“Este martes fue un día histórico”, expresó Tati Almeida, integrante de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora. Visiblemente conmovida celebró la condena del ex capellán de la Policía Bonaerense Christian Von Wernich por crímenes cometidos en el marco de un genocidio entre 1976 y 1983 y expresó que el enjuiciamiento del religioso “simboliza la complicidad de la jerarquía eclesiástica con la dictadura”. No obstante, la militante paranaense admitió que “aún queda mucho por hacer, porque esta es la punta del ovillo”. Con emoción contó que cuando regresó a su hogar luego de escuchar la sentencia recordó a su hijo, Alejandro Almeida, desaparecido a los 20 años por el régimen militar: “Le decía con alegría, ‘Ale, querido mío, por fin se está haciendo justicia’”. Almeida tiene fuertes raíces con Paraná, puesto que su madre era Uranga, oriunda de esta capital.
En diálogo con el programa A Quien Corresponda que se emite por Radio del Plata Paraná Almeida –cuya madre es oriunda de Paraná- destacó que “jamás” imaginó que sería testigo del momento en que Von Wernich recibía su sentencia.
“Su condena simboliza la complicidad de la jerarquía eclesiástica con la dictadura”, apuntó y resaltó, con tono orgulloso, que “es la primera vez que se sienta en el banquillo de los acusados a un sacerdote que no le hace ningún honor a Entre Ríos”. No obstante, admitió que no debe olvidarse que muchos religiosos “enaltecen a la Iglesia” y citó como ejemplo de ello a numerosos religiosos de la línea tercermundista.
“La justicia llegó gracias a la lucha inclaudicable de los organismos de derechos humanos”, remarcó, pero reconoció que queda mucho por hacer pues la condena del ex capellán concordiense es sólo “la punta del ovillo”.
También contó que luego del juicio participó de algunos festejos: “Cuando llegué a mi casa lloraba de alegría y de tristeza porque siempre tengo presente a mi hijo Alejandro Almeida que tenía 20 años cuando lo desaparecieron”, dijo conmovida. Pero rápidamente dejó de lado la angustia y resaltó que: “Hablé con él y le decía con alegría: ‘Ale, querido mío, por fin se está haciendo justicia’”.
Como síntesis de su impresión tras el litigio judicial calificó de “lamentable” al comunicado emitido por la cúpula eclesiástica luego de la condena del cura y expresó que: “Si en aquellos años la Iglesia hubiese reaccionado de otra forma la suerte de nuestros hijos sería diferente”.