
Por José Carlos Elinson (*)
Un forastero que hubiese arribado a Paraná los primeros días de esta semana podría haber pensado que por estos pagos no se tenía noticias del COVID – 19 y sus consecuencias.
Imágenes logradas por distintos medios dan cuenta que desde Semana Santa comenzó a incrementarse la presencia de personas, primero en los lugares como Puerto Sánchez, tratando de conseguir pescado para el consumo en esos días, pero el ejemplo cundió y un número importante de paranaenses ganaron las calles tras objetivos diversos según pudieron saber quienes preguntaron por las razones que los llevaban a permanecer fuera de sus hogares en plena vigencia de la cuarentena y no siendo beneficiarios de las autorizaciones que se gestionan a esos fines.
La síntesis de las respuestas, además de trámites bancarios, pagos de tarjetas y demás compromisos, fue el ahogo y el aburrimiento que les causa estar veinticuatro horas diarias entre los límites de una vivienda sin importar demasiado las dimensiones de la propiedad.
Es comprensible, la gente, como suele decirse, tiene una vida, y la visita desagradable del coronavirus se la cambió por reclusión perpetua sin haber cometido ningún delito.
Ironía aparte, no es necesario ser científico para entender la importancia de permanecer aislados, pero evidentemente puede más la ansiedad que el raciocinio.
Insisto, no soy científico, pero no debería hacer falta serlo para entender que la nutrida cantidad de gente en las calles está en buena medida tirando por tierra todos los cuidados y limitantes a la exposición dispuestos por el gobierno.
Lo que algunos no parecen entender es que los desacatados de esta historia forman parte de la población a la que se intenta cuidar desde el presupuesto que cuidándonos cuidamos.
El Presidente Fernández y sus equipos de trabajo apelan todos los días a diferentes modos de concientizar y hasta obligar a la ciudadanía a un protagonismo necesario, pero a veces la suerte les es esquiva ý sucede lo que reflejábamos al principio de esta columna. Si alguien no entiende bien de qué se trata podría pensar que estamos ante dos grupos antagónicos perfectamente diferenciados, con posiciones encontradas respecto de un tema que los involucra a todos por igual sin diferenciar orígenes, clases sociales | y niveles culturales, pero por lo que puede apreciarse desde las tomas de posiciones y el mal humor de muchos, todo hace pensar que factores como ignorancia y egoísmos pueden hacer caer los planes del salvataje.
Alberto Fernández –ávido lector, según dicen-, estará por ahí recordando el Martín Fierro mientras busca nuevos argumentos superadores de las precauciones tomadas hasta ahora. Lo imagino pensando que todo lo hecho, a pesar que muchos piensen lo contrario, “No es para mal de ninguno / Si no para bien de todos.”
(*) Especial para ANÁLISIS.