Tras 10 meses de quemas que dejaron más de 330.000 hectáreas arrasadas por los incendios (el 15% de ese territorio) en el humedal del Delta del río Paraná, comienzan a aparecer trabajos que sintetizan lo que ese desastre significa para la salud humana y para la salud del ambiente.

El documento “Incendios en las islas del Delta del Paraná, humo e impactos en la salud socioambiental” publicado hace pocos días por el Instituto de Salud Socioambiental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) que dirige Damián Verzeñassi, recoge una síntesis de los efectos de los incendios en el ser humano y en el territorio: problemas respiratorios, cardiovasculares y oftalmológicos son algunas de las expresiones bajo las cuales se expresa la contaminación del aire.

Además, ese trabajo indaga en las causas que llevaron a episodios de este 2020: “La quema indiscriminada se viene profundizando desde el año 2008 y podemos ver que toda Latinoamérica está siendo incendiada para abrir paso al extractivismo del agronegocio o a la especulación financiero-inmobiliaria”, afirma el trabajo.

Y puntualiza que “han sido las organizaciones sociales, no gubernamentales y la Universidad las que reclamaron por lo que está sucediendo en el Delta”. “Son múltiples los impactos de la exposición al humo y a contaminantes ambientales que repercuten en diferentes órganos y sistemas de los cuerpos humanos, los cuales pueden manifestarse de forma aguda y crónica”, sintetiza la investigación.

Incendios y modelo agropecuario

El trabajo busca en primer lugar alertar sobre “el profundo impacto” que las quemas (más de 35.000 focos de calor en 2020) generan y generarán sobre el equilibrio ecológico de los humedales, en escala general, y particularmente sobre la salud de las poblaciones humanas que conviven en la zona.

“Si bien las quemas de pastizales se han utilizado para irrumpir la vegetación autóctona del monte nativo y dar lugar a áreas de pastizales bajos para uso ganadero, estas prácticas eran de una escala mínima en el Delta del Paraná”. Esto cambió ante el avance de la frontera agroindustrial extractivista, bajo el cual “la zona de la cuenca isleña fue absorbida por el modelo y sufrió un aumento exponencial en la generación de fuegos”.

Además, el trabajo puntualiza que la utilización de la región del Delta como área ganadera representó una sobrecarga de animales que en sí misma genera otros efectos sobre el equilibrio de los ecosistemas locales.

Salud y territorio

Para entender el presente es necesario retroceder en el tiempo y recordar algunas de las causas que generaron el actual escenario de quemas y depredación del territorio. La investigación destaca en ese sentido que a partir de la década de los 90, con la introducción de la soja transgénica, “el uso del territorio en Argentina se ha destinado mayormente a la producción agroindustrial”. La expansión de los cultivos (sobre todo la soja) en los últimos años y el corrimiento de la frontera agropecuaria, ha generado a su vez cambios en las formas de producción de la ganadería.

“La instalación en nuestro territorio de un modelo de producción agroindustrial altamente demandante de nutrientes, de agua, y dependiente de sustancia químicas exógenas para garantizar control de especies y altos rindes, acarrea problemáticas de la salud” destacó Verzeñassi.

Enfermedades y contaminación

El estudio explica que la presencia de animales de cría modifica el ecosistema “permitiendo el encuentro entre especies que naturalmente no coexisten de forma estrecha”, algo que empeora en casos de desmonte a través de incendios. Esta pérdida de territorio obliga a las especies autóctonas a migrar o concentrarse en mayores densidades en otras áreas, lo que configura condiciones que determinan “mayor intercambio de microorganismos potencialmente patógenos y consecuentemente mayor riesgo de enfermedades entre animales de ambos grupos”.

Además, los incendios a gran escala representan una fuente de gases y material particulado que se liberan al ambiente. Entre estas partículas en suspensión se identificó hollín (carbono sin quemar), cenizas (minerales que no se queman) y otros productos de combustión incompleta. “El aumento de consultas por sintomatología respiratoria permite dimensionar la contaminación del aire generada por los incendios y el daño que generan en la salud de las personas”, subraya la investigación.

El aumento de consultas por sintomatología respiratoria permite dimensionar la contaminación del aire generada por los incendios y el daño que generan en la salud de las personas”, subraya la investigación.

El aumento de consultas por sintomatología respiratoria permite dimensionar la contaminación del aire generada por los incendios y el daño que generan en la salud de las personas”, subraya la investigación.

Impactos en la salud humana

En referencia a los efectos respiratorios del humo, el estudio resalta que “existen asociaciones estadísticamente significativas con asma y patología respiratoria”, así como una mayor susceptibilidad en niños, adultos mayores y personas con patologías crónicas de base. Verzeñassi (quien firma el documento en su rol de director de ese Instituto) destaca también que “merecen especial atención las personas con asma, ya que es creciente la evidencia sobre la relación entre las exacerbaciones asmáticas y exposición al humo de incendios forestales”.

A nivel oftalmológico son frecuentes las molestias por contaminación atmosférica, sobre todo sequedad ocular. Pero la lista de afecciones por inhalación de humo es mucho más larga e incluye cefaleas, agotamiento, cansancio, malestar general, insomnio, aumento de la irritabilidad, mareos y signos propios de hipoxia y anemia. Otro grupo vulnerable son las embarazadas: “Algunas revisiones ratifican que la exposición de partículas durante el embarazo se asocian a mayor riesgo de abortos espontáneos y/o muerte fetal intrauterina”. Existen, finalmente, fuertes evidencias que relacionan los eventos cardiovasculares y el humo de incendios forestales.