Un colectivo de la empresa Etacer cayó al río Colastiné el 17 de enero de 1999. Doce personas murieron.
De ANÁLISIS
Esa madrugada del domingo 17 de enero de 1999, había un cielo limpio y lleno de estrellas sobre esta zona de la Mesopotamia. Hacía algo de calor pero la noche era especial, con una temperatura cercana a lo ideal. La velada nocturna transitaba de modo normal en Paraná y Santa Fe. Fue hasta las 3 de la madrugada, en que la tragedia enlutó la jornada.
A esa hora, un colectivo de la empresa de transportes Etacer que unía el trayecto entre las ciudades de Santa Fe y Paraná, cayó al río Colastiné a unos 15 kilómetros de la capital provincial, luego de colisionar con un automóvil Peugeot 504. En el medio había víctimas, demasiadas víctimas.
La fuerte colisión provocó la muerte de seis personas y la desaparición de igual número. Solamente dos pasajeros lograron sobrevivir, tras caer al río desde lo alto del puente, a 15 metros de altura. La Ruta 168 quedó cortada por espacio de numerosas horas, la cola de vehículos se hizo interminable esa madrugada, desde ambos lados. Había un absoluto silencio, mezcla de respeto, dolor e impotencia. Porque la noticia corrió como reguero de pólvora entre los automovilistas, a pocos minutos del hecho. El conductor del Peugeot 504 que falleciera en el acto, el paranaense Francisco Abasto de 38 años, era empleado en las casillas del Túnel Subfluvial. Esa semana estaba con parte de enfermo en el organismo interprovincial y se iba a Santa Fe por razones particulares, cuando se encontró con la tragedia.
El colectivo Etacer había salido a las 2.30 de la Terminal de Colectivos General Manuel Belgrano. Lo conducía Luis Pretz de 48 años, domiciliado en Paraná, quien también se convirtió en una de las víctimas. La mayoría de ellas quedaron atrapadas en el colectivo. Dos de los pasajeros del micro, Mariela Carolina Galarraga de Biaggini y Andrés Bouchet, de 25 y 28 años de edad respectivamente, ambos residentes en Paraná, fueron los que lograron salvar sus vidas gracias a la escasa correntada que tiene el Colastiné. Los dos se aferraron a bolsas de ropas que flotaban en las oscuras aguas. La mujer logró salir del micro antes de que se hundiera y quedara en el lecho del río, a 16 metros de la superficie. El hombre, según relató luego, rompió la ventanilla y salió a flote. Ambos fueron rescatados por dos pescadores que se encontraban en una canoa a escasos metros de donde el colectivo cayó al agua.
Andrés Bouchet recordó lo que pasó esa noche. Contó que viajaba con su novia en el Etacer desde Santa Fe a Paraná. “Mi novia se durmió y llegando al Colastiné, sentí que subimos al puente y ví una luz fuerte blanca, sentí un golpe y el colectivo se corrió para la baranda y la volteó. Nos íbamos al agua. Traté de agarrarme fuerte de los apoyabrazos y cuando caímos, después del golpe, el agua me llevó para atrás y logré tomar un último suspiro para tratar de salvarme. Después, en todo momento, traté de buscar la mano de mi novia pero no surtía efecto. Empecé a sentir dolor de cabeza y en los oídos y no aguantaba más. En un momento salí repentinamente, fuerte, salí a la superficie. No veía nada, respiraba con dificultad. Traté de tranquilizarme. Escuchaba los gritos de una chica que pensaba que yo era el marido. Lo único positivo es que vi un bolso flotando. Nos agarramos de eso. Tratamos de subsistir. Le dije que hagamos ruido para que nos vean. Tuve la suerte que estaban los pescadores y salieron a buscarnos. El tiempo si uno cuenta desde que nos chocó el auto, se cayó el colectivo y salimos, no pasaron los 10 minutos. Fue terrible”.
“Esa noche nos encontrábamos con dos compañeros, estábamos pescando, habíamos cruzado en la balsa y nos fuimos haciendo dedo a donde estaba mi papá. En un momento se escuchó un fuerte ruido a metal y a los segundos un ruido en el agua que algo se cae. No nos imaginamos qué podía ser. Pasaron 15 o 20 segundos y escuchamos los gritos de una chica que pedía que la ayuden. Fuimos corriendo hasta donde estaba mi papá, que estaba a 50 o 60 metros de donde estaba yo. Lo despertamos y enseguida salieron a buscar a esta persona. Cuando los trajeron, la chica se quería tirar de vuelta al agua para buscar a su novio o su esposo”, recordó Exequiel Charvey, testigo del accidente. “Nunca nos imaginamos que había caído un colectivo”.
Francisco Charvey, una de las personas que rescató a los dos sobrevivientes, contó que él estaba dormido cuando su hijo le avisó que algo había caído al agua. “Nos fuimos al agua con la canoa. Parece que cuando la chica que gritaba se dio cuenta que la estábamos buscando, dejó de gritar, eso fue lo más difícil. Después la vimos. Nos acercamos a ellos. Les preguntamos si se animaban a subir. Lo ayudé a subir al chico. Después la subimos a la chica. Cuando ella se dio cuenta que el muchacho no era su marido, se quiso tirar al agua”.
