De ANÁLISIS
En el programa de televisión “Memoria Frágil” que se emite todos los sábados a las 20:30 por Canal 9 Litoral, y también disponible en el portal de YouTube (http://www.youtube.com/@memoriafragiltv16), se recordó el caso de los abusos del cura Marcelino Moya.
Estos abusos se cometieron entre 1994 y 1996, en la ciudad de Villaguay. Un joven sacerdote conocido como el “cura payador” tejía una red de manipulación y abuso sobre niños de su comunidad. Décadas después, sus víctimas rompieron el silencio, impulsadas por una denuncia periodística de la Revista ANÁLISIS y el eco de otros casos similares en el seno de la Iglesia como el caso del sacerdote Justo José Ilarraz. A través de las voces de las víctimas, las de los fiscales, abogados, psicólogos y miembros de la comunidad, este episodio de Memoria Frágil reconstruye una historia de dolor, impunidad y valentía. El caso de Marcelino Moya, condenado pero libre por tecnicismos legales, nos confronta con las heridas abiertas que aún duelen en la sociedad y con el poder de la memoria como herramienta de justicia.
A través de los testimonios de las víctimas -y denunciantes- Pablo Huck y Ernesto Frutos; de los fiscales Juan Manuel Pereyra y Mauro Quirolo; de Juan Cosso (abogado de las víctimas), Liliana Rodríguez (psicóloga de la Red de Sobrevivientes) y Antonio Villagra (laico de Villaguay), se revive esa hiriente realidad que afectó a las víctimas y sus familiares, pero también a la comunidad en su conjunto.
Los abusos del cura Marcelino Moya
El cura “payador” Marcelino Moya fue denunciado por abusos de menores ante la justicia entrerriana a mediados de junio de 2015. Lo formalizaron dos de sus víctimas en Villaguay después de la denuncia periodística de la Revista ANÁLISIS donde se relataron los hechos cometidos por el sacerdote entre 1994 y 1996.
Pablo Huck, víctima
“Lo nuestro de alguna manera fue un eco de lo del Seminario. Como que fue una cuestión de efecto cadena que se fue dando. Y es cierto que resonó mucho lo del Seminario. De hecho, gran parte de la colaboración en nuestra denuncia vino por parte de gente misma que formaba parte de la Iglesia en aquel entonces. Y ya venía con las tintas cargadas del caso Ilarraz… y nada, gente que en definitiva optó por retirarse de la Iglesia, sacerdotes que en ese momento estaban -insisto- cuando nosotros comenzamos con la denuncia de Moya, ellos nos dieron una gran mano, y todavía formaban parte de la Iglesia… Y nada… hasta que se dieron cuenta que entiendo yo que la Iglesia no iba a cambiar al respecto, y hoy en día tiempo, años, están fuera, ¿no? la mayoría de ellos. Pero, eran sacerdotes comprometidos con la verdad antes que con la Iglesia como institución; antes que con el silencio y la mentira. Pero sí, ya venían trabajando y habían dado una mano grandísima a los chicos que habían sido usados por Ilarraz e hicieron lo mismo con nosotros… nos colaboraron, nos apoyaron, nos fue de gran ayuda”.
Juan Manuel Pereyra, fiscal
“La investigación se inicia, va de la mano con una nota periodística que sale y, posteriormente, las víctimas hacen la denuncia. Eso, si no recuerdo mal, fue en el año 2015. A partir de ahí se inicia la investigación. La denuncia fue radicada acá, en la ciudad de Paraná. Teniendo en cuenta que los hechos ocurrieron en la ciudad de Villaguay, remitida a aquella localidad por ser, digamos, el lugar competente para que se inicie la Investigación Penal Preparatoria. Si no recuerdo mal, creo que la denuncia la tuvo el doctor (Juan Francisco) Ramírez Montrull. A partir de allí, se remite -como mencioné- teniendo en cuenta que el lugar de los hechos indicaba que habían sido en la localidad de Villaguay… se remite a la ciudad de Villaguay… y a partir de allí es que se inicia la investigación; siendo… bueno… formalmente acusado en su oportunidad; la acusación formal la hizo la doctora Nadia Benedetti, hoy es juez de Garantía. Y, bueno, se desarrolló toda la Investigación Penal Preparatoria en función, obviamente, a partir de los testimonios como suele ocurrir, digamos, en este tipo de casos. Y a partir de ahí se empieza a estructurar con -obviamente- informes, pericias, testimonios, por si fueran empezar a recabar testimonios en función, más que nada, digamos, y teniendo en cuenta el transcurso del tiempo que había ocurrido entre la fecha en que habían ocurrido estos hechos y la fecha que se hace la denuncia; obviamente, eso fue un poco más engorroso, digamos, a lo que es habitual en este tipo de casos. Ya de por sí es difícil la investigación, teniendo en cuenta que son hechos que siempre se hacen exentos de ojo de terceros, digamos, como quien dice; esto sumándole el transcurso del tiempo, obviamente, que llevó sus complicaciones”.
Ernesto Frutos, víctima
“Yo… este… iba a la Acción Católica junto con otros chicos, jugábamos al fútbol. El padre buscaba atraer a los chicos por eso, ¿no? Nos hacía jugar al fútbol, nos gustaba mucho y él también participaba con nosotros. A veces jugaba con nosotros. Y nosotros teníamos acceso a la pieza del Marcelino, que estaba lleno de… yo le digo, cazabobos o de caza-chicos, digamos, porque tenía muchas cosas que podían atraer a chicos de esa edad, por ejemplo, CDs, VHS, que era una cosa, ¿no? Películas de la época, juegos de computadoras, todas cosas así, ¿no es cierto? Y él nos dejaba entrar a la pieza y nosotros teníamos entrada irrestricta, o sea, nosotros íbamos a la puerta que está al costado de la Iglesia y entrábamos a la pieza de él sin ningún problema. Nadie nos iba a decir ´no´… ´no anden acá chicos´ … nada que ver. Íbamos y no importa si éramos 10, o sea, podíamos estar sentados en la cama del padre, todos sin ningún problema, y teníamos acceso a todo este tipo de cosas”.
