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Los desafíos del periodismo: entre la expansión tecnológica y el hostigamiento del poder



Por Mariel Fitz Patrick

Especial para ANÁLISIS

Este día del Periodista encuentra al periodismo en un momento particular, de transición de lo que es el periodismo tradicional a las fronteras que abrió la tecnología, la posibilidad de reporteo con solo un celular, y el uso de herramientas de la inteligencia artificial en la profesión.

Sin embargo, la esencia de la tarea periodística no cambió. El chequeo de la información, la rigurosidad, el convencimiento de buscar la verdad o acercarnos lo más posible a ella, el afán por develar aquello que el poder no quiere que se sepa, siguen siendo el motor del periodismo. Y en esa tarea, los periodistas debemos enfrentar a los poderosos -los que están visibles y los que están ocultos-, con las herramientas del periodismo profesional, y preservando una alianza con los lectores y la audiencia, basada en nuestra credibilidad. Nuestro nombre es lo más valioso que tenemos y por el que la gente cree (o no) en la información que brindamos.

En este contexto, el periodismo profesional viene sufriendo desde el cambio de gestión a nivel nacional, un creciente hostigamiento en redes sociales por seguidores de este Gobierno, y por el propio Presidente de la Nación. “Ensobrados”, “mentirosos”, “llorones ante el corte de la pauta” y “operadores” son algunos de los descalificativos a los que recurre Javier Milei desde la cima del poder público, para referirse a los periodistas cuando no le gusta la información publicada.



En este Gobierno aumentaron significativamente los agravios contra periodistas que no se muestran afines a la ideología del Presidente y su gestión. Se trata de un ataque hacia el periodismo en general, y también hacia colegas puntuales a los que identifica con nombre y apellido, sin ningún tipo de prueba, con una actitud de intolerancia e irritabilidad ante la crítica que incluye insultos y acusaciones falsas hacia periodistas y medios en forma cada vez más frecuente, especialmente en redes sociales.

Así lo advirtió el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) en la presentación de su Monitoreo Anual de Libertad de Expresión: “La narrativa estigmatizante hacia los periodistas forma parte central de su discurso político. Desde ese punto de vista, desde la contracara ideológica, La Libertad Avanza es un espejo invertido de la relación del kirchnerismo con la prensa”.

¿Hay algunos periodistas que reciben dinero en negro para decir tal o cual cosa, o que reclaman pauta y usan la información de forma extorsiva? Probablemente haya algunos, pero son una clara minoría.

La asimetría desde el lugar que profiere el Presidente esas acusaciones sin discriminación es preocupante porque termina promoviendo la autocensura, la limitación de la libertad de expresión ante el acoso que le sigue a esas acusaciones en las redes por sus seguidores. Así, termina afectando el derecho de la sociedad de informarse con la mayor amplitud de visiones, datos y veracidad posible. Los discursos de odio, el hostigamiento, la intimidación y las amenazas limitan la expresión de los periodistas y afectan su rol, esencial en una democracia.

El periodismo independiente y crítico se convierte en un blanco de Gobierno, al que se busca constantemente desacreditar en lugar de refutar la información con datos, o documentos, o aclarar lo que sea pertinente. El clima de intolerancia social se derrama, así, desde la cúpula hacia abajo.

Por otro lado, es preocupante también que el Presidente no dé entrevistas a periodistas argentinos que él no considere afines o “amigos”, y que no haya dado una sola conferencia de prensa abierta desde que asumió.



Por eso es clave el rol de organizaciones como FOPEA, que identifican, alertan y visibilizan las restricciones a la libertad de expresión y los ataques a periodistas y medios a nivel nacional y en las distintas provincias. No se puede ni se debe naturalizar la agresión verbal ni el hostigamiento en medios y redes, o incluso, en sede judicial para acallar las voces críticas. Incluso, según su gravedad, es necesario llevar esos ataques y agresiones al ámbito internacional, como la red IFEX, constituida por más de 120 organizaciones periodísticas en 90 países, entre ellas, el Foro Argentino de Periodismo.

El periodismo profesional debe poder desarrollarse sin restricciones, en condiciones que garanticen su ejercicio en libertad, en forma transparente y responsable, y sujeto al escrutinio de la sociedad, destinataria principal de su misión.

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