Papa León XIV publicó la carta apostólica “En la unidad de la fe”, en el 1700 aniversario de Nicea.
El Santo Padre XIV publicó la carta apostólica In unitate fidei (“En la unidad de la fe”) con motivo del 1700 aniversario del primer Concilio Ecuménico, convocado en Nicea en el 325. El Santo Padre se prepara actualmente para un viaje apostólico a Turquía, durante el cual visitará Ankara, Estambul e Iznik, antigua Nicea, sede del histórico concilio.
El Credo da esperanza
El Santo Padre recuerda en el documento que el Concilio de Nicea del año 325 fue la primera asamblea ecuménica de la historia del cristianismo y formuló eficazmente una profesión de fe duradera que ha constituido el patrimonio común de los cristianos durante siglos y “merece ser profesada y profundizada de modo siempre nuevo y actual”, subraya el Papa.
En este Año Santo dedicado a Cristo, nuestra esperanza, el Papa calificó de “coincidencia providencial” que también celebremos el 1700 aniversario del primer Concilio Ecuménico de Nicea. En el año 325, se promulgó “una profesión de fe en Jesucristo, Hijo de Dios”, que “es el corazón de la fe cristiana”. “Incluso hoy, durante la Eucaristía dominical, recitamos el Credo Niceno-Constantinopolitano, una profesión de fe que une a todos los cristianos”, recuerda el Papa, consignó la agencia de noticias católica Aica.
El Credo “nos infunde esperanza en los momentos difíciles que vivimos, entre tantas preocupaciones y angustias, amenazas de guerra y violencia, calamidades naturales, graves injusticias y desigualdades, hambre y pobreza que padecen millones de hermanos nuestros”, añade.
El valor ecuménico del Concilio de Nicea
El Papa también destaca el valor ecuménico del Concilio de Nicea. Este sentó las bases para los acontecimientos posteriores. “Lograr la unidad de todos los cristianos fue uno de los principales objetivos del reciente Concilio Vaticano II. Hace exactamente treinta años, san Juan Pablo II continuó y promovió el mensaje conciliar en la encíclica Ut unum sint (25 de mayo de 1995), recuerda León XIV.
Gracias a Dios, el movimiento ecuménico ha alcanzado muchos logros en los últimos sesenta años. Aunque aún no se nos ha concedido la unidad plena y visible con las Iglesias Ortodoxa y Ortodoxa Oriental ni con las Comunidades eclesiales nacidas de la Reforma, el diálogo ecuménico nos ha llevado, sobre la base de un solo bautismo y del Credo Niceno-Constantinopolitano, a reconocer a nuestros hermanos y hermanas en Jesucristo en los hermanos y hermanas de otras Iglesias y Comunidades eclesiales, y a redescubrir la única y universal Comunidad de los discípulos de Cristo en todo el mundo -escribe el Papa-.
Lo que nos une es más grande que lo que nos divide
León XIV enfatiza que los cristianos “profesan en común la fe en un solo Dios, Padre de todos los hombres; juntos confiesan al único Señor y verdadero Hijo de Dios, Jesucristo, y al único Espíritu Santo, que nos inspira y guía hacia la plena unidad y hacia el testimonio común del Evangelio”. “Lo que nos une es verdaderamente mucho mayor que lo que nos divide”, afirma el Santo Padre.
“En un mundo dividido y desgarrado por tantos conflictos, la única Comunidad Cristiana universal puede ser signo de paz e instrumento de reconciliación, contribuyendo decisivamente al compromiso global por la paz”, añade. El Papa también recuerda que san Juan Pablo II “nos recordó en particular el testimonio de tantos mártires cristianos de todas las Iglesias y comunidades eclesiales”, subrayando que “su memoria nos une y nos inspira a ser testigos y constructores de la paz en el mundo”.
Confesión del Dios vivo
El Credo de Nicea “no formula una teoría filosófica”, sino que “profesa la fe en Dios que nos salvó por Jesucristo. Él es el Dios vivo: quiere que tengamos vida y la tengamos en abundancia”, subraya León XIV.
Como recuerda el Papa, “los Padres Conciliares dieron testimonio de su fidelidad a la Sagrada Escritura y a la Tradición Apostólica, tal como lo profesaron en su bautismo, conforme al mandato de Jesús: “Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,19)” (5). El Credo expresa la fe en un Dios que no permanece distante ni inalcanzable, sino que sale al encuentro de la humanidad en Jesucristo.
El Credo de Nicea como punto de referencia
El Papa León XIV enfatiza que el cumplimiento creíble de este ministerio requiere “un camino común hacia la unidad y la reconciliación entre todos los cristianos”. “El Credo de Nicea puede ser el fundamento y el punto de referencia de este camino. Nos ofrece un modelo de verdadera unidad en la legítima diversidad”, escribe.
“Debemos, pues, dejar atrás las controversias teológicas que han perdido su razón de ser para desarrollar la comprensión común, y más aún, la oración común al Espíritu Santo para que nos reúna a todos en una sola fe y en un solo amor”, añade.
“No se trata de un ecumenismo de retorno al estado anterior a las divisiones, ni de un reconocimiento recíproco del status quo actual de la diversidad de Iglesias y comunidades eclesiales, sino de un ecumenismo orientado hacia el futuro, hacia la reconciliación a través del diálogo, hacia el intercambio de nuestros dones y de nuestro patrimonio espiritual”, subraya el Papa.
“Restaurar la unidad entre los cristianos no nos hace más pobres, sino al contrario, nos enriquece”, añadió, animando a un camino paciente, largo y a veces difícil de escucha y de acogida mutua, que calificó de “desafío teológico, y más aún espiritual, que exige arrepentimiento y conversión”, publicó Aica.
Para concluir, el Papa invita a la oración: “Invoquemos al Espíritu Santo para que nos acompañe y nos guíe en este trabajo”, pidiendo “el fuego de la gracia que reavive nuestra fe, reavive la esperanza y encienda la caridad, para que nuestro testimonio en el mundo no sea inerte”.
La carta apostólica “In unitate fidei” (“En la unidad de la fe”)