Mauro Quirolo, fiscal
“Esta causa inició por una nota periodística que hace ANÁLISIS en el año 2015, creo que, en el mes de junio si no recuerdo, y toma intervención ahí la Fiscalía e inicia la investigación. Fue una investigación larga y hasta que se hace la remisión del caso a juicio. Previamente, se lo había intimado a Marcelino Moya por los hechos que después fue condenado. Y se inicia el juicio en Concepción del Uruguay. El juicio fue muy largo, de testimonios muy duros de las víctimas, especialmente, el de Pablo Huck y Ernesto Frutos fueron testimonios durísimos. El de Pablo fue muy largo. Y Diego tipo de casos, de hecho, contra la integridad sexual, no hay tiempo para las víctimas. Y de hecho eso fue claro y contundentemente bien explicado por el propio Pablo”.
La Revista ANÁLISIS publicó un informe de seis páginas donde se revelaron cómo fueron los abusos cometidos por el cura Marcelino Moya, en su paso por la ciudad de Villaguay, donde fue vicario parroquial y también capellán del destacamento del Ejército Argentino. Dos de sus víctimas relataron los hechos registrados en habitaciones de la Parroquia o bien en viajes que se hacían a Paraná Campaña. Por esos días de 2015, Moya estaba destinado en la ciudad de Seguí y era conocido como el “cura gaucho y payador”.
Juan Cosso, abogado
“El inicio de esta causa, yo en ese momento era un abogado muy joven junto con Florencio Montiel, mi socio en el Estudio, que él tenía un vínculo más cercano, más personal con Pablo. Pablo confió en nuestro equipo para llevar adelante el caso, que de hecho no éramos abogados penalistas. Y la verdad que cuando escuchamos por primera vez de boca de Pablo el testimonio fue por sobre todo movilizador. Y, después, empezó todo lo que fue la parte judicial… que fue una batalla muy grande contra la famosa prescripción. Fue un derrotero de muchísimo tiempo que se extendió desde el 2015 hasta el 2019, que logramos llevar la causa a juicio”.
Antonio Villagra, laico
“Bueno, la verdad es que ahora, con el tiempo pasado, te puedo decir que fue horrible. Porque muchísimas de las personas que concurríamos a la parroquia ignorábamos de eso, ¿no? Un día un día… una noche, era el cumpleaños del párroco, que era José Dumoulin en esa época; pero eso ya había pasado hacía tiempo, ¿no? … Era el cumpleaños de él y las señoras de la parroquia querían hacer una fiesta sorpresa en un salón contiguo o en la capilla que se llama ´San José´, está en uno de los barrios. Y, bueno, yo terminé mi tarea y esperábamos para la Misa y no venía y no venía y me fui. Eran ya pasando las 8 y media y a las 8 era la cita de la Misa. Y como yo tenía mucho ´feeling´ (conexión con una persona) con él. Al otro día pensé que estuviera enfermo o algo y me reuní para preguntarle el por qué no había ido… o había llegado tarde. Entonces me dijo:
- ¿Cómo voy a dejar pasar por alto una cosa tan grandiosa como lo que pasó?
- ¿Qué pasó? -le digo.
Entonces, ahí me empieza a contar que la hermana de Pablito -Pablito Huck- había ido a decirle lo que le había pasado. Y yo hablo y le digo:
-No, no puede ser.
Pablo Huck
“Más allá de la cuestión histórica social, está la cuestión subjetiva, la vivencia interna, Es complejo. También es cierto que yo en Villaguay ya no viví así un tiempo largo. Y eso quizás de alguna manera colaboró en todo sentido, en no tener el ida y vuelta de pueblo cotidiano, que a veces suele ser un poco duro. Y, por otro lado, la experiencia de irme a estudiar y estar afuera, también fue lo que maduró el proceso para poder hacer la denuncia. Todavía estamos, creo que eso va a llevar mucho tiempo, lo que es como el momento de transición. En esto de entender qué es el abuso, no solo en la vivencia personal de cada víctima que denuncia, sino en lo social. Digo, todavía existe la duda, todavía existe un montón de cuestiones que la sociedad va a ir puliendo en relación a este tipo de denuncias. Y no sé, se me ocurre que parte de lo que nos pasó a nosotros con Ernesto, que es el otro denunciante de Moya, esto de que uno de los jueces de la Corte le diera lugar a la prescripción a Moya, porque entendía que nosotros, cuando habíamos sido mayores de edad, teníamos la posibilidad de denunciar y no lo hicimos. Es un claro reflejo del no entendimiento de la problemática y de lo que vive cada uno, y eso creo que se va a ir puliendo y va a ir mejorando”.
El cura Moya había llegado a la ciudad de Villaguay a principios de 1993, con no más de 26 años y enseguida se fue ganando la amistad de niños, jóvenes y mayores. Se ordenó en diciembre de 1992 en el Seminario de Paraná. Antes, estuvo como diácono en la ciudad de Viale y en Villaguay hizo el primer bautismo el 6 de febrero de 1993. En ese entonces, monseñor Estanislao Esteban Karlic era el arzobispo de Paraná y uno de los jefes del Episcopado Argentino.