La Policía, defensa Civil, Prefectura y buzos tácticos, comenzaron a trabajar enseguida, pero pasado el mediodía del domingo, cuando ya estaba totalmente atascado y se perdían esperanzas de encontrar sobrevivientes, una grúa que intentaba levantar en su pluma al colectivo, rompió las barreras del puente y cayó al agua, provocando una nueva conmoción a la trágica historia. Los tres trabajadores que maniobraban la máquina, saltaron al puente antes que se precipitara. En su caída, la grúa arrastró parte de la estructura de cemento y por milagro no aplastó a las lanchas que en el río intentaban infructuosamente rescatar los cuerpos.
“En enero de 1999 trabajaba en uno de los cables de Santa Fe. Era domingo a la mañana cuando la noticia llegó vía radio que un Etacer había caído al Colastiné. Me impactó llegar al lugar y conocer los detalles del hecho. Faltaba un pedazo de puente, el colectivo había caído por ahí con una docena de personas”, recordó el periodista Mario Galoppo. “Es un recuerdo de uno de los hechos más conmocionantes que me tocó cubrir. La cobertura del rescate del colectivo con la grúa también fue conmocionante”.
Luis María Bonin, jefe de Prefectura a cargo del operativo, junto con el comisario mayor Juan Carlos Colliavidini, explicó que el colectivo cayó dado vuelta, con las ruedas para arriba y quedó asentado sobre el lecho fangoso del río Colastiné, a unos 10 metros de profundidad. Los primeros cuatro cuerpos rescatados por la Prefectura Naval fueron rápidamente trasladados a los hospitales Cullen y Bernardo de Iturraspe y a la Morgue Judicial de la capital santafesina.
“Mientras nosotros buscábamos a la chica, un auto de arriba del puente preguntaba qué había pasado. Ellos llamaron por teléfono y vinieron ambulancias, la Policía”, acotó Francisco Charvey.
Casi todas las víctimas eran de Entre Ríos, la mayoría de Paraná y una mujer oriunda de Crespo. Uno de los fallecidos era de Rafaela, aunque estaba viviendo circunstancialmente en Paraná. Darío Boggio se había radicado en Entre Ríos por razones de trabajo. Su cuerpo fue hallado a 5 kilómetros aguas abajo del puente del Colastiné.
“Recuerdo del 17 de enero que estaba trabajando como operador de FM Ciudad. Esa noche estaba trabajando y llamaron diciendo que había ocurrido un gran accidente. Al otro día eran programas musicales. El lunes que entré a las 19 a 1 de la mañana. Estaba aprendiendo a hacer producción con Adrián Trucco. Mi mamá, se fue a Crespo y me llamó a la radio muy exaltada. Me dijo que había un abogado de Rafaela en el colectivo, no vaya a ser que sea tu primo. Averiguamos y me confirmaron que era mi primo Darío. El cuerpo de él, según lo que averigüé, apareció después que cayó la grúa porque se soltó. Él estaba sentado en el último asiento”, recordó Mario Boggio, primo de Darío Boggio, una víctima fatal.
“Lo que en su momento supimos es que un auto conducido con una persona que habría tomado alcohol chocó con el colectivo y el colectivo cayó al río”, describió. “Veinte años después, mi prima me contó que ellos estaban comiendo un asado y perdieron el colectivo para venir a Paraná. Alguien corrió el colectivo y llegaron a tomarlo, y pasó esto”, agregó.
La tragedia enlutó a Santa Fe y Paraná. Muy pocos se acordaron cuál fue el verdadero motivo por el cual ocurrió el accidente que terminó con 12 vidas. El micro en cuestión, era una de las unidades más antiguas de la empresa. Por lo que no se descartó un desperfecto mecánico. Otros dieron cuenta de un posible reventón de un neumático, de una posible mala maniobra del conductor que mordió la banquina, o de la rotura de la dirección del ómnibus que en una desenfrenada carrera se cruzó de mano y embistió al Peugeot.
“Después que sacaron los cuerpos y velaron al esposo de la chica que sobrevivió, yo fui. Le pregunté a su papá cómo estaba la chica y le dije que quería conocerla pero ella no quería ver a nadie. Para ella tiene que haber sido un shock tremendo. Al otro chico lo vi como tres años después cuando grabamos para History Channel. Pasaron muchas cosas inexplicables: los chicos míos no iban a ir y fueron. Dejamos la lancha y el motor en la costa; ellos no se acostaron a dormir. Y lo más inexplicable es cómo ellos se mantuvieron a flote, sin saber nadar con un bolso con ropa y chiquito”, marcó Charvey.
“Siempre comentamos que ese hecho que rompió con la creencia de que en enero no pasa nada. Veníamos de años anteriores donde en enero murió Carlos Monzón y se entregó Mario César Frendrich, el autor del robo del siglo en el Banco de Santa Fe. Así que este hecho reafirmó esa creencia que en enero, cuando muchas personas descansan, ocurren hechos realmente muy graves. Así que es un recuerdo imborrable. Uno de los hechos que más me impactó en la cobertura, fue muy conmocionante”, valoró Galoppo.
Bouchet marcó que todos los 17 de enero porque cumple años. “Pienso distinto en el día a día. Gracias a Dios pude formar familia y todo, así que pude reorganizarme otra vez. Me enojé mucho cuando me enteré que el auto que nos chocó, el conductor iba alcoholizado. Fue lo que más me enojó de la situación. La verdad es que no nos merecíamos todo eso”, dijo por último.
El grave episodio automovilístico quedó registrado como una de las peores tragedias del río Colastiné. Pocos olvidan esa madrugada de enero de 1999 que se llevó tantas vidas, perdidas en la profundidad de un río por las imprudencias en las rutas.