
Lo más exitoso que ha hecho el gobernador entrerriano Rogelio Frigerio en términos políticos es detonar al radicalismo, demolerle su historia y extirparle su identidad y hoy a consecuencia de todo ello, la Unión Cívica Radical es apenas un osito de peluche que vegeta en un sofá de alguna sala de espera. Con el justicialismo aún no ha podido desguazarlo, pero el grupo operativo a cargo de esa misión que comanda su ministro de Gobierno Manuel Troncoso continúa en su trabajo de lograr esos cambios en dirigentes opositores débiles.Por lo pronto ya hizo efectiva la fragmentación del peronismo en cuatro partes para las elecciones del 26 de octubre.
Descendiendo de la montaña rusa en su relación con Javier Milei, el mandatario provincial participó de una reunión nacional alrededor de una mesa de negociaciones, donde una vez más le hacen poner la cara para lo foto y después lo retiran por la puesta de atrás. En pocas palabras se comió un nuevo acto de humillación, y que se sepa, para nada, gratis como le place al presidente libertario.
La prensa oficial informó de modo exultante y cargado de expectativas que el gobernador iba a participar de un cónclave fundacional de un nuevo tiempo de diálogo que en realidad Milei utilizó de modo pragmático para insumo interno y, para ello, que mejor que apelar a quienes están más a mano en lo que hace a obediencia debida.
Lo más rústico fue el olé que hizo el gobierno nacional a la deferencia de solo tres gobernadores de un total de 24 que se juntaron para el aplauso. El motivo principal de la reunión, decía la data oficial, era que se iba a exigir o pedir que no sea vetada la ley de reparto automático de los aportes del Tesoro Nacional (ATN). Pues bien, ¿que hizo el presidente Milei?: la vetó y volvió a joder a todo al mundo.
Y así, una vez más, el libertario mayor ratificó su desprecio institucional y destrato para con los ajenos ausentes y con los propios debajo de la piñata.
Hasta acá, la gestión de gobierno de Frigerio está sumida en ajustes y recortes, lo que va abonando un creciente mal humor muy parecido a situaciones de gobierno, como el que ya tuvimos entre 1999 y 2003. Al presente desolador le queda poca vida como proyección de futuro si es que el gobierno nacional no decide “abrir” su corazón a los incondicionales. Nada institucional ni legal; solo queda que al irracional presidente argentino se le ocurra guardar el látigo con el que está castigando a nuestra provincia y abrir la billetera antes que la desgracia de las fuerzas del cielo azoten cielo entrerriano.
Es tan fuerte la apuesta que Frigerio hizo y hace para mostrarse complaciente con Milei, para que a cambio lo auxilie en su gestión, que en algún momento y con mucha discreción hasta se salió del bloque que conformaba con los gobernadores de Santa Fe y Córdoba, Pullaro y Llaryora respectivamente. alejándose de un espacio político que hoy, junto a otros gobernadores está tomando el principal liderazgo frente a los caprichos presidenciales. Falló el olfato político o ganó el tumor.
Para sumar desgracias, el gobernador tuvo que entregar todas las candidaturas para la elección que viene y soportar que un tal Benegas Lynch, sea su primer candidato a senador nacional sin merecimiento alguno y resignarse a que un dirigente lo ponga en aprietos con declaraciones explosivas que van en camino absolutamente contrario a lo que él piensa: el verdadero fuego amigo. Casi la tormenta perfecta.
Por otro lado, curioso silencio hizo el gobernador frente al resultado electoral del domingo en Buenos Aires. Como remarla de otra manera claro está. Pero para no dejar el tema en el ostracismo el encargado de usar las palabras que ahorró el gobernador fue el secretario general de la Gobernación Mauricio Colello. Y en verdad, más que una declaración política frente a la derrota electoral en suelo bonaerense del principal socio de la alianza electoral en esta provincia entre Milei y Frigerio fue un grito desgarrador, casi suplicante, de advertir que Entre Ríos no es Buenos Aires. Y, para ello utilizó el impacto que produce el miedo: trabajemos para que no vuelva el kirchnerismo, dijo. Primer error (o intencionado con la idea de solapar un escenario inexistente) en Entre Ríos no hay un kirchnerismo a la usanza conocida. Es más, muchos de los que profesaron esa fe, lo hicieron por oportunismo no por convencimiento. Y segundo, vaya paradoja, esta gestión de Frigerio está y estará sufriendo la imposición de foráneos a la vida política de la provincia.
Lo más dramático de la situación que sufren los argentinos, cuando se agotan las palabras empiezan a hablar las balas. Roto el diálogo y en medio de tanto odio, no queda mucho de margen de maniobra o terminás siendo profundamente obsecuente o temerariamente golpista. Cada uno elige el bote para cruzar el río.
Entonces habrá que tener cuidado, porque las puertas del infierno están abiertas día y noche.