Liliana Rodríguez, psicóloga
“Pablo Huck, así como también los sobrevivientes de la causa Ilarraz, pertenecen al inicio de nuestra red. Nuestra red lleva 12 años y ellos estuvieron desde el inicio. De hecho, el primer encuentro presencial único que se pudo hacer, porque después vino la pandemia, fue en Entre Ríos. Porque, bueno, la característica de Entre Ríos es que fue la primera provincia que tuvo tanta cantidad de denuncias públicas a curas abusadores. Luego explotaron en otras provincias, pero Entre Ríos marcó un camino (…) Al tomar conocimiento de opinión pública de tanto del caso Ilarraz como el de Moya, después vino Escobar Gaviria, fueron muy seguidos. De hecho, cuando yo lo conozco a Pablo, que nos conocimos en Buenos Aires, Pablo Huck, ¿no? me estoy refiriendo… iba al pueblo donde viven los sobrevivientes de Escobar Gaviria, porque estaba por explotar esa denuncia pública. Así que él también pertenece al grupo de acompañamiento y estuvo siempre”.
Ernesto Frutos
“Particularmente lo que me pasó a mí fue que uno de esos tantos días, como cualquier otro, nos juntábamos en la pieza del padre para ir a jugar al fútbol, al gimnasio de la Iglesia, la escuela de Hermanas, que el padre tenía llave y acceso a cualquier hora, nosotros íbamos a jugar de las 9 a las 10-11 de la noche, no había problemas. Fuimos ese día a la pieza del padre y bueno, faltaba un chico, ¿viste? Teníamos que ser 10 y dice, bueno, vayan a buscar a Nacho, dice. Y los chicos se van y bueno, él a mí me dice, no, vos quédate, ¿viste? Me agarra el hombro así, me dice, vos quédate. Me quedé y me dice, quédate jugando a la computadora. Bueno, me puse a jugar a la computadora, quedé yo solo y el padre en la pieza. Bueno, a mí empezó a tocar los hombros, así… se puso atrás mío, yo seguía jugando en la computadora porque no me pareció raro, porque era algo que hacía él mucho, te tocaba la cabeza, los hombros, ¡qué sé yo! Entonces, en un momento que yo tenía puesto un jogging, me mete la mano y me toca los genitales. Entonces, me asusté, me lo saco de encima y le pego… yo no me acuerdo si con la mano abierta o cerrada, pero le pegué. Y él no me… no hizo contacto visual, no dijo nada. Se quedó parado, así mirando el piso y ahí yo vi la puerta abierta y me fui. Cuando salgo o recorro todo el pasillo, salgo afuera y me lo encuentro a los chicos que venían con Nacho, que era el chico éste que faltaba. Yo les dije: no, el padre está loco. Les digo: me tocó. Les digo: está loco, yo no vengo nunca más a la Acción Católica, le digo y me voy. Y no fui nunca más, me fui a mi casa. Hablé con mis padres. Les dije lo que pasó. Ellos hicieron la denuncia y al padre Sena que estaba en ese momento y yo no me acuerdo si el padre Sena lo denunció o no. Al tiempo se fue el padre Sena y vino el padre José Carlos, que un tiempo después dejó los hábitos, porque él sí lo denunció, porque por el padre Sena no estoy seguro si lo denunció o no. El padre José Carlos yo sí sé que lo denunció, que trató de hablar con Karlic y qué sé yo… y al tiempo no sé cuánto tiempo después él también dejó los hábitos… pero la denuncia quedó asentada. Y bueno, en ese momento estaba Karlic y yo no sé, todo el mundo dice que Karlic frenó todo eso”.
Mauro Quirolo
“Este caso creo que es como otros tantos, otros casos son cometidos por una institución tan importante en nuestra sociedad como es la Iglesia. Ayuda a que otros miembros de la comunidad o de lugares chicos puedan -a través de la visibilización dentro de lo permitido que se hace este tipo de casos-, tomar confianza y dar cuenta si algo ha ocurrido. Puntualmente en la ciudad de Villaguay y en el Departamento de Villaguay hubo una gran cantidad de casos y hay una gran cantidad de casos, de hecho, de denuncia de abusos sexuales o delitos contra la integridad sexual. Y yo creo que sí, que la difusión siempre -obviamente dentro de los límites que se puede- ayuda a que este tipo de casos -una vez que sean conocidos, que se llegan a buen puerto- animen a las personas a dar cuenta de lo que les ha ocurrido”.
Juan Cosso
“En el caso de la Iglesia, o sea, no voy a meter a la Iglesia completa en esto, pero sí que la cúpula de la Iglesia provincial, el caso de (Juan Alberto) Puiggari en su momento y demás, no colaboraron para nada. A nosotros nos dieron la espalda, les dieron la espalda a las víctimas. De hecho, aquí en la parroquia, acá en Villaguay inclusive Puiggari dijo que era una cuestión injusta lo que se estaba haciendo con Moya. Después lo que fue la investigación canónica, fue un desastre… de testigos que los llamaban a la noche, que los iban a visitar a la casa. El que estaba encargado de la investigación, que no me acuerdo el apellido, el cura que estaba a cargo de la investigación, pero a tomar una testimonial, un domicilio a la noche, todo muy raro. Después, nosotros hemos pedido varios informes cuando Moya estuvo muy enfermo, que queríamos saber cuál era su estado de salud, no contestaban los pedidos de informes. De hecho, eso nos llevó a nosotros, tanto a mí como a Florencio Montiel, los dos en ese momento yo era candidato a diputado y concejal, él era secretario de Gobierno de la Municipalidad… no sé, nos llegó a cuestionar hasta a nivel social acá en la ciudad, porque al principio no había tanto apoyo. Hasta que se empezó a ver que esto caminaba y que era real, ahí sí la gente nos empezó a mirar de otra manera”.
