde ahora tenemos una UENI (Unidad Educativa de Nivel Inicial) donde hay jardín de 2, 3 y 4 años, la mayoría del barrio; una escuela de capacitación donde se imparte electricidad, peluquería, cocina, corte y confección, computación, es decir que brindan una salida laboral; había una guardería que con motivo de la pandemia prácticamente quedó sin reiniciar de nuevo y allí se comenzó otro curso de corte y confección. La idea es también volver a tener un comedor, que se está tramitando”.
Agregó que “en San Francisco tenemos la escuela San Francisco con muy poca cuota, que es prácticamente solo el seguro de vida de los chicos, y el colegio secundario Lidia C. Leissa donde también con muy poca cuota los chicos de la zona pueden terminar el secundario. También tenemos Cáritas San Juan Bautista donde hay un ropero, auxiliamos muchas veces con remedios, antes también dábamos bolsones de comestibles, pero lo tuvimos que cortar”.
Comentó que “desde Cáritas Nacional tuvimos la posibilidad de que dos familias puedan tener un baño en su casa; es así que una persona de El Espinillo recibió dos millones de pesos y lo estamos ayudando porque él se construye su casita con baño, y otro hombre que vivía en la peor de las miserias, que no sabíamos bien que estaba viviendo allí porque era un cañaveral, y conseguimos que nos permita ayudarle y le estamos haciendo el baño y una pieza para que viva más dignamente”.
Consultado por el incremento de las necesidades y los pedidos de asistencia, relató: “En 2019 llegué a Gualeguaychú cuando hubo una creciente y allí empezamos a visitar a las familias que se habían inundado, había 12 familias en lo que hoy es El Espinillo que estaban muy abajo cerca del río, y hoy ese barrio tiene 500 familias. Nosotros conversamos con la asistente social del CAPS de San Francisco, porque si quisiéramos hacer un trabajo más serio, más científico, estadístico, necesitaríamos pagar profesionales porque no basta con el voluntario, que va cuando puede, de a ratos; no tenemos asistentes sociales pagos para que se dediquen a esa zona. A veces vamos al lugar cuando sucede algo más grave, no solamente cuando vienen a pedirnos algo como ropa; por ejemplo, hay dos familias a las cuales se les quemó la casa en este tiempo y nos acercamos para ver cómo los podemos ayudar. Pero no tenemos un relevamiento de qué es lo prioritario”.
“Uno habla y escucha a la gente, pero no tenemos una mirada de conjunto. Sé que el municipio está ayudando, porque estuve en contacto con gente que me pedía activar lo más pronto posible el comedor, ya que muchos figuraban como comedores y en realidad eran casas de familia y de 70 comedores que había anotados, quedaron sólo 30 formales. Y también el municipio nos prestó albañiles para levantar la casita de este hombre que les comentaba”, concluyó.