
Los datos fueron publicados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) y surgen de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que releva 31 aglomerados urbanos.
El informe registró una tasa de empleo del 44,5%, muestra como la presión sobre el mercado laboral aumentó y llegó al 30,5% de la población económicamente activa –era de 29,7%–, es decir, del universo que trabaja o busca activamente trabajo.
Esa presión incluye no solo a quienes están desocupados, sino también a los subocupados (trabajan menos de 35 horas semanales y quieren más) y a los ocupados que buscan otra ocupación. El 17,1% de los trabajadores está en esta última situación, una señal del deterioro de las condiciones laborales, más allá de si hay empleo o no. En cuanto a la intensidad del trabajo, el 12,5% estuvo subocupado y el 27,2% sobreocupado, es decir, con jornadas superiores a las 45 horas semanales.
En total, hubo 13,3 millones de ocupados y 1,1 millones de desocupados sobre una Población Económicamente Activa (PEA) de 14,4 millones, en una población total proyectada de 47,5 millones. El empleo creció entre las mujeres (47,6%) y cayó entre los varones (64,9%), y si bien la desocupación bajó a nivel general, fue más alta entre las mujeres (8,5%) que entre los varones (6,8%).
El Gran Buenos Aires volvió a encabezar las cifras de desocupación, con una tasa del 8,7%, seguido por la región Pampeana con 7,4%. En el otro extremo, Patagonia y Noroeste marcaron el mínimo: 4,7%. También hubo diferencias según el tamaño de los centros urbanos: en los aglomerados de más de 500.000 habitantes, la desocupación fue del 8%, mientras que en los más pequeños se ubicó en 5,5%.
La precarización laboral se sintió en varios frentes. El 37,7% de los asalariados no tiene descuento jubilatorio, y dentro de ese grupo, apenas el 15,7% realiza aportes por su cuenta. Además, el trabajo por cuenta propia alcanzó al 23,7% de los ocupados, mientras que los empleadores (patrones) representaron solo el 3,5%. El 8,5% del total trabajó desde su casa y el 4% utilizó herramientas propias.
En cuanto al perfil educativo, el 60,4% de las personas ocupadas tiene hasta secundario completo, y solo el 39,7% accedió a estudios superiores o universitarios. Por tipo de ocupación, el 55,5% se desempeñó en tareas operativas y apenas el 11% en empleos profesionales.
Entre quienes buscan trabajo, el 71,3% no terminó estudios superiores. También se destacó que el 28,2% lleva más de un año buscando empleo, un dato que refleja el carácter persistente del desempleo para una parte de la población. Por edad, las mujeres jóvenes fueron las más afectadas, con una tasa de desocupación del 16,9%.
Comparado con el mismo trimestre del año anterior, el desempleo se mantuvo en 7,6%, pero aumentó la proporción de personas que, aun teniendo trabajo, buscan otro. También creció la informalidad, que hace un año era del 41,6%. A la vez, la tasa de actividad cayó 0,4 puntos porcentuales interanuales y la de empleo bajó 0,3 puntos.
La foto que deja este informe es la de un mercado laboral con poco movimiento pero alta tensión. Menos gente quedó fuera del sistema, pero más gente trabaja en condiciones precarias, sin cobertura ni estabilidad. En otras palabras, hay menos desempleo pero no hay más derechos.
La informalidad, sin embargo, no golpea por igual a todos los sectores. Según el informe del Indec, la mayor proporción de empleo asalariado no registrado se concentra en el trabajo doméstico (74,2%) y en la construcción, donde el 71,4% de los asalariados trabaja sin descuento jubilatorio. Es decir, siete de cada diez obreros de la construcción están en negro. También se registraron niveles elevados de informalidad en los sectores de restaurantes y hoteles (59,6%) y en el comercio (44,6%).
Por el contrario, los niveles más bajos de empleo informal se dieron en la administración pública (3,5%), en la enseñanza (6,2%) y en el sector financiero (7,6%). La informalidad, entonces, se concentra en ramas de actividad intensivas en mano de obra, con alta rotación y bajos niveles de formalización estructural, lo que marca desigualdades profundas dentro del universo ocupacional, publicó Diario.Ar.
Además, si se analiza por calificación, el 62,4% de los trabajadores informales se desempeñó en ocupaciones no calificadas u operativas, mientras que apenas el 6,1% lo hizo en puestos técnicos y el 3,2% en funciones profesionales. Esto refuerza el perfil de un mercado laboral segmentado, donde la informalidad castiga sobre todo a quienes tienen menor nivel educativo y menor poder de negociación.