Horas después de la denuncia periodística formulada por la Revista ANÁLISIS, el procurador general del Superior Tribunal de Justicia (STJ), Jorge Amílcar García, ordenó que se abriera una causa por “corrupción agravada de menores” contra el cura Marcelino Moya. La orden se la impartió a la fiscal Nadia Benedetti, de la ciudad de Villaguay, en virtud de que las dos víctimas que habían decidido hablar de los abusos cometidos por el sacerdote indicaron que los hechos fueron cometidos en dicha localidad, entre 1994 y 1996. En esa situación fue clave el rol de acompañamiento que tuvo el entonces cura de Villaguay, José Pepe Dumoulin, tal como años antes había hecho con las víctimas del cura Justo José Ilarraz.
Pablo Huck
“Pepe Dumoulin, algunos más que estuvieron ahí al pie del cañón, se la súper bancaron en el sentido de que estaban luchando contra instituciones, contra una institución centenaria que chorrea poder y mentira y entonces… nada… pero fueron ellos. La comunidad católica yo creo que la tiene que haber llevado a pensar y reflexionar a más de un fiel al respecto. Pero, como la religión también es una cuestión de fe y se trata de creer o no creer, en esa misma bolsa creo que caen los reales delitos que comete la Iglesia como forman parte del combo del creer o no creer. Entonces, por ahí me parece que lo hace complejo desde ese lugar. Pero, igual yo creo que la cúpula no dio la espalda. La cúpula ignoró por completo, porque si te dan la espalda, de alguna manera están teniendo una conducta refleja a vos. Esta gente es como que no… nada, absolutamente nada… nada… La verdad que en ese sentido digo porque si uno lo esperaría de una institución como, no sé, como el Ejército, una institución de ciertas características, pero donde el espíritu del encuentro no tiene que ver con el amor al prójimo y todo eso, bueno. Pero, en este lugar donde uno predica con el ejemplo y todo ese tipo de cosas, el actuar y el proceder de la Iglesia como institución fue pésimo, fue nefasto. O sea, nosotros yo fui formado en colegios católicos, fui monaguillo, tuve intenciones de adolescente de entrar en el Seminario, o sea, como que éramos parte. ¿Me entendés? Como que no era un desconocido que intentaba desde afuera de la institución generar algo para ver los cimientos de la Iglesia villaguayense. No, yo estuve, pasé muchas tardes dentro de la Iglesia, en Acción Católica, jugando al ping-pong. Y no pasó por la cúpula ese gesto y tampoco pasó por otro cura contemporáneo, digo, no de los que nos colaboraron, que se terminaron yendo. Pero, en ese momento había un referente en la Iglesia, digo, como ejemplo. En ese momento había un referente en la Iglesia de Villaguay, que era el padre Sena, y nunca fuimos convocados por él.
“Muchachos, ¿qué pasó? ¿Cuál es el problema acá con el señor Moya?” … Nada… era como si no hubiera pasado nada”.
Ernesto Frutos
“Mucho después nos enteramos de que el padre Marcelino se fue de Villaguay, porque empezó a tener otros problemas… yo no sé… yo lo de mi abuso se lo dije a quien quisiese oír, o sea, a mí si me trataban de loco no me importaba, pero yo lo dije, se lo dije a todo el mundo. No sé si habrá tenido otro caso de esos. Yo después nunca me enteré, salvo Pablo cuando vino años después… Pablo busca a contarme, pero no enteré nunca a nadie de nada. Después sé que tuve unos problemas en medio de maltrato hacia algunas personas en el Colegio donde él daba clases… el Colegio donde él daba clases, justo a la hermana de Pablo, yo me enteré que ella le contestó o algo y él le pegó una cachetada estando dando clases. Entonces, fue como algo que se habló mucho en el Colegio… y no sé qué otros problemas… habrá tenido. La cosa es que, como premio para salvarlo de la situación, lo mandaron a Chipre con los Cascos Azules. Como él era capellán del Ejército, lo mandaron a Chipre y no lo vimos nunca más”.
Juan Cosso
“De hecho, yo el otro día en el homenaje en el Senado que hubo al Papa… yo al Papa lo respeto mucho, pero el homenaje que hubo en el Senado -yo actualmente soy senador- y fue Puiggari a dar el homenaje, yo me levanté y me fui porque es una hipocresía total, me parece. En cambio, sí hubo otros sacerdotes, sí curas de aquí de la ciudad que en privado, obviamente, nos felicitaban por lo que estábamos haciendo y después sí hubo dos testimonios que fueron fundamentales, que fue el de José Carlos Wendler, que fue uno de los sacerdotes que fue vicario acá en la época que estaba Moya y que fue uno de los primeros que denunció ante el padre Sena; después a Monseñor Maulión, a Martina, a Karlic, a Puiggari, y nadie lo escuchó… y el padre Pepe Dumoulin también, que casualmente los dos terminaron alejados de la Iglesia… y creo que los dos dejaron los hábitos, me parece, pero el padre Pepe estoy seguro, no sé José Carlos, pero los dos quisieron llevar este tema, quizás no buscando un apoyo al nivel del juicio penal ni demás, sino más que nada que la Iglesia abrazara a las víctimas. Porque en definitiva eso también era importante, que la Iglesia que esté para cobijarlos, para acompañarlos, porque, de hecho, los hechos sucedieron ahí, sucedieron ahí adentro, y la realidad es que la Iglesia no estuvo o la cúpula de la Iglesia -vamos a decir- las autoridades de la Iglesia, para no ser injusto con los fieles de buena fe”.
