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El problema ya no es solo Benedit

Ignominia.

Por Néstor Banega

(para ANÁLISIS)

Los desarreglos de una sesión que por momentos resultó caótica, le dieron al gestor turístico Beltrán Benedit (a la vez diputado nacional oriundo de Entre Ríos) la posibilidad de continuar ocupando la banca para la que fue elegido por el Pueblo.

El lío, los entuertos, las defecciones, derrumbaron el intento de aplicar alguna sanción en el marco de lo que prevén los reglamentos. La reunión con genocidas, que cumplen pena después de atravesar un juicio con las debidas garantías, sigue impune.

La infamia se sostiene y con ello las sombras de la muerte parecen contar con aliados. Los ejecutores cuentan con aliados. Horrible.

La imagen que patentizó un encuentro opaco, engañoso y de no explicitados objetivos, ha recorrido el mundo y es muestra de un desapego del Estado de derecho.

Hubo en la Cámara Baja proyectos, cuestiones de privilegio, entrevero verbal, pero no se pudo. Rescatemos que, por lo menos, un grupo de representantes intentó ocuparse de un tema escabroso. Es una institución, el Congreso, que, como tantas, está en el ojo de la tormenta. Es una parte importante de esta realidad crujiente a la que cuesta entender y acomodarse.

Pero fue importante el esfuerzo de muchos legisladores para no dejar pasar un hecho morboso, grave, hiriente.

Reaparecieron, con fuerza, quienes quieren echar un manto de olvido a situaciones lacerantes, que hasta cuestan ser contadas y son parte de la historia más dolorosa y sangrienta de nuestro país.

Tal es la magnitud de la visita al penal de Ezeiza que una resolución proponía “excluir a los Diputados Beltrán Benedit, Guillermo Montenegro, Alida Ferreyra, Lourdes Arrieta, María Fernanda Araujo y Rocío Bonacci”. Es que su recorrido fue, se fundamenta, contrario al orden constitucional, a los pactos democráticos y a los derechos humanos.

Pero, a la luz de los resultados, no todos los diputados nacionales lo vieron así y esto nos pone en estado de alarma, porque es evidente que el problema ya no es solo Benedit. Por acción u omisión, el pecado no encuentra penitencia y hasta hay quienes pretenden ser indulgentes con quienes, contra su propia naturaleza y exhibidas creencias, no vieron un humano en otro humano.

Los pares del Diputado entrerriano que impulsaron la Resolución en ciernes, observaron que “representantes elegidos por elección popular e integrantes de un cuerpo legislativo de la democracia, acuden a la atención y promoción de represores que atentaron contra la democracia y fueron participes de crímenes de lesa humanidad que incluyeron secuestros, torturas y desapariciones de compatriotas”.

Secuestros pergeñados dentro de una Iglesia. Con entregadores que, como Judas, besaban al inocente para arrojarlo a un calvario que no merecía. Son detalles que parecen no importar a los diputados que optaron por no ocuparse de quienes fueron a compartir y a ofrecer vaya a saber qué a genocidas.

A no resignarse

Sin abandonar la perplejidad, sin perder de vista la ignominia de un encuentro que pone en tensión la democracia y hasta la cuestiona, hay situaciones para rescatar.

Son tiempos en que las instituciones están desentrañando, con esfuerzo, la manera de sostener sus posturas ante un cambio de época y en ese contexto hay que rescatar el accionar del Obispado de Zárate Campana.

Respondiendo a demandas de feligreses, un sacerdote, Presbítero Javier Olivera Ravasi, fue sancionado con el alejamiento de esa diócesis. Era parte de la foto que recorre el mundo. Estaba junto a represores que torturaron a personas indefensas.

En un comunicado dejan en claro (en relación al desenvolvimiento del sacerdote) que tenía “expresiones y actitudes, que se oponían al testimonio cristiano”, enfatizando que esto se agravaba proviniendo de un sacerdote. No actuaron a sus espaldas, subrepticiamente como acostumbraba Astiz, se le pidió “un cambio de actitud y comportamiento en su proceder”.

Interesante. Tuvo una oportunidad. Le dieron una oportunidad.

Ante la negativa a esa solicitud, surgió la sanción. Es que su accionar, vale reiterarlo, se oponía al testimonio cristiano.

Como escribimos hace algunos días atrás, los crímenes de lesa humanidad, son crímenes eternos. Vale también reiterar -buscando entender- lo que Esteban Hesayne dijo en 1976: la violencia no es humana ni cristiana porque lleva en su definición una negación de la justicia y la verdad, y por lo tanto jamás podrá resolver ningún conflicto humano”.

Es más, podríamos decir que la violencia profundiza el conflicto y la negación de justicia no puede ser reivindicada. Por eso a un sacerdote (Ravasi) lo mandaron a otro lado, no sin antes ofrecerle una posibilidad, una salida. Ejemplar.

Por eso seguimos esperando la reacción de la Cámara de Diputados de la Nación. La foto de un momento y todo lo que encierra nos interpela, y nos hace pensar que el problema no es solo Benedit. Va mucho más allá.

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