Ernesto Frutos
“Después Pablo, que fue, le siguió más el rastro, él se enteró que volvió a Seguí, que estuvo enseguida un tiempo haciendo de sacerdote y esas cosas. Y que Pablo lo investigó mucho, que dice que él me contó esas cosas, que también era una especie de cura payador y que aparecía en distintos espectáculos tradicionales, así. Y que incluso con eso tuvo problemas, porque dice toda habladuría, no sé realmente qué pudo averiguar Pablo, él me contó todas esas cosas así de la vida del padre…. porque yo esto lo hice, me olvidé y como no lo vi nunca más, seguí con mi vida, después terminé el secundario, me fui a estudiar, fui a analizarme. Fui mucho al psicólogo, lo traté a este tema, lo mastiqué, lo superé, y me olvidé. Pero, como en el 2018, 2017, no me acuerdo bien, me contacta Pablo que nunca me decía por mensaje por qué tenía esa necesidad de verme y hablar conmigo, yo no entendía nada… hasta que un día lo pude recibir en mi casa y me dice, sí, vení, qué sé yo y ahí hablamos, y me enteré de la situación de él.
Yo no sabía nada y ahí me dice que estaba la idea de denunciarlo, si yo lo iba a acompañar… que yo sí, sí, le digo… yo no tengo ningún problema… yo hablo de lo que me pasó a mí, qué sé yo, y así fue como lo fuimos llevando adelante.
Después me contactó (Daniel) Enz, que me dijo que quería hablar conmigo. Él hizo un libro, me parece, sobre el caso Ilarraz… y bueno, esa vez que me vino también a mi departamento ahí en Santa Fe, hablé con él y con el padre Dumoulin, con los dos… este, y él me preguntó todo por el caso. Yo le conté lo mismo así, que a Pablo y que después, lo reproduje en la Corte, que es lo que fue la denuncia contra el padre, y así fue todo. Después nos enteramos que le dieron 18 años, yo no estoy muy empapado del caso, que no apeló, no sé si está en la casa con domiciliaria o no… o sea, hasta ahí es todo lo que sé… después no sé más nada del padre, por ejemplo, ¿no?”.
Los abogados del cura Moya intentaron lograr la prescripción de las denuncias por el paso del tiempo; pero la Justicia no hizo lugar a la petición. Y tras ello, elevaron la causa a juicio oral, para ser realizado en los Tribunales de la ciudad de Concepción del Uruguay.
Antonio Villagra
“Después lo trajeron algunas veces acá a Tribunales y nos juntábamos un grupo de personas solamente para mostrarle la cara nuestra, de que nos habíamos enterado de lo que había hecho, ¿no? Que a veces el silencio dice más que las palabras, más allá de que por ahí alguno, algún grito le decían, ¿no? Y aproveché a contar otra historia, que no la voy a contar ahora, de otras cosas que pasaron en la ciudad con gente muy importante, digamos, y que bueno, gracias a Dios en estos tiempos eso de que… de acuerdo al puesto que vos tenés, cuánto yo tengo que decirte que sí, ya no sucede, la gente no tiene miedo… pero igual han quedado mucha gente, ¿cómo te puedo decir? Conservadora, ¿viste? Esa persona no puede ser y qué sé yo. Y uno, al fin y al cabo, más allá de que pueda ser conocido, también está aquello, ¿no? de que lo dijo éste, seguro que está mintiendo, ¿me entendés? Más allá de que de varios saben esas cosas. Que otro día capaz, porque en esa oportunidad que estuvo el obispo ahí, me empujaron a que lo diga. Yo levanté la mano, agarré el micrófono y se lo dije”.
Juan Cosso
“Primero llegar al debate ya fue importante porque previo a eso nosotros tuvimos acá en el Juzgado de Garantías de Villaguay, después la Cámara de Apelaciones en Uruguay, Cámara de Casación Penal, y ahí es donde ya ellos no apelan. Están en todo lo previo a la parte de la prescripción, todos con fallos favorables hacia nosotros, es decir, en contra de la prescripción de la causa, que la verdad que los tribunales entrerrianos, en este caso, dieron todos fallos ejemplares con un gran antecedente que era el caso Ilarraz. Y llegamos al debate con los testimonios de Pablo y Ernesto, pasando por los familiares, amigos, gente que lo conocía a Moya en esa época, y también el de las profesionales que lo atendieron a Pablo y también a Ernesto luego de la denuncia. Fue muy movilizador y el día de la condena eran los nervios porque la prescripción se había planteado nuevamente en el debate y la tenían que resolver previo a la sentencia y cuando la primera parte de la sentencia de la jueza Evangelina Bruzzo, no haciendo lugar a la prescripción, primero fue como una bocanada de aire fresco de que estábamos en pelea y cuando lee la condena a los 17 años fue… bueno… muy movilizador. Fueron creo que 4 minutos que duró la lectura de la sentencia, 2 minutos, pero que en ese momento se sintetizó mucho tiempo, mucha lucha para nosotros que somos profesionales, no quiero ni pensar lo que fueron para las víctimas y sus familias”.
Liliana Rodríguez
“Realmente no podría contestar con certeza… ¿por qué? Porque ahí es donde nosotros comenzamos para atrás. Hubo algunos casos aislados, que tomaron estado público y dimensión, pero no agrupados. Lo que no tengo ninguna duda -y eso lo podemos afirmar con total seguridad- es que a partir de allí llevamos 14 juicios en la República Argentina, donde todos han sido condenados. Porque luego es como, digamos, el fenómeno social que se da es donde se animan con toda la valentía, todo lo que significa denunciar a un sacerdote por abuso, donde comienza una causa, eso genera mucha repercusión emocional en aquellas personas que no han podido hablar, que están bajo silencio. Primero, bajo silencio, pongamos en claro… acá el responsable es quien agrede. El que inocula la culpa y culpabiliza a la víctima es el que agrede. El que lo quiere convencer de que cometió un pecado, de que eso es algo que Dios avala y es el que agrede. Entonces, a partir de allí y pensar que podría decir que el 95 por 100 o 98 por 100 de todos los sobrevivientes que han pasado por la red, pertenecían de origen a familias católicas, a familias que fueron traicionadas en su confianza, en su fe, que creyeron dónde mejor podía estar cuidado un hijo que en la Iglesia. Cómo poder pensar que ese lugar que aparece como un lugar seguro le iba a pasar lo más terrible que le puede pasar a un niño. Entonces, el delito se comete contra quien es abusado. Pero, el daño es generalizado. El daño produce esquirlas en todo un grupo familiar y en toda una sociedad que ha que ha confiado”.
Ernesto Frutos
“Sí, por supuesto, que se sepa, que se hable del tema. Que la gente ahora sepa, además, que la gente sepa que lo mejor es hablar, que hay asociaciones hoy en día que ayudan a las víctimas, que hoy se puede recurrir a la Justicia; que la Justicia yo creo está más preparada que en aquel momento, o sea, bien, mal ahora, conseguirá uno justicia o no, pero que están más preparados en a esta altura que lo que estaban antes, seguro. Y además la importancia de hablar, ¿no? Porque ahora que me dijiste esto, me acordé que Pablo no dijo nada en su casa de lo que le pasaba, o sea, Pablo se quedó en silencio, se guardó todo eso, todo ese dolor, y él cuando fue a estudiar empezó -según lo que me contó- ir al psicólogo y muy de a poco fue y después de masticar todo esto empezó a hablar con la familia, con los padres, a decirle a las hermanas que no sabían nada, que no lo podían creer.
Claro… Pablo me contaba que él cambió mucho… yo cambié un poco también. Pablo me decía que él pasó de ser un chico súper aplicado en la escuela, cuando le pasó esto empezó a convertirse en una especie rebelde, a portarse mal y nadie entendía lo que le pasaba y Pablo al no haber dicho lo que le había pasado, nadie lo podía entender, nadie lo podía comprender, el cambio ese tan radical. Y a mí, personalmente, lo que me pasó fue que después que me pasó eso, yo era una persona extrovertida y pasé a lo otro, a ser introvertido. O sea, empecé a desconfiar de la gente porque yo no lo pensaba conscientemente. Pero, analizándolo después con los psicólogos, qué sé yo, claro, 1 tiene una persona que está allá arriba y que es una persona, tiene autoridad, cierta autoridad, que da el ejemplo o que por lo menos te dice que hay que ser bueno, que hay que dar el ejemplo, que rezar, que esto, y esa persona te decepciona… vos, o por ejemplo en mi caso, te volvés muy desconfiado porque decís: resulta que la persona que nos dice tenemos que ser así o ´asá´, en la práctica mirá lo que me hace, o sea, me hace primero que me daña y después que me demuestra que es todo lo contrario; un hipócrita entonces vos ya empezás a desconfiar.
Yo me volví desconfiado, con el tiempo a mí me costó cuando yo iba a estudiar, juntarme en grupo para estudiar, que es muy sano eso, juntarse con otros compañeros, estudiar, a mí me costó al principio… o sea, fui medio renuente a eso, después empecé a reunirme con uno, después con dos y a medida que fui trabajando luego con el psicólogo, ya después me fui a desenvolviendo normalmente. Pero, a mí por eso una de las cosas que me causó fue eso”.
El juicio oral -pero no público- se hizo a principios de abril de 2019. Luego de dos jornadas intensas de testimonios, en las que pasaron 17 testigos, los fiscales pidieron una pena de 22 años de prisión de cumplimiento efectivo para el cura. No obstante, el Tribunal compuesto por María Evangelina Bruzzo, Fabián López Moras y Melisa Ríos, lo condenaron a 17 años de cárcel. Fue un soplo de aire fresco para las víctimas, aunque todos quedaron esperando las apelaciones en instancias superiores y la resolución final de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que aún no llegó.
Mauro Quirolo
“Hay un antes y un después de cuando se visibiliza este tipo de hechos tan terribles que solamente puede dar cuenta quien lo sufre. Y lleva un proceso a que la persona pueda poner en palabras -inclusive de muchos años, inclusive puede ser décadas- hasta que pueda dar cuenta de lo que efectivamente le pasó en alguna situación… generalmente son hechos que ocurren en la intimidad… y como estamos diciendo esta situación de que alguien se anima valientemente a denunciar y con el peso como estabas diciendo en comunidades chicas que fue lo que ocurrió en este caso puntual, generaban el temor de que no iba a pasar nada o que no se iba a hacer nada. Llevó lo que se dilató también mucho tiempo en el poder de las víctimas, poder dar cuenta de lo que le pasó; qué fue lo que ocurrió en este caso puntualmente que estamos hablando”.
Liliana Rodríguez
“Además, en la Red se ve como hay hitos que fueron marcando estos 12 años. Por ejemplo, la repercusión que tuvo lo de Thelma Fardín abrió un montón de denuncias, de llamados a la Red. Hay momentos… es decir, la Red es una cajita de resonancia social. Cuando ocurre algo que moviliza a las personas; entonces, nos encontramos con personas que, a partir, por ejemplo, después de los casos de Entre Ríos… por ejemplo, llegó un compañero que estuvo durante 60 años en silencio. Es decir, ya su agresor había muerto. Hizo un video. Y allí se enteraron sus hijos que tienen 50 (años) y sus nietos de 20 (años), aquello que había vivido y pudieron comprender a ese padre y mirarlo desde otro lado. Entonces, la reparación social es sumamente importante y abrieron caminos estos valientes jóvenes de Entre Ríos. Ellos marcaron un camino (…) Lo otro que es fundamental es el periodismo. Sin un periodismo comprometido con nuestras causas sería bastante complejo”.
Juan Cosso
“La situación ha cambiado… lamentablemente… bueno… no sé si ustedes saben, pero la causa del Superior Tribunal de Justicia la termina, después de tantos fallos a favor, la condena, Casación de Concordia confirma la condena… cuando llega a la Sala Penal del Superior Tribunal de Justicia con una composición integrado por los jueces (Claudia Mónica) Mizawak, (Miguel Ángel) Giorgio y (Daniel Omar) Carubia, ahí en un voto dividido 2 a 1 dicta la prescripción y nosotros nos vamos a en queja a la Corte, que bueno todavía el expediente está a la espera de la resolución de la Corte. Realmente, eso fue un mazazo que no lo esperábamos porque creíamos que después de tantos antecedentes y tanto que habíamos batallado y además porque jurídicamente no eran sentencias que eran flacas en lo jurídico, sino que eran muy sólidas y aparte porque hay una corriente internacional de Derecho Internacional que va por este camino. La Corte Interamericana de Derechos Humanos va por este camino, y que los jueces del Superior votaran exactamente igual a como habían votado, salvo la doctora Mizawak que los otros hayan votado igual a como votaron en casos anteriores, sin ver la justicia para las víctimas, realmente fue algo que no esperábamos. Pero, sí, la realidad es que hoy el tema, sobre todo el tema del abuso sexual infantil, se habla mucho más y que se pueda expresar, que haya educación y demás. Eso ha llevado a que donde se detecta que hay alguna señal, los chicos hablan o todo el sistema se pone en alerta para que eso llegue a una denuncia que fueron quizás las herramientas que no tuvieron ni Pablo ni Ernesto para hablar y sabemos que el silencio es el mejor amigo del abuso sexual y esta es la realidad”.
Ernesto Frutos
“Y te cambian, te cambian las cosas, te cambian las cosas. Para mí sí fue un antes y un después. Me cambió en muchas cosas. Uno lo que te acabo de nombrar recién; después el otro que yo me alejé de la Iglesia. Antes a mí me gustaba Acción Católica porque era un lugar donde había muchos chicos de mi edad y jugábamos al fútbol y compartíamos muchas cosas. A mí me gustaba ayudar en la Iglesia. Yo fui monaguillo y todo, me gustaba sobre todo las Lecturas, leer la Biblia, leerle la Biblia a la gente… eso me gustaba mucho, y con esto yo agarré y me alejé de la Iglesia, no de la fe; o sea, porque yo sigo siendo creyente, sigo creyendo en Dios, pero como que la Iglesia para mí va por otro lado. Veo que hay curas que son muy diferentes, gracias a la televisión los veo, no voy a condenar a los curas, o sea… pero, sí, que hay que tener cuidado, que no todo el mundo que tiene una sotana es una persona santa y todo… o sea, no es así. Que uno tiene que ahora ver puntualmente qué curas están consustanciados con su profesión y quiénes ayudan a la gente, como uno ve los curas de la villa, por ejemplo, ve que hacen mucho por la gente, los sacan, han ayudado a muchos chicos, esos curas realmente viven el Evangelio y tienen a Jesús adentro… vamos a decir así… pero, que hay otros que no son así, que uno es como un despertar muy brutal de esa inocencia, pero eso fue lo que cambió en mi vida”.
Juan Manuel Pereyra
“En el 2019 se desarrolló el debate en la localidad de Concepción del Uruguay. Allí… bueno… el Tribunal de Juicio estuvo a cargo la doctora Evangelina Bruzzo, tuvo (Fabián) López Mora y la doctora (Melisa) Ríos también. Ahí, por suerte, digamos, hubo acogida, digamos, a la hipótesis, a la teoría de la Fiscalía, que también fue acompañado por la querella. Oportunamente, la verdad, recuerdo una querella bastante activa a cargo del doctor Cosso y el doctor Montiel. Y, bueno, posteriormente, por parte de la defensa se interpusieron recursos, en su caso de Casación. Fue confirmado en Casación esta sentencia y, posteriormente, hubo un recurso ante el Superior Tribunal de Justicia. Y ahí sí, en voto dividido, se revocó, digamos, la sentencia condenatoria entendiendo que la acción penal estaba prescripta.
Eso fue una de las cuestiones bastante debatidas, no solamente en la instancia, digamos, recursiva, sino que, obviamente, la Fiscalía siempre sosteniendo que la acción penal no estaba prescrita, sino teniendo en cuenta que se trataban de una grave afectación a Derechos Humanos. Eso siempre lo, desde un inicio se dejó plasmado, digamos, de parte de la Fiscalía.
En un principio, como mencioné,, la doctora Benedetti, después con el doctor Quirolo, que estuvimos en el debate, también sostuvimos lo mismo. Y así fue de manera reiterada, teniendo en cuenta que no eran situaciones comunes de abuso. Todas las situaciones acarrean la misma problemática, esto de las complicaciones para las víctimas de poder contar y lo que -digamos- los hechos que han sufrido, sino que, bueno, acá siempre entendimos que teniendo en cuenta que estos hechos habían ocurrido en el ámbito de la Iglesia, y el autor se había valido de ese rol, y toda la estructura había ayudado, en definitiva, a que estos hechos no tomen conocimiento y no se pueda abrir una investigación… es que toda esta ya gravedad de por sí de los hechos que han ocurrido, requieran de este tratamiento especial que nosotros siempre sostuvimos y defendimos. Y que básicamente también se haga una interpretación armónica, no solamente de lo establecido en el Derecho doméstico, el Derecho local, sino también a la luz de lo que establece el bloque de constitucionalidad con los Tratados Internacionales que, obviamente, deben prevalecer, y así lo entendemos, respecto de la normativa interna, digamos, ¿cierto?”.
Juan Cosso
“Después del caso que se conoció la sentencia, que tomó relevancia también en los medios, de otras provincias, de Salta, no recuerdo ahora sí de la Provincia de Buenos Aires, pero de otras provincias del interior se comunicaron con nosotros para pedirnos los fallos también, porque en todos lados está el mismo problema, que es el tema de la prescripción… para que se entienda… la prescripción para la gente -sobre todo- es la pérdida de un derecho por el paso del tiempo. Y el tema en este caso es que el paso del tiempo se da por la propia condición del niño, que el niño no habla en el momento porque es niño y más ante una presencia tan fuerte como en este caso como era Moya en particular, que era su sacerdote, su confesor, su amigo, su guía espiritual, una persona de tanto peso en ese momento aquí en Villaguay, amigo de las familias. Entonces, por esa propia condición el niño no habla. No es que no habla porque no quiere y se lo guarda, y después resulta que esa condición, cuando vos podés hablar y poner en palabras lo que te pasó, que quizás es 20, 30 años después porque lo pudiste llevar a terapia, la ley te dice no, no podés denunciar, tu causa prescribió. Eso es algo que es inconcebible. Bueno, por suerte y gracias a trabajos legislativos, a estos casos, a jueces comprometidos, la ley ha cambiado.
De hecho, tenemos la alegría de tener una legisladora entrerriana nacional, que es el caso de Sigrid (Elisabeth) Kunath, que ella presentó la ley del respeto al tiempo de las víctimas, y hoy eso es una ley… yo creo que son grandes batallas que se han dado y que le han ganado al silencio”.
Juan Manuel Pereyra
“Lo que le decía de estos planteos fueron, en ese sentido, nosotros… la verdad, que causó sorpresa en virtud de que ya había otros precedentes similares donde se venía teniendo o se venía sosteniendo la postura de la Fiscalía. Tuvimos durante todo, digamos, si hacemos una línea en, como mencioné, en la instancia de la Investigación Penal Preparatoria ante juez de Garantía, en aquella oportunidad del doctor Carlos Zaburlín, se habían hecho estos planteos de manera preliminar y en la audiencia también de remisión de causa juicio se habían hecho estos planteos. Ya se había resuelto, obviamente, con las instancias superiores ya se había resuelto que la acción no estaba prescripta. En la audiencia de debate de manera preliminar, la defensa también lo plantea, nosotros entendíamos que era una revisión, digamos, de esta situación planteada y resuelta. No se hace lugar. En Casación resulta exactamente lo mismo, más allá que se interpone el recurso valorando otras cuestiones, y el Superior Tribunal, el voto que sostiene la postura de la Fiscalía, la doctora Mizawak, entiende que justamente, digamos, que hay que hacer este análisis, que hay una grave afectación de los Derechos Humanos -en este caso de las víctimas- porque, sobre todo, una de las víctimas había dado noticia, digamos, y a través de su padre, no una denuncia formal, pero sí a la autoridad eclesiástica, y no se realizó ninguna investigación. Ahí hay una negatoria al acceso a la Justicia y, en definitiva, a la tutela judicial efectiva, eso es un dato de importancia. Y, bueno, y los dos votos que entendieron lo contrario, dan lugar a este recurso que no se hace lugar ante la Corte y por eso se interpone la queja que al día de la fecha no ha sido resuelto”.
Juan Cosso
“Y hoy el expediente está desde el 2023 en una Secretaría de la Corte, o sea que ni siquiera ha llegado para que la lea alguien al recurso que hemos presentado. De hecho, hubo que hacer un depósito de dinero que en ese momento creo que eran 100.000 pesos, pero te estoy hablando hace un par de años atrás, es una suma interesante. Aparte entró creo que en el 2021 entró la Corte y se demoró dos años en llegar a una Secretaría seguramente va a haber un dictamen del Procurador primero y después llegará para resolver la Corte y esperamos que falle de acuerdo a derecho.
Si se ajustan al Derecho realmente va a haber justicia para las víctimas y ya lo sabemos, quizás no sé si somos nosotros el equipo indicado, pero si la Corte no tenemos éxito iremos a la Corte Interamericana de Derechos Humanos a agotar hasta la última instancia, como siempre lo hicimos, porque entendemos que en el momento en que el delito se investigó, que fue en el juicio, en el debate, que fueron los testigos, se produjo toda la prueba, tuvo el derecho de defensa también el imputado, la justicia nos dio la razón.
Después el resto ya es interpretación, y no hay un fallo que diga Moya no lo hizo. Hay muchos fallos que dicen Moya sí lo hizo, lo único que tiene a favor él es que es la prescripción, que es una cuestión de técnica jurídica, pero que quedó demostrado que él cometió los delitos, eso está totalmente demostrado, así que tenemos esperanza en que la Corte falle a favor”.
Pablo Huck
“Creo que, si esto se trata de no perder de vista ciertas cuestiones y de tener memoria, a mí me parece fundamental que no se olvide que, si bien, por un tecnicismo legal, hasta ahora Moya está en libertad, porque le dieron el lugar a la prescripción, él fue condenado a 17 años. O sea, se le realiza un juicio donde él es condenado a 17 años, o sea, él fue encontrado culpable de los hechos que se denunciaron, ¿sí? Entonces, él no es inocente, él prescribió la causa. ¿Qué quiero decir con esto? Que hoy en día vive libre en la sociedad, como quizás otros más, una persona disfrazada de cura, que es un perverso, y que sin dudas está cometiendo los mismos delitos que cometió, porque el delito, este tipo de delito tienen que ver con la persona, con la estructura de la persona. O sea, no hay manera de que esa persona no vuelva a repetir porque es como que de alguna manera deje de comer o tomar agua. Esa es la forma en la que se maneja en este tipo de delincuentes, ¿sí? Entonces, digo, recordar que hay un tipo con estas características que comete estos delitos que está viviendo, no sé si estará en María Grande, estará en Paraná, pero que está suelto y cuiden a los niños y adolescentes que están cerca. Eso me parece importante”.
El programa de Memoria Frágil: los abusos de Marcelino Moya, el cura payador